viernes 26 de abril de 2024
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Kirchnerismo salteño | Hablaron con el corazón, Wado de Pedro les respondió con política

Dirigentes y funcionarios del Frente de Todos se reunieron con el ministro del Interior, que los despidió con una verdad sin adornos: deben ganar elecciones si pretenden excluir del Frente al PJ conducido por Sáenz. (Daniel Avalos)

Hay una diferencia sustancial entre el medio centenar de dirigentes y funcionarios salteños del Frente de Todos y el ministro Wado de Pedro. Los primeros no han protagonizado nada que se asemeje a un logro político desde el año 2019, mientras el segundo puede presumir de triunfos electorales y un claro protagonismo en el gabinete nacional: conduce el área más política del gobierno, la encargada de articular intereses, negociar con actores políticos de distintas jerarquías (que incluyen a gobernadores), forjar vínculos y procurar gobernabilidad a partir de acuerdos que conllevan un alto nivel de discreción y que, aun siendo informales, suponen un acuerdo tácito sobre su importancia.

Semejante diferencia no desmiente otra realidad objetiva: todos los presentes en la reunión de ayer en el centro de la capital salteña forman parte del mismo espacio político al menos desde mayo del año 2019, cuando Cristina Fernández anunció que Alberto encabezaría la fórmula presidencial. Fórmula, dicho sea de paso, que garantizó que varios candidatos se convirtieran en gobernadores, aunque ese no fue el caso de Salta, donde Sergio Leavy sufrió una verdadera paliza electoral. Derrota que produjo secuelas políticas obvias en estos casos: liderazgos al interior del Frente que de tan raquíticos hacen que varios se pregunten cómo sobreviven con tan poco cuerpo; balcanización propia de facciones que careciendo de la fuerza suficiente para dirigir u orientar al conjunto hacen del espacio un hervidero político; hervidero provisto permanentemente del combustible de la desconfianza crónica entre dirigentes que no pueden entender una premisa política básica: la confianza es el sentimiento clave que orienta la acción y la sospecha el vicio que la paraliza.

Semejante combinación de factores produjo una paradoja indisimulable: mientras los estudios de opinión confirman que entre el 20% y el 25% de los salteños capitalinos se identifican con esa coalición, no hay quien interpele y personalice las aspiraciones de semejante segmento de la población. La paradoja se da en medio del año electoral y ello explica por qué el kirchnerismo salteño precisa de la Casa Rosada para capitalizar la identificación de miles de salteños con las banderas del Frente de Todos, aunque – insistamos – ningún dirigente local asome como figura capaz de sintetizar con su rostro tal identificación. Al vacío lo llena cada vez más el propio gobernador Gustavo Sáenz, que no llegó al cargo como candidato del Frente de Todos, pero tampoco tiene problemas en asegurar que se convierte en “albertista” a fuerza de medidas presidenciales que denotan un “federalismo en serio”, proceso que tampoco molesta a una Casa Rosada dispuesta a recibirlo con los brazos abiertos.

Lo último es evidente desde hace meses por los elogios cruzados que se dispensan, se volvió tangible con encuentros de todo tipo y ayer sumó una reunión del ministro con dirigentes del PJ salteño conducido por Sáenz al que los referentes del Frente de Todos no toleran políticamente. Esos referentes lo explicitaron ayer al influyente Ministro del Interior que antes de escuchar el descargo central, tuvo que oír hasta las rencillas domésticas: la diputada nacional Alcira Figueroa denunciando que el Partido de la Victoria (de la que era miembro) hizo toda para ningunearla hasta que finalmente la echo de la fuerza. Difícil saber qué pasaba por la mente de Wado de Pedro en ese momento, aunque no sería extraño que concluyera lo obvio: el problema de ese espacio no es el riesgo de una caída mientras camina, sino que le cuesta demasiado trabajo caminar.

Pero obviemos las especulaciones. Detengámonos en los argumentos esgrimidos por los salteños para demandar el fin del amorío nacional con el gobernador por ser ellos los representantes e intérpretes genuinos del proyecto de Alberto y Cristina que busca moldear la historia según lo nacional y popular, a diferencia de los oportunistas de turno que se montan a la ola por conveniencias políticas e intereses prácticos.

La respuesta del ministro seguramente no fue la que esperaban. Ejecutó una introducción testimonial, advirtió que el ejemplo que expondría podía no gustar a algunos, relató sus orígenes militantes en el pueblo de Mercedes en provincia de Buenos Aires, de cómo su grupo encaró entre el año 2004 0 2005 a Carlos Kunkel para explicarle que ellos eran los verdaderos intérpretes del proyecto de Néstor Kirchner y lo justo que resultaba que el entonces presidente les permitiera monopolizar los apoyos para imponerse a los representantes del peronismo ortodoxo, de cómo Kunkel prometió transmitir la demanda a Néstor y cuál fue la respuesta final: militen, construyan poder, ganen elecciones y la exclusividad estaría garantizada. Sumemos nosotros lo siguiente: no se trataba de un invento ni de Néstor ni de Kunkel; se trata de una premisa peronista que – según los testimonios de viejos militantes de los 60 y 70 del siglo XX – la verbalizaba el propio Perón cada vez que algún sector le pedía garantías de apoyo ante un movimiento específico: “si ganan tienen todas las garantías”, respondía el viejo líder.

Eso no fue todo. El ministro les recordó que Alberto necesita fuerza y que la musculatura política se logra con votos que se traduzcan en legisladores nacionales que luego garantizarán la aprobación de leyes o la neutralización de iniciativas opositoras que atenten contra el proyecto. Es más, resaltó lo siguiente: “Alberto necesita armados políticos para que no vuelva Macri”. Ese es el contexto que le impedía excluir al PJ de Sáenz de armados electorales y la razón suficiente para que el Frente de Todos no descarte una interna con ese PJ a la hora de definir candidaturas nacionales. Síntesis: los armados responderán a criterios volcados a apreciar las consecuencias prácticas de una acción y no a las procedencias o motivaciones ideológicas de quienes se sumen cuando –digamos nosotros– la correlación de fuerzas no está resuelta hoy en favor del gobierno nacional.

No vamos a reflexionar aquí si el razonamiento es políticamente correcto o no. Hay argumentos para una y otra cosa. Lo seguro es que ese razonamiento fue expuesto con una claridad y la franqueza que provocaron que el mismo tardara un tiempo en digerirse. Hablaban de cargos nacionales, pero lo hablado impone al Frente de Todos local otra urgencia: el armado de una lista potente para las elecciones legislativas provinciales del 4 de julio. Comicios en donde deberá mostrar a la cúpula nacional que ellos también practican otra máxima de Perón: la política es para los que ganan.

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