La foto amenaza con reducir a un espacio que tuvo pocos logros políticos.
La reunión que mantuvieron ayer el gobernador Gustavo Sáenz con el presidente Alberto Fernández podría ser vista como un diálogo más entre dos mandatarios que deben unir esfuerzos para combatir una problemática que alcanza a toda la población. La otra manera de ver el encuentro es como una señal clara de que en Salta el kirchnerismo tiene la influencia de una hormiga. La foto de ayer en Olivos puede ser el golpe final para un espacio que jamás protagonizó un logro político.
La situación no es nueva. Ya en 2019 había signos de que en el kirchnerismo había desconfianza hacia su rama salteña. La falta de apoyo de Cristina, que se bajó a último momento del acto en el Delmi en septiembre pasado, precipitó la caída antes de las PASO. En noviembre, cuando el triunfo de Sáenz era casi un hecho, ni siquiera Alberto Fernández, ya presidente electo, viajó para mostrarse con Sergio Leavy y compañía.
El encuentro de ayer es una muestra más de un espacio que no impone ni negocia. Tampoco lleva representantes. Sáenz dice que recibe a todos, pero en realidad no los necesita.
El encuentro
Sáenz se reunió ayer con el presidente en la residencia oficial de Olivos. Evaluaron la situación sanitaria y económica de la provincia por la pandemia. Alberto escuchó a Sáenz, que planteó la necesidad de reforzar aún más los controles en la frontera.
Por otra parte, analizaron puntualmente la situación de las comunidades originarias. Luego del encuentro, Sáenz agradeció al presidente por preocuparse y ocuparse de las necesidades de los salteños.
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