lunes 13 de mayo de 2024
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Los hombres de las cuatro décadas | Romero será protagonista en el Senado nacional y pater familia en Salta

El exgobernador se garantizó 39 años de cargos electivos. Como siempre, su histórico operador Ángel Torres le susurró las oportunidades electorales y ambos se preparan para hacer del salteño una pieza clave de la oposición nacional.

En diciembre próximo, Juan Carlos Romero cumplirá 33 años de ocupar cargos públicos electivos. Ingresó en el senado nacional en el año 1986 y estuvo allí hasta 1995, cuando asumió la gobernación que dejó en el año 2007, para inmediatamente retornar a la cámara alta nacional y ser reelegido en el 2013. Con los resultados de ayer, el exgobernador retendrá su banca hasta el año 2025 para coronar 39 años de cargos electivos.

Obtuvo un cómodo segundo lugar en la provincia producto de los 223.825 sufragios que representaron el 35,24 % de los votos; casi 80.000 más que los 143.612 sufragios de las PASO del 11 de agosto que aquella vez representaron el 22,58% del padrón. El porcentaje quedó a más de 10 puntos de Sergio Leavy; pero muy por encima del candidato “U”, Marcelo Lara Gros. La misión fue todo un éxito: retuvo la banca sin problemas y sin haber precisado del oficialismo “U”, que alguna vez le propuso ser parte de la lista que Urtubey soñaba encabezar como candidato a presidente.

En el todo, mucho tuvo que ver el histórico operador de Juan Carlos Romero: Ángel Torres, el hombre que conoció a Romero cuando este desembarcó en el senado a fines de los años 80´ y se convirtió en pieza clave del armado y la campaña que depositó a su jefe en la gobernación de Salta en 1995. A casi un cuarto de siglo de aquel momento, Torres sigue identificando oportunidades políticas y electorales que ayudan al jefe a mantenerse en el lugar en que el “jefe” quiere estar. Fue en el despacho que el salteño posee en el senado de la nación donde Torres diseñó la campaña que incluyó visitas permanentes a la provincia para monitorear las tareas planificadas a partir de diagnósticos precisos.

Un seguimiento de las declaraciones que Torres emitió desde principio de año a los medios locales evidencian que dos de sus sentencias resultaron clave para el logro del objetivo 2019. La primera de ellas circuló desde el año 2018, cuando decretó que la “tercera vía” era imposible en un país agrietado y sugería descartar la posibilidad de que Romero se montase al proyecto presidencial de Urtubey. La segunda cobró fuerza tras el anuncio de la fórmula Alberto – Cristina que provocó una ola de entusiasmo peronista a la que Romero – quien nunca tuvo un minuto de kirchnerista – no se sumó, aun cuando Torres podía incluir al senador en el largo abrazo que proponía Alberto Fernández.

Así las cosas, el deslizamiento hacia el macrismo era inevitable y a Torres se le atribuye las predicciones más optimistas:  aun saliendo tercero en las PASO del 11 de agosto, la debacle de Consenso Federal en el país afectaría a la fórmula y a los candidatos salteños en octubre, con lo cual Romero se quedaría con el segundo lugar. Allí pecaron de prudencia: la debacle de Consenso Federal también ocurrió en Salta también durante las PASO de agosto, Romero quedó cuatro puntos por encima del candidato de Urtubey y todo se volvió más sencillo de lo imaginado de cara a octubre: hoy se impuso por más de 20 puntos a Marcelo Lara Gros..

A la correcta estrategia diseñada, debe sumársele el factor suerte: hablamos de esa rara alquimia de situaciones fortuitas que producen un escenario excepcional que el afortunado aprovecha sin haberlas generado. Mencionemos algunas: la desbocada campaña del “Sí, se puede” a la que se lanzó Macri sirvió para alambrar al votante antik al que Romero interpeló en la “plaza salteña” arengando a los gritos a un público que terminó sintiéndolo suyo; su rol de anfitrión de Miguel Pichetto y Patricia Bullrich reforzaron lo ya dicho; y el triunfo de su hija Bettina en las PASO salteña que claramente robusteció el apellido en un momento más que oportuno.

La suma de esos factores explica lo de hoy y permiten enfatizar lo siguiente: Juan Carlos Romero ya no será el gran elector de otros tiempos, pero mantiene su condición de “jefe” capaz de tomar decisiones trascendentales sin necesidad de pedir el visto bueno de un superior. La vigencia de esa condición en esta etapa de su vida, consolidará su rol de pater familiae que a propios y extraños les recuerda que nadie puede insubordinarse y creer que se sale fresco del intento; mientras explica que los jefes ni quieren ni odian mucho, solo se preguntan qué sirve y qué no a ciertos intereses.

No menos curioso resulta otro aspecto: la situación nacional y su propio logro amenazan con arrebatarle la mansa vida que – según algunos – tenía planificada para su nuevo periodo en el senado. Y es que el “cristinismo” será fuerte en la cámara alta nacional y el macrismo pierde senadores clave, como Miguel Ángel Pichetto, Federico Pinedo y hasta el propio Rodolfo Urtubey, que presidía comisiones fundamentales y siempre actuó en consonancia con el oficialismo nacional. La orfandad de figuras de la ahora “oposición” no peronista requerirá del exgobernador salteño, que no podrá rechazar el convite y ante ello exigirá un puesto destacado.

En eso debe andar pensando ahora su fiel escudero Ángel Torres quien – lo dijimos – identifica posibilidades electorales y políticas que ahora deberá desplegar en un escenario como en el senado de la nación, del que no hay pasillo y puertas que no conozca para saber cuáles hay que evitar o tocar para aceitar contactos y sellar los acuerdos que pongan al “jefe” en el lugar que el jefe -o su operador- consideren que debe estar.

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