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Sandra Carral – Garcín | Salubridad, Higiene y Seguridad: el nuevo mantra de los funcionarios públicos

En su columna de los días martes en el programa Cuarto Oscuro (FM La Cuerda 104.5), la ingeniera industrial repasa cómo un concepto muchas veces nombrado por los funcionarios tiene falencias en su ejecución.

Los que venimos luchando (sí, así es) para el cumplimiento de la normativa vigente en relación con la Salubridad, la Higiene y la Seguridad, no podemos celebrarlo sin dejar de asombrarnos al escuchar este nuevo mantra en boca de muchos funcionarios públicos actualmente, que han ocupado otros cargos anteriormente.

Sucede que el que tiene aún por resolver acciones en varios expedientes, o que ha actuado para que el poder cumpla con la carga pública que le corresponde -por haber sido elegido por la ciudadanía o haber sido nombrado para tales funciones- se ha encontrado frecuentemente, en asuntos más o menos importantes, con ciertas maniobras lejanas a la administración de justicia, equidad o cumplimiento en el obrar.

La salubridad es la cualidad de salubre, según el diccionario de la Real Academia Española, es decir, la cualidad de algo que es bueno para la salud. La higiene y seguridad, entendidas según lo especificado en la Ley Nacional de Higiene y Seguridad en el Trabajo N°19587/1972 y su Decreto Reglamentario N°351/1979, son conceptos aplicables a toda actividad llevada a cabo en un espacio público (donde ya intervienen otras personas que no son necesariamente los trabajadores, sino también público en la forma de espectadores, invitados, consumidores, usuarios, pacientes, etc. presentes en ese espacio de forma eventual). Así, la conjunción de estos 3 términos, indicaría una globalidad que contiene un universo de ambientes de trabajo, espacios públicos y el medio ambiente.

Esto es un concepto lógico, moderno. En efecto, que se organice un ambiente de trabajo en beneficio de los trabajadores en cumplimiento de la ley, no es garantía para lo que pueda suceder fuera de ese espacio que generalmente tiene un perímetro definido. Puede cumplirse la normativa que regula ese espacio y sin embargo derivar fuera de ese perímetro, efluentes nocivos (líquidos, sólidos o gaseosos) en calidad o cantidad. Allí interviene el concepto de salubridad, muchas veces ligado a la calidad alimentaria o a los servicios sanitarios, pero aquí se entiende en su acepción más amplia.

En las actuales circunstancias de pandemia por el virus SARS-CoV-2, que provoca la enfermedad COVID-19, la Bioseguridad es asimismo un concepto muchas veces nombrado, pero con ciertas falencias en su ejecución. No son pocas las manifestaciones del personal crítico afectado a las tareas emergentes por esta crisis sanitaria, que traen a la luz la situación de desprotección en el caso de ausencia de los Elementos de Protección Personal (EPP) adecuados (en los reclamos se solicita el cumplimiento de los protocolos establecidos en el informe técnico* de la Sociedad Argentina de Infectología -SADI-).

Es por ello que a pesar de los múltiples inconvenientes y fatalidades de esta crisis por pandemia, queda rescatar lo positivo. Tal vez concurramos a un cambio cultural que no quede sólo en palabras, sino que realmente se vea en los hechos, cambio cultural de la clase gobernante primeramente. Vemos que las sociedades organizadas, donde las regulaciones son ejercidas habitualmente, afrontan esta situación crítica con más solvencia, que les permite no sólo manejar en su territorio la logística y los servicios necesarios, sino también ayudar a países vecinos.

Algunos rescatan la prevalencia y necesidad de un Estado fuerte, pero los ciudadanos sabemos que no se trata de eso sino más bien de un Estado eficiente, siempre atendiendo a una relación costo/beneficio óptima como ocurre en todos los aspectos de la vida (la correcta relación entre el Input y el Output que ocurre en los sistemas abiertos, siendo el Input aquí el gasto público, y el Output, los servicios que produce el Estado).

De qué sirve un Estado fuerte, si los recursos y las políticas “públicas” son usados para el beneficio de unos pocos (no necesariamente los más vulnerables, sino la clase privilegiada amiga del poder), y no para el bienestar general.

