Fue vicepresidente de Roque Sáenz Peña y luego lo reemplazó en la primera magistratura. En su casa de La Recoleta que el cacheño ocupó hasta su muerte se forman 1445 futuros espías reclutados por la Agencia Federal de Inteligencia.
La casona aristocrática se ubica en el tradicional barrio porteño, más precisamente en Libertad 1235, entre Juncal y Arenales. Allí vivió el expresidente Victorino de La Plaza hasta su fallecimiento en 1919. Nueve años antes, el salteño nacido en Cachi en el año 1840 llegó a la vicepresidencia acompañando a Roque Sáenz Peña en el binomio del Partido Autonomista Nacional. Su historia anterior es singular: hizo la escuela primaria en una institución pública y de niño y adolescente vendió diarios, jabones y empanadas hasta que fue becado por el gobierno de Justo José de Urquiza para cursar en el Colegio del Uruguay, Entre Ríos, dónde fue compañero de Julio Argentino Roca.
Ya en Buenos Aires y como estudiante de filosofía comenzó a trabajar en la Contaduría Nacional pero abandonó todo y se sumó a los batallones que participaron de la Guerra de la Triple Alianza siendo galardonado por el gobierno de Uruguay por su desempeño en los combates de Estero Bellaco y Tuyutí y ascendido al grado de capitán por el presidente Bartolomé Mitre. Tras el conflicto y de nuevo en Buenos Aires, estudió abogacía y fue apadrinado por Dalmacio Vélez Sarsfield. Participó de la redacción del Código Civil, fue abogado de bancos y diplomático apostado en Londres donde, en 1890, renegoció la deuda externa del país por encargo del presidente Pellegrini.
Ya como vicepresidente debió reemplazar a Sáenz Peña que solicitó una licencia por enfermedad de la que nunca pudo volver. Como presidente en ejercicio reglamentó la ley de voto universal secreto y obligatorio y declaró la neutralidad argentina en la Primera Guerra Mundial. Es considerado el último presidente del período conservador y fue el encargado de entregar la banda presidencial a Hipólito Yrigoyen.
Sin hijos que lo hereden dejó dineros, libros y mapas a la UBA, a los hospitales de Salta y a la Biblioteca Pública de Cachi. Su casa, mientras tanto, es hoy sede de la usina de “espías” de la AFI, ex Side. En ese edificio el sistema secreto recluta, adoctrina y especializa futuros a través de cursos, seminarios y posgrados como paso previo a formar parte del plantel formal de espías.
En base a testimonios de docentes y a la lectura de documentos internos, el Equipo de Investigación del diario Perfil reconstruyó el proceso de selección de egresados, de dónde provienen los aspirantes a trabajar en “La Casa” y qué contenidos se dictan. Según datos del organismo, la AFI cuenta con 1.445 agentes, casi 400 menos desde que asumió Macri. En el presupuesto de 2019 se destinado para el organismo 2.697 millones de pesos, un 34,1% más que en 2018.
“La ENI (Escuela Nacional de Inteligencia) forma toda la estructura orgánica y funcional, que se divide en tres tipos personal: personal de seguridad, personal de inteligencia y personal de apoyo, como personal no docente, maestranza y administrativos”, enfatiza el equipo de investigación. Y aunque la web de la AFI informa de convenios de cooperación académica con varias universidades públicas y privadas del país para reclutar aspirantes de espías, la principal forma de ingreso es endogámica: los que llegan a través de recomendaciones de personal orgánico; los que se incorporan gracias a contactos políticos; y los que provienen de sectores influyentes de las Fuerzas Armadas y de Seguridad.
“En el edificio donde se forman los futuros espías argentinos se dicta una Maestría en Ciberdefensa y Ciberseguridad y una Especialización en Inteligencia Estratégica y Crimen Organizado con docentes de la universidad pública más importante del país”, remarca el informe de Perfil.
Los requisitos para ser un espía es ser argentino nativo, naturalizado o por opción, alcanzar durante el año de ingreso la mayoría de edad, poseer la aptitud psicofísica compatible con la función y tarea a desempeñar, acreditar la formación requerida para integrar el plantel, aprobar los programas de capacitación que se establezcan y encontrarse habilitado para el ejercicio de un cargo público. Como antesala a comenzar el curso de ingreso en la ENI, se realizan exámenes físicos, psicológicos y cognitivos
El Equipo de Investigación reconstruyó el plan de estudios y los contenidos que se dictan en las aulas para espías. “Los cursos de ingreso constan de tres niveles de entre 4 y 5 materias. Se brindan los siguientes conceptos: Inteligencia, Contrainteligencia, Normas y Procedimientos Administrativos y Análisis de Inteligencia”, enfatiza el informe. El cuerpo docente se compone mayoritariamente de personal militar retirado especializado en inteligencia, fundamentalmente, profesores y ex profesores del Instituto de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (IIFA).