domingo 12 de mayo de 2024
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Posible cómplice de la dictadura | Siguen las críticas por el homenaje al cura Escobar Saravia en el Concejo Deliberante

Desde España, Soledad Outes relató a CUARTO cómo el sacerdote eludió los pedidos de ayuda de su familia tras la desaparición de su padre, asesinado en la Masacre de Palomitas.

La propuesta del concejal Ángel Causarano para homenajear al cura Carlos Escobar Saravia en el Concejo Deliberante continúa cosechando críticas. Después del comunicado de la Mesa de Derechos Humanos Salta, en la que se repudió el proyecto por considerar al religioso como un posible cómplice de las fuerzas represivas durante los 70, CUARTO se comunicó con Soledad Outes, una de las hijas de Pablo Outes, víctima de la Masacre de Palomitas, el 6 de julio de 1976.

Soledad Outes, que vive en España desde 1976, recordó cómo el cura Escobar Saravia no hizo nada ante los pedidos desesperados de ayuda de Celestina Saravia, madre de Pablo Outes y familiar del sacerdote, durante los días de incertidumbre en los que todavía no se sabía lo que había pasado.

«El 7 de julio de 1976, por la mañana, empezaron a haber versiones. Gente que empezó a hablar de que había habido una matanza con presos en la cárcel de Villa Las Rosas. Nosotros hacía prácticamente una semana (que) no podíamos visitar a mi papá. La última vez que fuimos a visitarlo mi hermana Rosario y yo, en la puerta nos dijeron que habían sido trasladados. Entonces nos volvimos para la casa sin saber realmente qué era lo que pasaba», relata Soledad Outes a CUARTO.

«A partir de ese momento intentamos hablar con el médico de la cárcel, que era un tal Álvarez, para saber si sabía algo de lo que estaba pasando dentro. Nadie sabía nada de lo que estaba sucediendo. Se lo imaginaban, pero nadie sabía a ciencia cierta lo que estaba pasando. El caso es que mi abuela estaba realmente muy angustiada porque mi papá llevaba dos años y medio preso, había sufrido traslados, durante muchas épocas desaparecía, no recibíamos cartas. Todas las cartas eran controladas. Entonces, su situación como madre y como persona ya anciana, era muy dramática», sigue.

«La mañana del 7 de julio empezaron a haber versiones de asesinatos en la cárcel a presos. Mi abuela salió a la calle. Nosotros vivíamos al frente del Bachillerato Humanista, donde trabajaba en ese momento el cura Escobar Saravia. Ella lo vio entrar, se dirigió a él, y yo creo que le dijo, porque él se llama Carlos pero mi abuela lo llamaba por su apodo porque eran familia, eran muy cercanos. Yo creo que lo llamó ‘Chocho’. Le dijo que estaba muy preocupada, que estaba muy angustiada. Estaba llorando. Ël le dijo ‘Monita, no te preocupés, voy a trabajar, doy una clase y cuando salga paso a verte’. Mi abuela era una persona que tenía una enorme confianza en los sacerdotes, ella pasó muchísimas horas en el obispado pidiendo que se intercediera por la vida de mi papá. Era de misa diaria, mañana y tarde. Y yo sé que ella realmente encontraba mucha tranquilidad y mucha paz en la Iglesia Católica», agrega.

«El cura Escobar Saravia nunca pasó a verla. Lo que recibió mi abuela, ya con el transcurso de los días, fue la noticia del asesinato de mi padre. Pero él jamás la visitó», finaliza.

Las acusaciones

En el comunicado difundido la semana pasada por la Mesa de Derechos Humanos Salta se asegura que Escobar Saravia sabía que había intenciones de asesinar al ex gobernador Miguel Ragone.

«El 19 de diciembre de 2012, en el primer juicio por la desaparición del ex gobernador Miguel Ragone, secuestrado y desaparecido el 11 de Marzo de 1976, Damián Mendoza, el hombre que intentó persuadir a Ragone la noche anterior a su secuestro y desaparición que su vida estaba en peligro, declaró y mencionó a Escobar Saravia como una de las personas que sabia con anterioridad que ‘a Ragone lo iban a fusilar’, información que le había proporcionado el ex juez federal Ricardo Lona (condenado en 2019 por delitos de lesa humanidad)», asegura el comunicado.

En el mismo texto se agrega que en la audiencia por la desaparición del ex policía federal Juan Carlos Parada de Mallo ocurrida en marzo de 1978, se aseguró que Escobar Saravia, en ese momento capellán del Ejército, le dio la extremaunción antes de ser fusilado en la Central de Policía.

Un homenaje que se cae

Según pudo conocer CUARTO, el homenaje a Escobar Saravia no prosperaría. En el Concejo Deliberante se cree que el expediente no será ni siquiera tratado en el recinto. Incluso algunos ediles ya dijeron que de llegar a tratarse se votará en contra.

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