lunes 29 de abril de 2024
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Varones hegemónicos en Salta | A dos años del Tetazo que postuló la “Soberanía de los cuerpos”

Fue en repudio al operativo que impidió que tres mujeres hicieran topless en Necochea. Fue atacada por la “gente decente” que cuestionan al movimiento de mujeres para defender crujientes valores patriarcales y de clase. (Esmeralda Siuffi)

Un 7 de febrero del 2017, como parte de una convocatoria a nivel nacional para protestar contra el operativo policial que impidió que tres mujeres hicieran topless en Necochea un 28 de enero, se organizó también en Salta el Tetazo al pie del Monumento a Güemes. Aquella demostración de fuerza femenina fue cuestionada y castigada ininterrumpidamente y se pronuncian los trazos del patriarcado en el diseño social salteño.

La reacción no demoró en hacerse oír. El por entonces concejal por el PRO de Salta Capital, Andrés Suriani (ahora Diputado Provincial), un diputado nacional por la misma fuerza Guillermo Durand Cornejo ahora Senador Provincial y un ex Ministro de Trabajo Nacional, Armando Caro Figueroa, salieron con los tapones de punta a “nombrar” el mundo según el patriarcado y a condenar el Tetazo y a sus protagonistas.

La gente decente -calificación que esgrimida por el historiador Gregorio Caro Figueroa a los sujetos-objeto de su análisis sobre los orígenes de las diferencias sociales en Salta, puede aplicarse a las y los portavoces del patriarcado salteño- no podía sino descalificar a las mujeres que se pusieron al cuerpo salir a la calle y proponer una protesta pacífica donde sus cuerpos no fueran territorios de conquista ni objeto de intercambio para la prostitución ni la trata.

Este discurso homogéneo de la gente decente ¿Constituye una práctica habitual legitimadora de la inferioridad de las mujeres? Si esto es así, ¿Cómo visibilizarla y contribuir a la deconstrucción de la misma? Se enuncia entonces, la intención de denunciar aquella práctica discursiva por parte de políticos salteños, que evidencia con matices, la legitimación de múltiples formas de violencia contra las mujeres. Práctica discursiva cuya caja de resonancia son los medios de comunicación locales.

Con liviana naturalidad Suriani, Durand Cornejo y Caro Figueroa para 2017 expresaron su desprecio por las mujeres en un contexto de crecimiento exponencial de femicidios en Argentina y, específicamente, en Salta, contexto que persiste aumentándose una variante en la modalidad de violación en banda, y que en llamativa coherencia con el aumento de la violencia física a mujeres se ha agudizado también la militancia machista del diputado Suriani, desconociendo marcos jurídicos vigentes de protección de los derechos de las mujeres y postulando y promoviendo un odio incesante a las mujeres libres, al punto de extremar este pronunciamiento imputando a Ana Quinteros por expresarse públicamente a través de un meme donde se lo nombra para disciplinar al feminismo local, buscando normativizar no solo sus cuerpos sino también el pensamiento que los moviliza.

Andrés Suriani (izquierda), Guillermo Durand Cornejo (centro), Gregorio Caro Figueroa (derecha).

¿Qué tienen en común las opiniones de estos funcionarios y políticos salteños?

Haciendo un breve repaso de las opiniones expresadas en diversos medios de comunicación locales por el triduo mencionado, se comparte en primera instancia, el emitir discursos machistas en un contexto de agravamiento de la violencia contra las mujeres.

Andrés Suriani, titulando “Sobre el Tetazo / Hay tetas que valen la pena”, da por sobreentendido que hay mujeres que sí valen la pena y otras que no, siguiendo la lógica argumental de sus dichos, las que valen la pena son aquellas que se apegan a ese “orden natural” y a las costumbres, las que estuvieron/estuvimos en el Tetazo no, las feministas entonces, no valemos la pena para Suriani.

Guillermo Durand Cornejo, en la misma línea que Suriani, directamente ataca a las mujeres que se manifestaron en el Tetazo del 7F, adjetivándolas de “trasnochadas que nos quieren lavar la cabeza”. Es llamativa la foto que acompaña la nota, tras un escritorio, vociferando y con el dedo levantado, representa más que a un legislador a una autoridad emitiendo sentencia y dictaminando culpabilidades a los gritos donde la sentencia es: la mujer que lucha es una trasnochada, entre líneas, la mujer libre es puta.

Armando Caro Figueroa, ex Ministro de Trabajo de Carlos Menem, indicó en una columna de opinión, que “Exhibir chichis para protestar es fruto de un error de apreciación y una concesión a la vulgaridad. Una trampa articulada pensando en una conjetural guerra de sexos, que podría entenderse quizá en algunas de las otras especies que habitan el universo.” Se deduce de su “opinión”, que las mujeres que se expresaron a lo largo y a lo ancho del país en el Tetazo del 7F, no saben/no sabemos hacer lecturas políticas para tomar medidas de protesta y son/somos vulgares y tramposas.

