Se trata de «Fronteras», de Lucía Salinas, que puede descargarse de manera gratuita. El trabajo repasa la historia de la mujer que murió en una zona «donde todo está librado a la suerte».
El caso de Liliana Ledesma, la salteña asesinada por narcotraficantes en septiembre de 2006 en Salvador Mazza, llegó a un libro. Se trata de «Fronteras», de la periodista Lucía Salinas, que recorre el caso, entre otros, y muestra la fragilidad de una zona dominada por el narco.
El libro, de descarga gratuita en Infobae, fue difundido por el mismo sitio este martes. El fragmento elegido para su promoción fue el caso de Ledesma, en el que están implicados los hermanos Castedo, con Delfín a la cabeza, aún detenido y pronto a ser enjuiciado por el asesinato.
«Liliana Ledesma fue presidenta de la ‘Asociación de Pequeños Productores Ganaderos de Madrejones’. La entidad fue creada en abril de 2006 para denunciar a los grandes terratenientes de la zona, entre los que se encontraba Ernesto Aparicio, por entonces diputado provincial del Partido Justicialista. El dirigente político tenía estrechos vínculos con el poder de turno y antecedentes por contrabando, como su socio, el productor ganadero Delfín Castedo, en ese entonces poco conocido», dice el libro.
«Las manifestaciones eran, especialmente, porque los terratenientes impedían el tránsito por algunos caminos rurales, al punto de obligar a los campesinos a pasar por senderos a Bolivia para poder reingresar a sus propias tierras en Salta. Además, desde la Asociación aseguraban que el cierre de aquellos caminos angostos y selváticos no solo evitaba los controles de gendarmería sino que les permitía no tener a los productores locales como testigos del negocio que se tenían entre manos: el narcotráfico», sigue.
«Mucho de esto era posible por la inmensa vegetación que rodeaba los más de veinte kilómetros de extensión en el trayecto hasta la frontera, que con sus vericuetos y los pocos controles, lo convertían en terreno fértil para las actividades ilícitas. Estas sospechas no eran sólo una idea de los productores. El juez federal de Orán, Gustavo Montoya, conoció el lugar y remarcó que en la finca que perteneció a los Castedo ‘no hay ni un alambre que divida un país del otro: hay unos hitos, señaladores’. Además, destacó que como en esa zona están los viejos caminos hacia YPF para explotar hidrocarburos se hace muy difícil ingresar en semejante extensión. Cuando Montoya recorrió ese camino pensó: ‘Si a mí me pasa algo acá, no me encuentran más’. Si hay algo que tiene esa frontera seca es una línea prácticamente imaginaria que separa un país de otro, y donde todo está librado a la suerte», agrega.