sábado 27 de abril de 2024
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Santiago Godoy | “El peronismo está de pie gracias a quienes nunca nos avergonzamos de serlo”

El “Indio” habló tras la elección que consagró a Gustavo Sáenz y pinceló lo que se viene: la consolidación del bifrentismo en el país, la revitalización del peronismo salteño y el futuro de las figuras salteñas en el nuevo escenario nacional. (Daniel Avalos)

Godoy saluda con un comentario político en vez del clásico “Buenos días”. Uno no sabe si es su forma de marcar el terreno o simplemente tiene la necesidad de verbalizar al instante aquello en lo que está pensando y que – en este caso – proviene del medio nacional que leía en la mañana de hoy. “El macrista es un caso curioso”, dice Godoy antes de ofrecer un café. Le pregunto a qué se refiere con eso de la curiosidad macrista y él rememora la teoría del “empate técnico” entre Alberto y Macri que esbozó Luis Majul tras las elecciones del 27 de octubre. “¿Te imaginás si en el 2015 nosotros decíamos que el triunfo de Macri sobre Scioli en un ballotage, por apenas tres puntos de diferencia y tras doce años de gestión peronista era un empate técnico?” Mientras elaboro un comentario, él se responde: “¡Nos mataban!”.

Godoy va de un tema a otro en minutos. Se olvida por un rato de los macristas y comenta que el triunfo de Gustavo Sáenz en el día de ayer fue contundente y que finalmente el actual intendente ha llegado a un punto al que sólo pocos llegan. Ahí nomás vuelve a hablar de los “insólitos” argumentos del macrismo y uno decide que es mejor empezar la entrevista por los temas en los que Godoy ya está pensando.

CUARTO: Empecemos por ahí. ¿Cuál es la realidad que el macrismo niega, a su entender?

SANTIAGO GODOY: – Que el triunfo de Alberto ha sido contundente. Macri es el primer presidente que no fue reelecto a pesar de haber contado con el control del Estado y el apoyo indisimulable de los principales medios del país y la plata del FMI, que llegó sólo para contener el dólar. Nada le sirvió. Hasta debió arriar las banderas que levantó en el 2015. Se va con un cepo que permite comprar 200 dólares, mientras en el final del gobierno de Cristina podías comprar 1.000. Es increíble el fracaso de Macri. En cuatro años empeoró todos los índices que encontró: pobreza, desempleo, inflación, deuda, consumo.

Por supuesto que ese desastre explica una parte del triunfo contundente de Alberto y Cristina. Pero la otra parte se explica por un peronismo que tomó conciencia de que este tipo quebraba todo y que sólo con la unidad se ganaba. Ese fue el gran objetivo y se hizo todo lo que se tenía que hacer para lograrlo. Entre todos esos movimientos se destacó la actitud de Cristina de ceder la candidatura a presidente en favor de Alberto. Fue la frutilla del postre y habla de su generosidad y de su enorme estatura política. Creo que ya nadie lo discute. No menos fantástico es que todo lo que enumeré se hizo en poco más de un año y dio por el suelo con esa ilusión macrista que, después de las legislativas del 2017, aseguraba que el peronismo desaparecería.

C.- ¿Quiénes decían eso?

S.G.- Marcos Peña, Durán Barba y otros macristas de paladar negro. Era un absurdo y lo dije clarito, aun cuando veníamos de la derrota legislativa del 2017: siempre que el gorilismo pisa fuerte, la identidad peronista se revitaliza. Supongo que es una forma intuitiva de la gente de resistir los golpes con lo que tiene a mano. Más aun cuando en medio de la arremetida contra derechos e ingresos, las personas veían que los radicales eran cómplices de Macri y que la izquierda no deja de ser una expresión testimonial. En ese marco sólo el peronismo – que es mucho más que el PJ – tenía la fuerza, los gobernadores, los legisladores, intendentes, los dirigentes y la militancia para generar una alternativa al gobierno, aun cuando en aquel 2017 estábamos bien golpeados.

C.- Podemos coincidir en el análisis. La pregunta es ¿por qué ese fenómeno no se replicó en Salta, en dónde el triunfo de Sáenz fue contundente?

S.G.- Son muchas las razones. Por supuesto que hay un enorme mérito del propio Gustavo Sáenz, pero en lo que respecta a lo ocurrido con el Frente de Todos pasaron muchas cosas que se relacionan con el rol que jugó Urtubey como gobernador y presidente del PJ en Salta. Yo creo que él también pensaba que el peronismo no se recuperaría de la campaña de demonización que sufrimos en estos cuatro años y concluyó que, entre el desquicio de Macri y la imposibilidad de poner de pie al peronismo, convenía ir por algo nuevo que surgiría de la famosa “avenida del medio”. El problema es que tal “avenida” no podía existir porque, como te dije, cuando hay crisis la gente no sale a buscar algo nuevo si tiene a mano una herramienta que le permita resistir primero y generar una alternativa después.