Los discursos de Suriani, Durand Cornejo y Caro Figueroa arremeten con claridad buscando aprobación entre la opinión pública: deslegitimar las medidas de protesta de las mujeres menospreciando su capacidad política para definir los términos de su propia lucha y, además, descalificarlas desde su propia medida valorativa: la de patriarcas salteños.

Dice Femenías «…nunca se insistirá suficientemente sobre la necesidad de hablar de formas de violencia menos visibles contra las mujeres. Y no por ello menos eficaces, tales como la desigualdad en la distribución del dinero y del poder, la organización del ámbito familiar, ciertas prácticas sanitarias, la desconfirmación constante de sus capacidades, etc. Es decir, hay violentamientos económicos, políticos, laborales, legales, simbólicos o subjetivos que conducen a lo mismo: sostener la «natural» inferioridad femenina. Porque, si las mujeres son inferiores, es «natural» que ocupen puestos de subordinación y/o de exclusión».

¿Será por eso que de entre 23 senadores provinciales, solo 3 son mujeres, será por eso que de entre 60 diputados provinciales solo 12 son mujeres? En Salta entonces de un total de 83 legisladores solo 15 son mujeres, es decir un escaso 18% de representación femenina.

Por eso, se retoma la cita de Femenías, quien podría ponerle palabras a lo que están haciendo los decentes de Salta desde la aparente ingenuidad. Si “El discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse” (Foucault, 1970), entonces aquellas declaraciones, no son solo desafortunadas, sino que son discursos que traducen una lucha: la lucha por discutir de quiénes son los cuerpos de las mujeres, y qué lugar ocupamos las mujeres en las polis contemporáneas.

Los discursos de los funcionarios salteños desbordan androcentrismo -visión que sitúa al hombre como medida de todas las cosas-. Esta concepción de la realidad tiene como premisa que la mirada masculina es la única posible y universal, por lo que se impone para toda la humanidad, sean hombres o mujeres y su consecuencia se traduce a la invisibilidad de las mujeres y sus mundos, su sensibilidad, y su presencia y aportes a la historia, la economía, la política, las artes y la cultura en general.

Suriani afirma en el diario digital Qué Pasa Salta, que “el Tetazo nos enseña nuevamente el evidente desacierto en el que caen los grupos radicalizados de activistas feministas que supuestamente representan y defienden los derechos de las mujeres…es otra de las tantas ingenuidades a las que conduce la llamada ideología de género, que basada en conceptos reñidos con la naturaleza y las costumbres solo pueden conducir a conclusiones absurdas como la señalada”.

Durand Cornejo indicaba refiriéndose al Tetazo: “Hasta el nombre es desagradable, nos quieren imponer estas cosas que las mujeres tienen que ser asexuadas y los hombres asexuados, déjense de tanta macana”. Por su parte Caro Figueroa, sentencia que “lo que verdaderamente conmueve al varón refinado y no machista es la espalda femenina en todo su recorrido.”

Ante estas tres opiniones, una se puede preguntar, si los tres apelan a lo mismo: normativizar el cuerpo de las mujeres (Femenías, 2013). Y lamentablemente la respuesta es sí: normativizar cuerpos que les son rebeldes, ajenos, indiferentes o incluso contestatarios. Cuerpos de mujeres libres. Cuerpas. Sobre estas declaraciones, no se registraron repudios por parte de ningún representante oficial del Estado, ni de representantes de organizaciones sociales. En el caso de representantes institucionales, incluso cuando su tarea está directamente vinculada con el abordaje, prevención, sensibilización y erradicación de la violencia de género, no emitieron opinión, lo que agrava aún más la situación.

Las opiniones de todos estos funcionarios tienen en común ser las declaraciones de lo que Marcela Lagarde denomina hombres genéricos “El hombre genérico sintetiza un conjunto de atributos: ser paradigma de los humanos y representación universal simbólica de mujeres y hombres, ser dueño del mundo, de los bienes reales y simbólicos, de las mujeres y su prole. Ser hombre implica ser el que hace, crea y destruye el mundo con legitimidad; es ser que piensa, significa y nombra el mundo, el que sabe, el poseedor de la razón, de la verdad y la voluntad.” (Lagarde, 2001)

Desde luego, que las declaraciones de los tres “señores”, responden al paradigma del hombre genérico, al paradigma de los varones hegemónicos “¿Cómo reaccionan ciertos varones ante la desilusión que ocasiona la pérdida de los privilegios naturales y la ficción de que sus goces se vean menguados ante el abandono de las mujeres del polo de la pasividad?” Aquellos resentidos por su expulsión del goce del estatus que la posición-varón garantiza remodelan la acción coercitiva patriarcal, inaugurando nuevas formas colectivas de sometimiento de las mujeres…su efectividad radica en que sus acciones son públicas, y sus consecuencias se exhiben al público en los “cuerpos ejemplificadores”; es decir, cuerpos disciplinados, aterrados, sumisos, pasivos, muertos. (Femenías, 2013)

Foto: La Gaceta.

