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La “madre del pobrerío” | Macacha Güemes, la revolución en Salta con rostro de mujer

Nació el 11 de septiembre de 1787. Compartió con Martín Miguel el manejo político de la ciudad de Salta durante los años de la revolución. Murió el 7 de junio de 1866, el mismo día en que su hermano fue herido de muerte en el centro de la ciudad.

A continuación y en homenaje a los servicios de Macacha a la revolución de la independencia, reproducimos extractos del capítulo que el libro “Los Malditos. Hombres y mujeres excluidos de la historia oficial de los argentinos” le dedicara a la salteña.

(…) En 1806, su hermano Martín Miguel, fue llamado para acudir a la ciudad de Buenos Aires, ocupada por la invasión inglesa. En noviembre de 1807 falleció el padre de ambos, y en 1809, cuando Macacha tenía 22 años, nacía su hija Eulogia.

Conocidos los sucesos de mayo de 1810, la sociedad salteña se dividió entre patriotas y realistas. En un principio, el gobernador de entonces, de espíritu conservador, mantuvo una actitud ambivalente. En la casa de los Güemes, en cambio, comenzaron los preparativos en apoyo a Buenos Aires: Martín Miguel con el grado de Teniente se alistó en las filas del Ejército Auxiliador del Norte y propuso un plan de defensa contra la temida ofensiva realista desde el Alto Perú. Mientras él reunía cerca de setenta voluntarios para formar una partida gaucha, Macacha convirtió su casa en taller de costura para vestir a los miembros de la Partida de Observación, junto con sus primas (…)

Macacha compartía los esfuerzos de la guerra, haciendo aportes en dinero o como improvisada enfermera en los campos de batalla, asistiendo a los heridos de uno y otro bando. Asumió también arriesgadas tareas de espionaje para obtener información para el ejército patriota, sobre todo después de la derrota de Huaiqui, cuando los realistas invadieron la ciudad de Salta, hecho que se repetiría en ocho oportunidades entre 1814 y 1821.

En marzo de 1813, su esposo el capitán Tejada, fue hecho prisionero por los realistas en Potosí, donde permaneció cautivo durante un año hasta que logró huir y volver a su hogar. En adelante combatirá en el ejército de Vanguardia que comandaba su cuñado. Macacha visitaba los campamentos, hacia ropa y recorría las tropas a caballo arengándolas.

Enérgica y generosa, cuando su hermano fue encumbrado en la gobernación de la provincia, el 5 de mayo de 1815, actúa como verdadero Ministro sin cartera en quien el caudillo deposita toda su confianza y a quien consultara en los momentos más difíciles de su gestión.

También empleó su sagacidad para resolver los asuntos del corazón de su hermano: Martín estaba comprometido con una hija del coronel Pedro José Saravia pero simultáneamente mantenía una relación con una viuda de la alta sociedad. Próximo a la fecha de la boda, el Coronel le exigió desterrar a la dama en cuestión; Güemes se negó, por lo que el compromiso se deshizo y la fama del caudillo se vio amenazada: Macacha tomó cartas en el asunto y arregló un encuentro entre su hermano y su prima Carmen Puch (…) el nuevo enlace quedó establecido para el mes de Junio.

En 1816, Macacha apareció como mediadora en uno de los conflictos más graves de su hermano: el General Rondeau, por considerar que prohijaban el “relajamiento y la disciplina” de la tropa separó al caudillo. Güemes, seguro de que la derrota de las fuerzas patriotas era inminente y decidido a defender Salta del inevitable avance realista, se apoderó de quinientos fusiles del Parque de Reserva del Ejército para armar sus partidas. El desastre de Sipe Sipe, de noviembre de 1815, le dio la razón. Rondeau se replegó e intimó al gobernador a que acatase su autoridad, devolviera las armas e incorporase sus hombres al ejército regular. La negativa de Güemes llevó a la lucha civil. El 13 de marzo de 1816, tres mil quinientos soldados veteranos tomaron la ciudad de Salta pero tres días después, aislados, buscaron refugio en la hacienda de Tejada, el esposo de Macacha. Derrotado en su táctica ofensiva, Rondeau recurrió a la intervención de Apolinario de Figueroa quien, gracias a la habilidad y talento político de Macacha, consiguió una entrevista con Güemes. De esta manera se firmó la paz de los Cerrillos, el 22 de marzo de 1816. Rondeau volvió a Jujuy y Güemes, con el apoyo de Macacha, quedó al frente de la provincia.

Con la independencia, el caudillo recibió todo el respaldo de Pueyrredón y San Martín. Ella continuó como consejera de su hermano que por entonces gobernaba con puño de acero ante la permanente ofensiva realista. Su misión era cuidar la frontera norte, mientras San Martín iniciaba su expedición libertadora desde Mendoza.

Tras años de guerra, la provincia estaba virtualmente “arruinada”, la asistencia del gobierno central era casi nula. Güemes debió recurrir a los altos impuestos, actitud que le restó apoyo. En 1819, se produjo la primera conspiración a cargo de Facundo de Zuviría, la cual fue vencida por la eficaz política del caudillo. Macacha logró intermediar pues los conspiradores fueron hechos prisioneros: logró la benevolencia de su hermano salvándoles la vida. Macacha se convirtió así en un elemento de moderación de ese difícil periodo, pues a ella recurrían los perseguidos políticos en busca de asilo y clemencia.