Cuando él se dio cuenta ya era tarde, porque varios legisladores y todos los gobernadores peronistas que coquetearon con la posibilidad de la tercera vía tomaron partido. Cuando hicieron lo mismo sus compañeros de Alternativa Federal, la teoría del tercer espacio murió. Consenso Federal vino a representar la copia mala de un libro que ya no interesaba a nadie, aunque Urtubey – creo yo que por orgullo más que por convicción – insistió y a medida que lo hacía perdía su capital en la provincia.

Eso tuvo enormes consecuencias para el proceso político salteño, que se agravaron cuando Urtubey decidió ser prescindente. El resultado fue que acá se formó un escenario opuesto al de nación: no sólo no hubo unidad, sino también que algunos de los pedazos que volaron tras la explosión trabajaron para obstaculizar cualquier posibilidad de unidad. Allí muchos ministros de Urtubey empezaron a acercarse y a trabajar para Sáenz, algo que en las últimas semanas se vio a todas luces. Después está lo otro. Un Sergio Leavy que no pudo hacer pie en la Capital y eso lo complicó en las PASO, sobre todo cuando vos ponderás que Leavy y los que apostamos por su candidatura a gobernador peleamos contra el aparato municipal y el provincial porque Urtubey pudo haber sido prescindente, pero el Grand Bourg no.

C.- Volvamos al factor Urtubey. ¿Cuánto de responsabilidad tiene el peronismo salteño de los errores de cálculo o la mala fe del gobernador para provocar el desaguisado político que usted menciona?

S.G.- Con el diario del lunes siempre se acierta. Sobre todo, los que analizan y desconocen los movimientos del día a día, en donde nada es lineal porque hay un montón de decisiones, voluntades y personas que bien o mal intencionadamente hacen más difícil lo que en teoría es fácil. Si a eso le sumás que el que conducía elige otro camino y luego se declara prescindente, la cosa se complica más.

Lo que yo te puedo decir son dos cosas. La primera tiene que ver con la característica del peronismo que, a diferencia de otros partidos que están acostumbrados a conducir el orden y a excluir a los díscolos en nombre de la pureza, el peronismo es un movimiento donde siempre conviven sectores y por lo tanto ahí se conduce lo que podríamos denominar el “desorden”. Esto lo decía Perón, no yo. Urtubey durante años pudo hacer esto, pero ahora no lo logró y por eso se declaró prescindente. ¿Por qué ocurrió lo último? Porque sacando al Partido de la Victoria y las fuerzas kirchneristas que nunca se alejaron de Cristina, fueron dirigentes justicialistas los que se sumaron a la línea que Alberto Fernández definió “con Cristina sola no alcanza y sin Cristina no se puede”, aun cuando Urtubey todavía aparecía como un presidenciable.

En el país fue distinto porque el PJ se sumó en masa: desde los gobernadores hasta los militantes. En Salta ese movimiento fue más complicado, porque había que romper en los hechos con quien era gobernador y jefe partidario. El caso de Lucas Godoy ahora resuena más por los resultados de las elecciones, pero el mismo camino tomaron muchos dirigentes de base, muchos legisladores y candidatos del interior. No hicieron lo mismo otras fuerzas menores que formaron parte del frente que conducía el gobernador sin provenir del peronismo. Estos dieron el salto tras las PASO nacionales del 11 de agosto. Los resultados están a la vista. Ese frente electoral que levantó la candidatura de un dirigente del Partido de la Victoria como Sergio Leavy fue un espacio competitivo, aunque finalmente perdió y ahora se harán las lecturas que correspondan.

Lo que no se va a modificar es otra cosa. El Justicialismo en el país se puso de pie y se asemeja a esos elefantes que mientras duermen vos podés hacerles cualquier cosa, pero cuando se levantan ya no. El peronismo está de pie gracias a quienes nunca nos avergonzamos de serlo, ni siquiera en estos cuatro años, donde serlo fue casi una hazaña en medio de una campaña de demonización que agitó el odio de otros tiempos, pero agigantada por el enorme poder de los medios de comunicación. El peronismo salteño no puede estar al margen del proceso que se abre. Debe articularse con el peronismo de la región y de la nación simultáneamente, y yo personalmente estoy trabajando en ello.

C.- ¿Para qué y quiénes llevarán adelante esa tarea?

