Un helicóptero de la Provincia acercó alimentos a una localidad afectada por las inundaciones y, sin logística ni organización, los descargó para reemprender vuelo provocando una imagen dantesca.
Rivadavia siempre es noticia. Porque de allí provienen la mayoría de los niños que mueren por desnutrición, allí castigan las inundaciones que en una población desamparada provocan estragos superiores a los que provocarían en localidades menos pobres, o porque desde allí provienen las imágenes que se viralizaron hoy: ocurrió en la localidad de Las Vertientes (municipio de Santa Victoria Este en el departamento de Rivadavia) que fue afectada por las inundaciones. Allí, un helicóptero de la Provincia acercó bolsones de alimentos y sin la menor logística ni organización los descargó para luego reemprender vuelo; hecho al que sucedió un espectáculo propio de países en donde los refugiados de guerra dependen de la ayuda de terceros: docenas de desesperados lanzándose sobre la mercadería sin que personal del Estado oficiaran de agentes capaces de poner orden allí donde el hambre sólo provoca confusión.
Semejante escena sólo pueden darse allí donde la pobreza es tal que hasta las esperanzas escasean. Las estadísticas así lo confirman. Según el censo 2010, por ejemplo, habitaban en aquel año 30.429 habitantes repartidos en tres municipios: Rivadavia Banda Norte (9.754); Rivadavia Banda Sur (8.866) y Santa Victoria Este (11.809). Por entonces, esa población habitaba 6.656 viviendas, de la cuales 2.412 eran ranchos y otras 465 casillas de madera. En esas precarias viviendas vivían 13.462 personas, es decir el 45% de la población. Las 3.711 casas en la que habitaban las 16.540 personas restantes, estaban lejos de escapar a la precariedad de la vida.
Al menos eso se infiere de la lectura de otras variables como las que indican que de los 7.154 hogares (tecnicismo censal para identificar familias nucleares que pueden habitar una misma construcción) sólo 1.472 (20,5%) contaban con sanitarios con descarga de agua, mientras los restantes 5.682 (79,4%) carecía de ese tipo de descarga y hasta de retrete. De esos hogares, además, 4.825 (67,5%) no contaba con heladeras (67,5%); 6.681 (93,5%) no poseían computadoras; 7.042 (98,5%) no tenían un teléfono de línea; y en donde el 11% de la población mayor a diez años era analfabeta: 2.384 sobre una población total mayor de diez años de 21.981. Con respecto a lo estrictamente nutricional, el Anuario Estadístico 2012 publicado por el propio gobierno en el año 2013, indicaba que el nivel de desnutrición llegaba al 10%.
Sobre el pasado poco auspicioso de los habitantes de ese departamento durante los gobiernos de Juan Carlos Romero, también hay registros concretos. El Censo nacional 2001, por ejemplo, muestra que en aquel momento el porcentaje de hogares y población con Necesidades Básicas Insatisfechas era el más alto de toda la provincia: de un total de 5.667 hogares censados, 3.320 (58,6%) sufrían esa condición. Eso suponía que de una población registrada de 27.278 habitantes, 17.868 (65,5%) vivían sin poder satisfacer sus necesidades básicas.