Fue el 7 de enero de 1978 en el ya extinto bar El Polaco. La prensa nacional le dedicó un extenso homenaje a esta fecha tan preciada para las y los ricoteros de alma.
Salta, además de ser reconocida como cuna de poetas y cantores, hogar del folclore, poncho y las empanadas, puede jactarse de ser la ciudad que vio nacer como tales a la mítica banda de rock Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Esto sucedió en un pequeño bar del microcentro salteño un 7 de enero de 1978; y hoy, a 44 años de ese suceso, distintos medios nacionales recordaron la efeméride con sendas notas al respecto.
Tal es el caso de Página 12, la publicación porteña que le dedicó un extenso artículo al debut ricotero en tierras salteñas. La nota firmada por Facundo Sinatra Soukoyan hace un repaso desde los inicios de la banda platense a mediados de los años ’70. Además señalan que la conexión con Salta llega de la mano de Skay Beilinson, guitarrista y fundador de la banda, quien en una entrevista con la revista Rock Salta comentó: “La historia empezó en el año 76 que vino el golpe militar. La Plata se puso muy jodida, tuvimos dos allanamientos y nos salió la posibilidad de ir a Salta. Mi viejo había comprado unas tierras ahí con otra gente. Era a 300 kilómetros de la ciudad de Salta. Cuando llegamos y vimos lo que era eso… un delirio total. Estuvimos ahí en Salta viviendo casi tres o cuatro años”.
En tanto el luego vocalista de la banda, Carlos “Indio” Solari, relata en su libro de memorias “Recuerdos que mienten un poco” que “Un día llegan Skay y Poli de Salta donde administraban un campo de los Beilinson. Me vienen a ver, me dicen que quieren reunir a Los Redondos. Entonces nos largamos a hacer las primeras canciones… y estaban buenas, qué sé yo. Skay armaba las bases, yo hacía las melodías y ponía las letras (…) Yo seguía trabajando en una estampería de City Bell, y uno de nuestros clientes, a quien le vendíamos mucho, era el Mono Cohen, Rocambole. El Mono tenía en La Plata un negocio que se llamaba Indra (…) como nos compraba mucho, le dábamos crédito. Pero un día se fundió. Y nos debía guita. Entonces dijo: Lo que sí puedo hacer es pagarles el micro para ir a Salta”.
El viaje continuó alocado y lisérgico tal como lo recuerda “Indio” en su libro: “Viajamos con unos franceses con los que habíamos trabado relación. (…) Cuando llegamos a la ruta ya nos habíamos chupado todo el whisky. Lo hicimos en plena dictadura. ¡Nos paraban en todas partes! (…) planificamos para la mierda. Llegamos a Santiago del Estero al mediodía bajo el sol ardiente. Antes habíamos hecho una parada, nos empezaron a rodear pibes que nos ofrecían sandías frescas. ¡Parecían haber salido de abajo de las piedras! Cuando caímos en Río Hondo, preguntamos dónde había una pileta pública. Necesitábamos refrescarnos desesperadamente. Nos recomendaron un lugar y fuimos. Nos tiramos de una, abrasados por el calor… y descubrimos que el agua estaba hirviendo. ¡Hacía más calor dentro de la pileta que afuera! Después comimos un chivito de mierda… muy mal hecho, quiero decir, y seguimos viaje”.
El debut
Un tugurio a escasos metros de la plaza principal de la ciudad sería el escenario del debut de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. “Ese fue el verdadero debut de la banda, porque hasta ese momento no habíamos hecho más que boludear. Y suponía un bautismo de fuego: era la primera vez que íbamos a tocar delante de un público que no estaba compuesto por amigotes (…) “El bar donde tocamos se llamaba ‘El Polaco’ y el concierto en sí mismo fue un desastre. Había más gente arriba del escenario que abajo. Pero de todos modos armamos la clase de quilombo que era nuestra especialidad”, remarca Solari en sus memorias editadas en 2019.