Testimonios de especialistas y diversos informes muestran qué sucede con el entorno de las niñas madres y por qué la situación es diferente a la maternidad adolescente. El NOA y el NEA concentra los mayores índices.
La periodista Mariana Carbajal publicó ayer en Página 12 un artículo que da cuenta del problema. Los resonantes casos que se hicieron público, son parte de una realidad que el Estado no quiere ver y sobre la cual se hace poco: “cada año, en el país, se producen poco menos de tres mil nacimientos de madres menores de 15 años, una cifra que se viene manteniendo más o menos estable hace décadas y significa que 8 niñas de 14 años o menos dan a luz, cada día”, enfatiza Carbajal quien asegura que el embarazo infantil forzado ha sido “históricamente invisibilizado bajo las cifras y diagnósticos sobre embarazo y maternidad adolescente.
En ese marco, se entrevistó a la abogada rosarina Susana Chiarotti, quien fue coordinadora regional del Comité Latinoamericano y del Caribe para la Defensa de los derechos de las Mujeres (Cladem), que lanzó la Campaña “Embarazo Infantil Forzado es Tortura”.
Chiarotti contó el caso de la niña que a los 10 años fue embarazada en Paraguay a partirt de una violación de su padrastro y obligada a parir en 2015 –encerrada por el Gobierno en un hospital de la Cruz Roja–: “Depresión, intentos de suicidio, descalificación, pérdida de la autoestima, son algunas de las secuelas que deja a nivel psicológico”, declaró Chiarotti quien asegura que estos embarazos precoces, forzados, traen consecuencias físicas, sociales, culturales, y económicas, agrega Chiarotti.
Las niñas de 14 años o menos sufren más complicaciones durante el embarazo y el parto, que a esa edad son de alto riesgo. “Como en muchos casos aún no está formado el piso pélvico, los partos son peligrosos”, puntualiza la experta.
Estadísticas
El Censo 2010 mostró que casi 2 de cada 100 adolescentes de 14 años en la Argentina ha sido madre. En 2015, dieron a luz 2265 chicas de esa edad; 432, de 13; 79, de 12; y 11, de 11 años, de acuerdo con cifras oficiales. Se trata de una endemia que ocurre, silenciosa, mientras el entorno familiar, pero fundamentalmente el Estado, a través del sistema de salud y el educativo, les da la espalda: no llega a garantizarles educación sexual integral y que continúen en la escuela –la mayoría abandonó antes del embarazo o al enterarse–, no indaga sobre el contexto en que se gestan estos embarazos no buscados, no favorece la entrega de anticonceptivos a las menores de 15 años, no les ofrece el aborto legal y en muchos casos, incluso, cuando lo piden, pone obstáculos arbitrarios, según advierte un informe de Unicef sobre la problemática que lleva como título “Embarazo y Maternidad en adolescentes menores de 15 años. Hallazgos y desafíos para las políticas públicas” y que fue publicado en 2017. Es una extensa radiografía del problema.
Los estudios cualitativos muestran que un porcentaje significativo de estas niñas forzadas a ser madres se da cuenta de su embarazo entre los 5 y los 7 meses, plantea el informe. “El miedo, la sorpresa y la angustia son los sentimientos que dicen atravesar al conocer su estado. Las reacciones del entorno familiar varían desde el apoyo, la sugerencia de realizar un aborto, el enojo o la negación de las situaciones de abuso sexual, incluso cuando la niña lo refiere”, señala la investigación de Unicef. A poco de conocer su situación, estas niñas suelen ser presionadas por su entorno para asumir la maternidad: “Tenés que ocuparte de la criatura”, les dicen.
La Ciudad de Buenos Aires es la jurisdicción con la tasa de fecundidad de adolescentes menores de 15 años más baja, con 0,39. Chaco, con un máximo de 5,18, tiene la más alta. Prácticamente la mitad del total de estos nacimientos se concentra en tres provincias: Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, debido a su importancia poblacional sobre el conjunto nacional. “Sin embargo, la maternidad adolescente adquiere una mayor incidencia en provincias del NEA y NOA, donde las tasas de fecundidad de este grupo etario resultan significativamente más elevadas que las del conjunto nacional”, destaca Unicef.
La violencia machista es marca clave en estos embarazos, de acuerdo con indagaciones cualitativas. Un porcentaje significativo es producto de una violación, señala el informe. Se presume que se dan en el marco de relaciones desiguales, atravesadas por algún tipo de abuso de poder, coerción sexual o la falta de conocimiento de que podrían estar consintiendo una relación, explica Unicef.