miércoles 15 de mayo de 2024
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SAETA y la crisis de un invento argentino | El colectivo devenido anticolectivo

Un 24 de septiembre de 1928 nacía el colectivo, palabra que alude a posibilidad de encuentro y construcción social. A partir de hoy, SAETA ataca esa acepción y confirma que nuestros funcionarios utilizan autos, son propietarios de sus viviendas y prescinden de los servicios que el pueblo utiliza. (Esmeralda Siuffi*)

Los salteños somos prisioneros una vez más de la desidia de sus dirigentes, pero ahora también de una empresa des-regulada en detrimento de más de millón de coprovincianos, y del silencio cómplice de las y los representantes políticos que le aprueban a SAETA cada medida que modifica para empeorar la vida de una provincia entera como si valiera más el lucro de este monopolio que las actividades que realizamos todos los días quienes les damos los privilegios de los que gozan sin retribuirnos la reciprocidad.

“¿Dónde estás paseo inolvidable?” cantan Los Chalchaleros a la Plaza 9 de julio, y se preguntan en aquella su zamba, nuestra zamba, a dónde se ha ido aquella juventud, en la que siendo changos se esperanzaban en el amor. Nostalgias, a las que se sumarán otras, no por el paso de los años, sino por el aumento del boleto y el cambio de las condiciones para viajar en el transporte interurbano conocido como SAETA: le llaman “nuevo régimen de fiscalización”, tamaño nombre para indicar que:

1- La tarjeta de pago del boleto y/o pasaje deberá ser portada cada vez que se acceda al transporte y durante todo el tiempo que dure el viaje.

2- El personal de fiscalización, debidamente autorizado, podrá invitar al pasajero a descender de la unidad para la continuidad del servicio.

3- Si la última carga es anterior a dos meses, se invita al pasajero a pagar lo correspondiente o descender de la unidad.

4- Si la persona carece de una tarjeta personal, utilizando una prestada, quien es el dueño debe estar acompañando para identificarse.

5- En el caso de que al no tener saldo se pida a otro pasajero que pague por uno, hay que contarle al inspector lo sucedido y mostrar la tarjeta personal y nuevamente, si la última vez que tarjeta fue utilizada fue en un corto lapso de tiempo, se dejara continuar con el viaje.

En definitiva, el inspector de SAETA, pasará a tener el rango de confesor, y sabrá más de nosotros que el mismo Dios… pareja o familia. Es decir, un nivel de discrecionalidad, inadmisible dentro de los márgenes de una vida en sociedad en sociedades modernas. Pero, ¿Salta es una sociedad moderna?

No podremos pasear por la Plaza 9 de julio, por el centro, o andar por la ciudad y alrededores así como así. Así como hasta este 27 de enero de 2019. No podremos, porque con las medidas interpuestas por la empresa SAETA, se mella lo que queda de solidaridad entre nosotros. Entre salteños, entre salteños y turistas, entre las personas devenidas usuarias del transporte público pero en manos del criterio economicista que indica que es lícita la búsqueda de la maximización de los beneficios sin intervención estatal.

Acaso los boletos de papel, en los que leíamos a Séneca, Aristóteles y Sócrates, contenían más sabiduría que la que suponíamos, puesto que daban cuenta de un modo de andar la ciudad, el pueblo, nuestra Salta. Daban cuenta de un respeto, respeto al “consumidor” porque daban cuenta de un comprobante del servicio, porque esperábamos a que pase más gente delante nuestro para obtener el capicúa que nos daría suerte esa jornada…porque muchos aprendimos los números con ese boleto en la mano, porque algunos leíamos las reflexiones y los consejos de sabios de la Humanidad…y tratábamos durante el recorrido de comprender qué nos decía aquella frase. De un tiempo a esta parte tenemos una tarjeta de plástico que vale más que nuestros propios DNI, porque además está la vergüenza de por medio, sí, la vergüenza de ser pobre, de necesitar a otros, la vergüenza de no tener para un boleto…la vergüenza de ser quien sos, y te dan ganas de llorar, porque una vez más, ser pobre sí es delito.

