“Ahatay. El demonio blanco”, es una serie de cuatro capítulos que emitió el Canal Encuentro y que ya se puede ver en la plataforma Cont.ar. Se basa en la historia detrás del “caso Juana”. Médicos, testigos, víctimas y funcionarios que abordaron la problemática, como el concejal Gustavo Farquharson durante su paso por el INADI, hablan de la terrible situación que se vive en nuestra provincia.
Ya se puede ver de forma online el documental “Ahatay. El demonio blanco”, una serie de cuatro capítulos realizados por Renacer Audiovisual que se estrenó el mes pasado en el Canal Encuentro. El trabajo aborda la problemática del chineo y se basa en la historia detrás del “caso Juana”, una niña wichí de doce años que en 2015 fue violada por ocho varones criollos en Alto la Sierra, en nuestra provincia.
El chineo es una violación grupal -por parte de hombres generalmente blancos- de niñas, mujeres y diversidades indígenas. Esta práctica colonial, machista, racista, discriminatoria y sistemática se da en el norte de Argentina y en otros lugares de América Latina. El Caso Juana logró una sentencia histórica: fue la primera vez que se juzgó un caso de chineo y derivó en 17 años de prisión efectiva.
El documental muestra distintos testimonios de funcionarios, víctimas y especialistas en la materia. Allí se muestra las diferentes causas que derivan en esta problemática y cuáles son sus consecuencias. Como muestra Gustavo Farquharson, el chineo no está aislado de otros dramas que viven los sectores más vulnerados de Salta.
«En Salta, los principales colectivos que denuncian situaciones de discriminación son los pueblos originarios, las personas migrantes, el colectivo y las personas con discapacidad», dice Farquharson en el documental, que fue grabado cuando el hoy concejal todavía era el titular del INADI Salta. «No se cumplen derechos y es el Estado donde se dan esas situaciones», agrega.
Farquharson muestra en el documental que «en nuestro país hay racismo, hay xenofobia, hay discriminación y lo que buscamos es que puedan erradicarse esas prácticas».
«Siempre digo que al pueblo originario se lo considera casi humano, y por eso no se le garantizan sus derechos. Se lo siente inferior y no hay una real inclusión de esos sectores», señala.
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