En los primeros meses de 1819, el Congreso sancionó la primera Constitución, la cual fue apoyada por Güemes quien la aceptó a pesar de su carácter unitario, pues creía que sería un elemento esencial para lograr la unidad de las provincias. El cabildo salteño prestó juramento a dicha Constitución: los opositores se organizaron en un partido conocido como Patria Nueva, dominado por Zuviría, Juan Marcos Zorrilla, Damasco de Uriburu, Mariano Benitéz y José de Gurruchaga. José Ignacio Gorriti y Macacha, en respuesta, fundaron la Patria Vieja, rescatando la figura del Caudillo salteño.

Güemes se había comprometido a apoyar a San Martín, y solicitó más tropas a las demás provincias, pero en su paso por Tucumán el gobernador Bernabé Araoz las retiene y el caudillo se vio obligado a bajar a ese lugar. Aprovechando las circunstancias, el 24 de mayo de 1821, los opositores se apoderaron del gobierno de Salta y organizaron la resistencia contra él. Los sublevados intentaron acercar a Gorriti, pero éste prefirió aguardar el regreso de Güemes.

Recuperado el control, el caudillo ordenó el saqueo de las tiendas y casas de los conspiradores. La suerte de Güemes estaba echada; por el norte los realistas; y desde Tucumán, Araoz y varios más, apoyaron a los tropas españolas para sacarse al caudillo de encima. Momentos antes de la emboscada que terminaría con la muerte de Don Martín Miguel de Güemes, el 17 de junio, Macacha le había hecho saber que uno de los paisanos había visto a los realistas cerca del centro de Salta. El aviso no tuvo éxito y herido por una partida enemiga, Güemes murió poco después en su campamento. Tras estos acontecimientos, se arregló una tregua y Salta se dio su primera Constitución por la cual dejó electo gobernador a Don Antonio Fernández Cornejo.

En adelante, Macacha, volcará todas sus energías a la organización de la Patria Vieja, el partido güemista. La ausencia de su hermano fue un hecho muy difícil de aceptar para esta luchadora. Fue, según sus propias palabras, uno de los mayores dolores de su vida.

En contacto permanente con las tropas gauchas, que la habían bautizado “Madre del pobrerío”, a comienzos de 1821, se propuso sublevarlas. Para debilitar la influencia del gobernador Cornejo hizo correr la voz de que éste pensaba eliminar a los Saravia y su familia, por haber sido colaboradores y amigos de Güemes. El ardid dio resultados. El jefe de la conspiración del 24 de mayo, Saturnino Saravia, se declaró partidario de la Patria Vieja, argumentando que “había sido arrastrado a esta situación por los acontecimientos…”. Ante el pedido de renuncia que le exigió el Ejército, el gobernador contraatacó y tomó prisioneros a Macacha, su esposo, su madre, otros hermanos de ella y demás implicados. El gauchaje enardecido que sentía adoración por las mujeres de la familia Güemes, saqueó la ciudad el 22 de septiembre de 1821, en uno de los hechos más cruentos que vició Salta, conocido como la revolución de las mujeres.

Fernández Cornejo huyó y Macacha y sus partidarios consiguieron que la Sala de Representantes de la provincia designara nuevo gobernador a José Ignacio Gorriti, amigo íntimo y colaborador del desaparecido caudillo.

Reimplantado el orden, hubo un periodo de relativa estabilidad pero cercano el 24 de mayo de 1822, los miembros de la Patria Nueva se aprestaban a celebrar el aniversario de la revuelta que había depuesto a Güemes en tanto, sus oponentes iban a festejar el 31, fecha en que el caudillo había hecho su entrada triunfal en Salta, desbaratando la conjura. Sólo la intervención de Macacha y su madre pudo detener una nueva ola de violencia. A partir de aquí, ambas participarían de las sucesivas revueltas internas.

Así, en la revuelta Federal de febrero de 1826, contra el gobernador Álvarez de Arenales, Macacha intervino junto a su primo, Manuel Pucha. Después de la derrota de Arenales en Chicoana, el “güemismo” se impuso y colocó al frente de la gobernación a Gorriti. Seis años después, Macacha se declaró partidaria del sistema Federal, manteniendo una asidua correspondencia con el caudillo riojano Facundo Quiroga.

En 1836, participó del acto de repudio al ex gobernador José Antonio Fernández Cornejo y colaboró con la llegada del General Felipe Heredia a la gobernación de la provincia, aliado de Juan Manuel de Rosas.

Hacia 1840 la guerra de la Confederación Peruana/ Boliviana dejó exhaustas a las provincias del norte y la propaganda de los miembros de la “Nueva Generación”, como los tucumanos Juan Bautista Alberdi y Marco Avellaneda, las alentaron a desconocer la autoridad de Rosas. El 24 de septiembre se formó la Liga del Norte: Macacha fue invitada de honor al Baile que celebraron los miembros de la Liga en casa de la familia Ugarriza y Moldes. Presentes en el acto, el General Juan Lavalle invitó a la “legendaria” Macacha a danzar juntos la pieza con que se inauguró dicha fiesta.

Desde entonces, se retiró a la vida familiar a disfrutar de la compañía de su nieto Virgilio Tedín, quien se convertiría en jurisconsulto y magistrado de gran prestigio. Anciana, a los 79 años, la mujer que había intervenido en los momentos más importantes de la historia de su provincia, falleció en la ciudad de Salta el 7 de junio de 1866; el mismo día en que su hermano había sido herido de muerte en el centro de la ciudad.

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