Si sos un salteño que regresa a su provincia en avión y te querés tomar el colectivo al centro, o si sos un turista que no se quiere tomar un remis, el camino del aeropuerto a la parada es un peligro, no hay una senda peatonal, sino que con tu equipaje a cuestas vas esquivando autos y hormigas -autos si vas por las calles internas, hormigas si vas por el pasto- para llegar a la parada que no tiene ni una sola señalización.

Inspectores de Saeta.

¿En qué ciudad viven nuestros funcionarios electos?

En una en la que utilizan autos, son propietarios de sus viviendas, y pueden prescindir de los servicios que el pueblo no tiene otro remedio que utilizar. Viven en una ciudad donde otros le resuelven sus trámites con servicios de cadetería, una forma más de estar lejos de nosotros, bien lejos, donde ponen en sobres y folios las cosas que tienen contacto con el pueblo. Ellos que despersonalizan todo, que se desentienden de la humanidad hasta en las cuestiones más humanas. Su frase de cabecera tras bastidores es: No me hago cargo de nada. Y ahora, están de vacaciones, no los vayas a incomodar con estas cosas de la realidad de los pobres.

Una persona que habita su ciudad de manera cabal y profunda, sabe de todas estas cosas que a continuación detallo, porque la recorre y padece:

Salir a la calle para nosotros implica, llevar papel higiénico/rollo de cocina/pañuelitos descartables en la cartera/mochila, porque no tenemos para pagar el baño en la Catedral a $5, o para tomarnos un café para poder utilizar algún baño exclusivo para clientes a unos $45 del café de pocillo… salir a la calle implica llevar una botellita de agua, porque no tenemos para pagar una bebida de 500 cc a $40 en un kiosco, o bien utilizar alguno de los tres bebederos que funcionan en toda Salta: 2 en la Plaza 9 de julio y 1 en la Plaza Belgrano. Que dicho sea de paso, podes utilizar el baño público ubicado en el centro de la Plaza Belgrano ubicada en Belgrano y Balcarce… eso sí, claro, si te acordaste de poner el mentado papel entre tus cosas la noche anterior en que organizabas este viaje “al centro” de la Tierra, o más bien de Salta… salir a la calle implica para nosotros…llevar caramelos o chicles cuando tenemos que ir al banco, porque puede pasar más de 1 hora y media de espera los primeros días de cada mes, y puede bajarte la presión mientras esperas y más después, cuando una vez atendido te enterás de las malas nuevas.

Salir a la calle implica para nosotros, caminar unas cuadras de más para comprar pochoclos a $10 en la esquina de La Florida y Alvarado y no a $25 porque en casa esperan “los pollitos” como canta Calle 13 con Rubén Blades en La Perla, que saben que te fuiste de trámite y esperan a que regreses con alguna cosa para ellos y ya llegar con juguetes se viene difícil.

Salir para nosotros implica planificarlo, porque la recarga de tarjeta aplica después de las 8 de la mañana y a esa hora ya hay que estar en el lugar de tus NO SUEÑOS, como PAMI, ANSES, y Banco Nación. Solo para nombrar 3 del top ten de los peores sitios de tu vida en Salta desde 2016…ni hablemos si además, trabajás en aquellas instituciones, desbordadas de demandas que no encuentran respuestas apropiadas a las necesidades de sus ciudadanos, porque es el sistema mismo el que está colapsando a niveles insostenibles.

Y sumado a las máquinas rotas para la recarga de la tarjeta SAETA, las largas colas de espera con sus consabidas caras largas, se suma la inoperancia de las instituciones del estado –encarnadas en sus variopintos funcionarios- que no regulan el servicio de transporte y se le arrastran, de manera póstuma con Defensores del Pueblo que llegan tarde, porque la humillación de bajarte del bondi te grita que ¿hay que salir a robar? porque te van orillando hasta hacerte sentir algo menos que humano… he aquí la respuesta a la pregunta de por qué solemos decir –en el ámbito de la Universidad pública y crítica-, que el Estado es un Estado Capitalista, tomando a Guillermo O´ Donell y Oscar Oszlak, el caso de SAETA es la cristalización de que en Salta el Estado es un Estado Capitalista: se desnuda su condición de tercero neutral y aparece como aparato burocrático y autoritario que opera a favor del sector capitalista que dice regular.

