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Las lealtades múltiples de José Ibarra | Historia del sindicalista salteño que no va al paro para apoyar a Macri

Es el titular de la Federación Nacional de Conductores de Taxis y senador provincial por Guachipas. Ayer rubricó el parte de las 62 Organizaciones peronistas que anunció que no se adherían a la huelga porque no ayuda.

La historia que puede rastrearse de Ibarra indica que en 1979 dejó la provincia y partió a la capital del país. Lo que ocurrió entre esa fecha y 1987 es un misterio, pero en ese año -según sus declaraciones a publicaciones gremiales – debutó como chofer de taxis y delegado de la parada del aeropuerto Jorge Newbery de Capital Federal.

Se trata de un paraíso de taxistas que cuentan con un mercado cautivo de miles de pasajeros. Allí surgió en los 90 la llamada “mafia aurinegra”, una aceitada organización de propietarios y peones de taxis que resguardaban para sí la exclusiva fila de vehículos y que no dudaban en repeler a los conductores ajenos al paisaje.

Según los medios de prensa, los “aurinegros” formaban una especie de cooperativa encargada de dar cobertura legal a quienes caían presos. De esa parada fue delegado José Ibarra a fines de los 80 y principios de los 90 y no escasean testimonios que aseguran que el salteño extendió su control a sitios similares como Retiro y el Puerto.

Según Ibarra, en el 92 se alejó de la actividad aunque sin desvincularse del “universo tachero”. Fundó ALOTAX S.R.L., una agencia que suponía un acuerdo con dueños de taxis quienes cedían la explotación del vehículo a cambio de un pago fijo y del compromiso empresarial de responsabilizarse de las faltas que los choferes pudieran provocar. Casi en paralelo inauguró FM Tax, pionera de los servicios de radio taxi y que en nombre de resguardar la seguridad proveía taxis a domicilio a quienes lo solicitaban telefónicamente.

Ya en el siglo XXI Ibarra saltó a la representación sindical. Lo hizo ocupando el sindicato que conduce y que en ese entonces estaba venido a menos, aunque contaba con una llave de inestimable valor para quienes anhelan zambullirse en el mundo sindical: una personería gremial otorgada en 1961. Desde allí empezó a incrementar el número de afiliados, gestionar y presionar subas de tarifas, acceso a créditos blandos para que taxistas cambiaran vehículos, cursos de capacitación y un innegable sesgo conciliador con los gobiernos.

Allí se hizo parte de la mesa chica de la CGT. La oportunidad le llegó de la mano de una crisis de tipo política: la ruptura del moyanismo con el kirchnerismo que desencadenó la fractura de la CGT en julio de 2012. La CGT que quedó vinculada al kirchnerismo tenía entre sus miembros al taxista Horacio Viviani, quien al abandonar el espacio de Hugo Moyano dejó un lugar vacante en la CGT Azopardo que fue ocupado casi de inmediato por José Ibarra.

Tras ese proceso, Ibarra acuñó el deseo de acceder a una banca en el Congreso de la nación. En el 2013 hizo su primera experiencia en Salta aunque no llegó y la gran apuesta vino en el 2015, cuando encabezó una lista de precandidatos a diputado nacional por el massismo aunque perdió las internas con Alfredo Olmedo. Cuando Sergio Massa se quedó sin chances presidenciales, Ibarra migró su apoyo a la candidatura de Mauricio Macri y reapareció en el año 2016 como uno de los cabecillas de las 62 Organizaciones Peronistas que en la capital de la nación se autoproclamó “la pata peronista” del macrismo.

Tras ello fue organizando su candidatura a senador provincial por Guachipas natal y ahora accedió a una banca en octubre del 2017: el gremialista de los taxistas protagonizó un ajustado triunfo representando al macrismo y cosechando 1.241 votos, apenas 9 por encima de los 1.232 del Frente de Unidad y Renovación.

El sindicalista posa junto a Mauricio Macri en la Casa Rosada.

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