S.G.- El para qué tiene cuestiones de mediano plazo y otras inmediatas. Lo primero se relaciona con el hecho de que en la política argentina más que un retorno al bipartidismo, se consolida un bifrentismo. Porque Macri perdió las elecciones, pero logró representar al histórico voto antiperonista al que difícilmente quieran fragmentar, porque ya confirmaron que al peronismo unido es imposible derrotarlo con sólo una parte del antiperonismo. Eso significa que esa coalición debate si el que conduce es Macri, Rodríguez Larreta o algún radical, pero la lógica dice que para representar a ese sector de la población, deben resolver las diferencias sin dejar que las partes se escapen. Veremos qué hacen los radicales: si reclaman la conducción o siguen siendo la pata territorial de un partido porteño como el PRO. Después estamos nosotros y un grupo grande de partidos y movimientos sociales que, sin ser peronistas, comparten los valores de la soberanía política, la independencia económica y la justicia social. Todo eso exige el reordenamiento de los partidos que estamos de este lado y no hay dudas del peso que tiene y tendrá el justicialismo. Con sólo repasar los titulares de los medios nacionales ya te das cuenta.

Pero lo inmediato también juega y requiere un peronismo salteño fuerte. Hay un cambio de gobierno nacional que aspira a desarrollar al país y esa tarea nunca es de un día para otro. Lo que sí planea Alberto y nos los dijo en Tucumán cuando estuvimos en la asunción del gobernador Juan Manzur, es ocuparse de inmediato de las urgencias: combatir el hambre garantizando que los más pobres coman cuatro platos por día, devolver a los jubilados los haberes y los remedios que Macri les quitó, incrementar la inversión pública que históricamente caracterizó a nuestro país y explica por qué acá no existen los problemas que sí existen en Chile.

Por supuesto que Alberto no es Macri y trabajará con todos los gobernadores – incluido Gustavo Sáenz – para resolver estos problemas, pero en la resolución de las urgencias requiere que los organismos nacionales en la provincia estén alineados con el nuevo proyecto nacional. De eso hablamos en Tucumán. De eso habló en Buenos Aires Lucas Godoy con Daniel Arroyo, el hombre en el que recayó la tarea de combatir el hambre, planificando la forma de hacerlo desde el gobierno nacional, pero que necesariamente requiere de los cuadros políticos y técnicos de las provincias, que son los que deben ejecutar eficazmente lo planificado y que deberán recurrir a los vecinos para que su participación legitime las políticas que se implementen.

Santiago Godoy junto a Alberto Fernández en Tucumán.

C.- Le falta responderme quiénes llevarán adelante esa revitalización del peronismo en Salta. Intuyo que usted ya está anotado.

S.G.- No tengas dudas. Yo y muchos otros dirigentes de la Capital y del interior estamos en ese trabajo. Mi voluntad me inclina a ello y las circunstancias me lo exigen. Lo primero porque nunca perdí la vocación de involucrarme en las misiones que cada etapa precisa y no tengo pensado renunciar a ello ahora. Lo segundo tiene que ver con otras cosas. Leavy es del Partido de la Victoria y ya estará abocado a lo mismo dentro de su partido como corresponde a todo dirigente; Urtubey deberá ver cómo se posiciona en un escenario que no imaginó y decidir qué hará con su futuro político; a Romero lo veo más interesado en ser el “viejo” sabio de su tribu en Salta y claramente alineado a Cambiemos en el senado nacional; mientras a Gustavo Sáenz el peronismo es algo que nunca le terminó de interesar. Gustavo es de esos dirigentes que, declarándose peronista, siempre invirtió mucho tiempo y energía en decir que era peronista, pero que no se parecía en nada a este, aquel o aquel otro. De tanto distanciarse llegó un día en que descubrió que entre él y el peronismo no había casi nada.

C.- ¿Esta decisión suya lo desliza a dejar de pensar en la presidencia de la Cámara de Diputados?

S.G.- Para nada. Son tareas distintas y en nada incompatibles. La decisión que ya está tomada y en marcha es esta de la que te hablé. Lo de la presidencia de la Cámara depende de cartas que todavía faltan ponerse sobre la mesa y que se mostrarán en estos días.  Tengo algunos años en esto y creo saber algo sobre cómo funciona la ´cosa´ y cómo algunos desean jubilarme. Pero lo cierto es que tengo dos años más como diputado, que algunos que llegaron pretenden que no esté, que otros quieren que sí esté y que yo no soy de esos que le escapan ni a las responsabilidades ni a las tensiones que estas generan.

Hoy tengo la cabeza puesta en ayudar a convertir al justicialismo en una herramienta poderosa que ayude a sacar al país y a la provincia del lugar en que Macri nos dejó. Insisto: el peronismo salteño no puede estar ajeno a eso y ya estoy trabajando con dirigentes de la nación, el NOA y la provincia. Todos coincidimos que esa tarea es crucial, que seremos parte del proceso y que contamos con una ventaja: la enorme reconciliación entre la sociedad y el peronismo. Hace décadas que no veía tantos jóvenes y no tan jóvenes cantar la marcha, citar textos de Perón, leer libros sobre el peronismo o pedir que los más viejos contemos cómo se vivía al peronismo en otros tiempos.

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