La postal de cada año: interminables filas para tramitar tarjetas.

Los salteños prácticamente no salimos de paseo, los salteños vamos de trámites -a lo sumo, en el medio nos tomamos un helado, el más chiquito y en la heladería más barata-, y nos damos maña, para que el viaje de uno de la familia fuera del barro/barrio en el que vive, solucione los trámites del conjunto, llevamos en nuestras carteras/mochilas las facturas impagas de varias personas, también le agregamos en el mejor de los casos un listadito de órdenes de atención médica del IPS –Instituto Provincial de Seguros- para comprar con los correspondientes carnets de “afiliados”, y si tenemos tiempo, hasta alguna cosa más que por encargo alguien pidió: algo que seguramente en el barrio no se encuentra, alguna cosa del “super” o del mercado San Miguel.

No me alcanzan los autores y autoras de las Ciencias Sociales para descalificar este atropello al concepto de solidaridad emanado desde la empresa SAETA, no me alcanza Marx, ni Smith ni Durkheim ni Weber, no me alcanzan los clásicos de la Ciencia Política argentina ni Freud planteando el malestar… porque es que el “marco teórico” y filosófico de SAETA es el de los neoliberales a ultranza…porque es que su descarnado punto de anclaje es el capitalismo salvaje. Reinvindico a aquellos jóvenes que tiempo atrás, luchando por el boleto estudiantil gratuito, perdieron la vida durante la última dictadura cívico militar eclesiástica argentina, porque es que el tema del “boleto” no es menor, se trata del acceso al estudio, al trabajo, a derechos, y discutir quiénes acceden al boleto implica el discutir nuestras condiciones materiales de vida, y plantear que queremos una sociedad más justa e igualitaria. Y tener dignidad, nos está vedado, y ahora, poder añorar la dignidad también.

Una nota de un diario local –cuyo nombre se aleja cada vez más de lo que significa su origen romano y plebeyo- tomando las “diversas” opiniones en torno al tema de los cambios que va a introducir SAETA, del día sábado 26 de enero del corriente año, donde figuran opiniones a favor de los mismos de algunos usuarios, da cuenta del “corset intelectual” al cual aludía la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso Nacional el 1ro de marzo de 2015, hace cuatro años en el año en que se despedía del mayor cargo ejecutivo de la Argentina: “la necesidad de abrir la cabeza… no es la economía, es la política. Porque el que no lo entienda va a cometer graves equivocaciones…no se puede ser tan estúpido, tan colonizado mentalmente, tan chiquito de cabeza y de neuronas… notifíquense por favor de una buena vez por todas y salgan del corset intelectual y colonial que les han metido en la cabeza y les siguen metiendo de los medios de comunicación.” Para aquellos que tienen los cargos de funcionarios del Estado salteño: No es la economía, es la política, Señores. Y para el “pueblo” a favor de medidas empresariales en su propia contra: salgan del corset intelectual y colonial que les han metido en la cabeza.

Salir a la calle, se convirtió en utopía, en la calle donde no te vas a encontrar con tus representantes padeciendo nada de lo relatado, porque unas cuantas ellas y muchos ellos sí tienen para el auto, sí tienen para el estacionamiento, sí tienen para el café, sí tienen para comprar pañuelitos en la farmacia y para volver al encuentro de sus familias con un regalo superior a $10… cosas que hacen al cotidiano de los salteños… de a pie… porque ahora sí, nos dejaron de a pie.

*Esmeralda Siuffi, politóloga salteña. Ex asesora de la Cámara de Diputados de Salta, que sugirió en 2018 la presentación de un proyecto de ley de saldo negativo equivalente a 3 boletos a modificarse con cada aumento efectivo del boleto de pasajeros y una declaración de interés sobre SAETA para instalar puestos de recarga en el Aeropuerto y la Terminal de Salta Capital, ambos sin tratamiento hasta la fecha.

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