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Cada derrota de la selección agiganta lo obtenido por Maradona

Las frustraciones demuestran lo difícil que es conseguir resultados exitosos en el máximo nivel, especialmente si no hay estructuras que apoyen a los jugadores.

La derrota de la selección argentina ante Francia determinó una nueva eliminación mundialista, la peor desde Japón/Corea 2002, pero otra más, al fin y al cabo. La seguidilla de frustraciones agranda cada vez más la etapa liderada por Diego Maradona. Demuestra que desde el juego y la estimulación anímica la época del 10 fue mucho más de lo que creemos. El campeonato de México 86 y el subcampeonato de Italia 90 fueron hazañas extraordinarias conducidas por un jugador descomunal y un técnico que pudo mantenerse firme gracias al apoyo de la dirigencia.

La grandeza de Maradona no opaca la de Lionel Messi pero pone en offside a quienes demandan éxitos a los jugadores actuales. Esos hinchas son, generalmente, los que consideran que no ganar la final de 2014 fue un fracaso en lugar de un logro importantísimo e inesperado en medio de un fútbol argentino en caída libre.

México: de la nada a la gloria me voy

El mundial que hizo la selección argentina en 1986 fue pasar del subsuelo a lo más alto. Nadie tenía fe en el equipo. Bilardo y su familia debían tomar recaudos para no sufrir agresiones en su casa. Maradona era tildado de “paquete”, ni hablar del resto de los jugadores. Pero el plantel y el DT tuvieron un apoyo clave: el de Julio Grondona. El presidente de la AFA respaldó al técnico a pesar de los intentos de destitución que llegaban hasta desde el gobierno de Raúl Alfonsín.

En el 86 Bilardo encontró el equipo a medida que pasaron los partidos. Recién en cuartos de final (en el famoso partido ante Inglaterra) pudo establecer una formación que se mantuvo hasta el último partido. Mientras tanto, se apoyó en el genio de Maradona, que no estaba en ese nivel por casualidad. Después de la frustración de haberse quedado en la puerta del Mundial 78 (Menotti lo desafectó del plantel a pocas semanas del comienzo) y de la derrota en España 82, el 10 se preparó como nunca para México. Además, recibió el apoyo de Bilardo, quien lo confirmó como capitán y único inamovible apenas asumió en el cargo.

Un verano italiano, una confianza argentina

En el 90, con un plantel diezmado y desgastado, el equipo tuvo fortaleza anímica para contrarrestar la falta de juego. Pero esa energía no nació sin razón sino que estuvo alimentada por el amor propio de un grupo de jugadores que tenían la confianza de ser los campeones del mundo vigentes y el liderazgo de un Diego Maradona golpeado por las lesiones en el Napoli pero con la cabeza levantada que siempre lo caracterizó. Habrá que preguntarse si en ese torneo Argentina tuvo suerte o si en realidad la arrastró la estela de excelencia que cargaba gracias al 10, al que nadie se le animaba. Ni los brasileros, ni los italianos. Nadie pudo achicar su figura. Incluso hoy, a 28 años de esa derrota en la final.

Maradona, durante el partido de octavos de final de Italia 90, frente a Brasil. Foto: archivo El Espectador.

Sin el 10 todo fue más difícil

Lo visto desde Estados Unidos 94 en adelante ha sido la confirmación de esa dificultad, de que al mundial no lo supera cualquier equipo así nomás. Nos recuerda algo que Maradona nos había hecho olvidar y aún hoy tiene consecuencias en nuestras expectativas: ganar es muy difícil.

La eliminación en octavos de final del mundial norteamericano fue la respuesta anímica directa a quedarse sin el 10 en pleno torneo. Desde Francia 98 hasta Rusia 2018, ya definitivamente sin Maradona en la cancha, la selección debió ser una vez más un equipo terrenal. Ni Messi pudo darle excelencia porque le faltó algo esencial: la estructura dirigencial que le brindara la tranquilidad necesaria para pensar solamente en el juego. Las idas y vueltas, el “qué desastre que son en la AFA” que instagrameó Lionel en plena Copa Centenario 2016 mostraban un declive inevitable que sólo se pudo sortear gracias a él. Pero no alcanzaba, no alcanzó y probablemente no alcance nunca.

La conclusión es que para que Argentina vuelva a salir campeón mundial necesita tener otra vez a un genio como Diego Maradona en estado de gracia. Un tipo al que le salgan todas en el momento justo y apile ingleses, brasileros, belgas e italianos.

Otra opción es trabajar en inferiores, en la estructura de los clubes, en el mejor reparto del dinero, en respaldar proyectos serios a largo plazo y establecerlos como política de estado más allá de las dirigencias y de los jugadores. En tener dirigentes decentes. Quizás así salgan más genios como Maradona y Messi. Quizás así las pelotas les lleguen mejor y no tengan necesidad de gambetear a medio mundo.

 

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