Las mujeres pueden/podemos recuperar sus/nuestros cuerpos para sí, aunque esto, genere como contrapartida una exacerbación de los discursos machistas de la sociedad patriarcal en la que se sitúan y desde donde ellas cuestionan ese orden presentado como natural, vigente y justo por los portavoces de su sometimiento y subordinación. Acaso nunca más apropiado el concepto de “guión” propuesto por Femenías para explicar la coherencia de las declaraciones de los políticos salteños “El guión del mensaje es claro. Por acción o por omisión escriben con sangre un mensaje público cifrado a la sociedad: “No perderemos nuestro estatus igualitario en tanto que varones mientras tengamos mujeres a quien someter”. La gama es amplia: va desde el insulto o la desconfirmación de una mujer (o de las mujeres en general) hasta la crueldad más extrema: “Volveremos a ser quien mande, aunque para ello debamos incrementar la crueldad apropiándonos del cuerpo de las mujeres e inscribiendo en ellos nuestro mensaje de poder y dominio” parecen afirmar implícitamente algunos varones.” (Femenías, 2013)

Los varones salteños, están guionados, y de allí emerge la consistencia del ataque, y lo artero de la práctica discursiva atomizante y polarizadora a favor del patriarcado provincial. A su vez, la prensa escrita salteña, reproduce estos guiones. Al respecto, indica la Defensoría del Público que “Las personas que deciden qué y cómo contar las noticias muchas veces desconocen los marcos legales específicos sobre el tema que abordan, como es el caso de la Ley 26.485, de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres o la propia Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual en sus artículos 3M, 70 y 71 (Introducción a la Perspectiva de Género en Medios Audiovisuales, 2017)

¿Cómo pasamos en dos años de convocar exitosamente a un Tetazo al pie del Monumento a Güemes a contar con la artista Euge lopez detenida por filmar un atropello policial en el centro de Salta Capital, a Teresita Frías tratada de “burra” por Javier Milei, el economista mediático, a la periodista Natalia Fernández golpeada y detenida por la policía local en una represión a hinchas de Juventud Antoniana y a Ana Quinteros imputada por hacer un meme político aludiendo al diputado provincial de Cambiemos Andrés Suriani?

Las mujeres que se indignan ante una arbitrariedad impuesta y en consecuencia hablan, preguntan, interpelan, se plantan, y militan la libertad y la igualdad, generan respuestas por parte del patriarcado traducidas a golpizas verbales y/o físicas, más si esto trasciende a la opinión pública donde sus acciones conllevan el debate y la reflexión, se las castiga incluso judicialmente con causas asociadas a desobediencia civil, amenazas, y similares, todas indicando que están subvirtiendo un orden, el orden. La pregunta es ¿qué orden? El patriarcal, claramente.

A dos años del Tetazo, el panorama de la lucha por el discurso en Salta, se hace más evidente, cuando se trata de mujeres y mujeres que protestan, mujeres que expresan sus pensamientos. Entonces hay condena; condena mediatizada por el triduo Suriani, Cornejo y Caro Figueroa; condena policial a través de golpes y encierro, y condena judicial por el peso de causas a medida.

La gravedad de las acciones de los decentes, es su efecto docente: enseñan al conjunto de los hombres que esto es lo deseable y bueno para su género porque su pretensión es “pedagógica”: transmiten su opinión, su forma de pararse en el mundo como lo “correcto” para cualquier “hijo de vecino”, su pretensión deleznable es socializarnos en la barbarie patriarcal.

Eugenia López docente y artista, Teresita Frías y Natalia Fernández periodistas y Ana Quinteros activista feminista, tienen en común que llevan en sus nombres y en sus cuerpos el peso de ser mujeres libres que en Salta preguntan, filman, publican y crean un nuevo orden social en el que podemos ser mucho más que tildadas de trasnochadas tramposas que no valemos la pena, este peso se aliviana si y solo si, es un peso compartido por el colectivo de mujeres.

Buena ocasión para compartir las cargas, será la organización del 8 de marzo, cuando estamos a un mes de recordar activamente el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, día en el que levantaremos una vez más las banderas feministas que nos dan vuelo para seguir soñando un mundo donde podamos elegir nuestros destinos.

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