Por ello, no obstante reconocer el esfuerzo de nuestros funcionarios -servidores públicos- lo cual es además el ejercicio de sus responsabilidades, se puede criticar cierto desdén o maltrato cuando se pronuncia el mantra de la “salubridad, higiene y seguridad”. Esto en referencia específica a lo manifestado por la máxima autoridad de la provincia, el Dr. Gustavo Sáenz, en relación con los “delincuentes” trabajadores golondrina encontrados en situación ilegal de acuerdo con las normas que regulan las acciones y tránsito en la actual pandemia.

Admitamos que es una situación de riesgo límite y propagable, pero centrémonos en el análisis de la vulnerabilidad de las personas. Es tradición en Salta que aquí pagan los de abajo, pero no los de arriba. La ley debiera tener el mismo peso para todos, y en todo caso, cuando se hacen comentarios en relación con las características delincuenciales de los unos y los otros, todos, debieran ser medidos con la misma vara. Por experiencia, sé que no es así. Hablando de salubridad, de higiene y de seguridad, he visto y comprobado fehacientemente, cómo en la justicia, en procesos administrativos, en controles, la clase alta, familiares y amigos de funcionarios públicos, son un grupo de privilegio. Y esta es experiencia de muchos, no de pocos.

Además, preguntémonos qué experiencia de la salubridad, higiene y seguridad, como beneficiarios, tendrán en sus trabajos estos trabajadores golondrinas, hoy señalados como los peores delincuentes en Salta (todos sabemos que no es el caso, si recordamos el historial de fatídicos casos de femicidios, homicidios, corrupción, etc.). Las autoridades provinciales están experimentando ahora mismo, en la pandemia, cómo es el tema del tracking o rastreo. Bueno, así corresponde hacer también en muchas actividades públicas, cuando ocurre un accidente o una fatalidad. Y sin embargo, cuántas veces se ha omitido establecer la cadena de responsabilidades penales y civiles en hechos fatales de público conocimiento, inclusive en actividades muy importantes.

Hoy vivimos una situación crítica, que sigue siendo una situación humana. El “mantra” de la salubridad, higiene y seguridad, los que nos dedicamos a hacer que prevalezcan la salud y la vida de las personas en toda circunstancia, antes que ciertos intereses económicos de clase, lo pronunciamos repetidamente una y otra vez, verbalmente y por escrito en nuestras presentaciones. Saludo que estas palabras, para mí sagradas, estén hoy en boca de los “poderosos” de Salta, o sea, aquellos que regulan los destinos de toda una población. Pero quiero hacer saber que no sólo se trata de aspectos legales, también es cuestión de humanidad. Espero que los que hoy rigen los destinos de nuestra provincia sean eficaces para lograr que la gente más vulnerable de nuestro territorio, no se vea obligada a migrar para cosechar algunos pesos para dar sustento a sus familias, con el riesgo de no poder volver por una u otra razón (como es ahora por el caso de la pandemia).

Hoy me viene a la mente el recuerdo de Daniel Solano, de Misión Cherenta (Tartagal), víctima como tantos otros, de los intereses de pocos que se nutren con la sangre de muchos, sin ninguna prevalencia de la “salubridad, higiene y seguridad”.

Más que mantras recitados sin sustancia, es esperable que haya más equidad, justicia y verdad en el manejo de la actual crisis sanitaria, tanto como un verdadero cambio cultural que finalmente tenga en cuenta los verdaderos valores que hacen al progreso de una sociedad.

Para más información:

(*) Informe Técnico sobre el uso de equipos de protección personal en diferentes escenarios para la atención de pacientes sospechosos o confirmados de COVID-19:

https://www.sadi.org.ar/institucional/comisiones-de-trabajo/comision-de-iacs-y-sp-inf-asoc-al-cuidado-de-la-salud-y-seguridad-del-paciente/item/988-informe-tecnico-sobre-el-uso-de-equipos-de-proteccion-personal-en-diferentes-escenarios-para-la-atencion-de-pacientes-sospechosos-o-confirmados-de-covid-19

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