Hoy se celebra el Día del Historiador. Carlos Abrahan analizó la vigencia de la disciplina, la función social de la misma y los intereses políticos en juego. “Un historiador que diga que no está haciendo política encubre una posición política”.
Carlos Abrahan es docente de Historia y especialista en Historia Argentina. Ha investigado sobre la prensa escrita salteña, las huelgas durante la dictadura en la provincia y ahora sobre los enfrentamientos sociales en Salta. También se destaca por analizar los paradigmas que subyacen en el trabajo del historiador y sobre ello dialogó con el programa CUARTO OSCURO (FM La Cuerda 104.5) en el Día del Historiador que se celebra cada 1 de Julio.
El disparador de la charla fue sencillo: el renovado interés que despierta la disciplina entre un importante sector de la sociedad que sin ser especialista gusta sumergirse en el pasado nacional. Para Abrahan ello debe mucho a que “la Historia y la política están vinculadas, ello vincula también al pasado con el presente y hasta con la proyección que se pueda tener de un futuro. La gente dice ‘che, ¿para dónde vamos?’, ‘¿Quién me dice más o menos lo que pasó antes?’ Eso me parece que despierta interés por la Historia porque la disciplina tiene herramientas para poner muchas cosas en debate. Por otro lado está el tema de la función del historiador desde el punto de un proyecto de transformación social; qué intereses y qué problemas sociales va a discutir y cuáles son los que va a defender”, declaró el historiador.
En ese punto Abrahan aseguró que “se ha creado una falsa dicotomía entre militancia e Historia. Aparece un liberal y te dicen qué gran historiador, qué investigación; aparece un marxista y lo definen como un ensayista y un tipo que hace política”, ironizó. En ese punto, el especialista fue consultado porque teniendo la disciplina tanta potencia para el debate del presente, hay historiadores académicos que prefieren no trascender lo muros de la academia y no hablarle al ciudadano que no es experto.
“Eso tiene que ver con otro problema digno de discusión: la relación entre producción histórica y momento histórico. Lo ejemplificó con el tema que nosotros trabajamos: la clase obrera. Si uno revisa los congresos académicos de la década de los años 80 y 90 [del siglo XX] desaparecieron los estudios del movimiento obrero. Desde mi punto de vista eso formó parte de una ofensiva ideológica de intelectuales que en esa etapa concluyeron que la clase obrera había perdido centralidad y los más osados decían que había desaparecido. Ahora bien, el proceso histórico concreto y la crisis del 2001 hizo que ello tambaleara y floreciera una cantidad importante de estudios sobre los explotados. Entonces, no sólo se trata de si yo escribo para un sector reducido y con todo un aparato erudito; sino también analizar qué tema estoy viendo o que temas no quiero ver. Es cierto que algunas investigaciones importantes que se realizan en la universidad no encuentran extensión y quedan olvidadas; pero hay otras que no lo hacen porque abreva en otros intereses sociales, estudian cuestiones muy particularizadas sin relación con nuestro presente, nuestra sociedad o un proyecto social que todo historiador tiene. Un historiador que diga que no está haciendo política encubre una posición política”, sentenció.