Los resultados electorales frustraron la pretensión de Urtubey para convertirse en vicepresidente. Acá un repaso de dos salteños que ocuparon el cargo y luego asumieron la presidencia: José Uriburu y Victorino de la Plaza. (Gonzalo Teruel)
El primero fue José Evaristo Uriburu (1831-1914) que acompañó a Luís Sáenz Peña en la fórmula del Partido Autonomista Nacional en 1892. Después de estudiar leyes en Chuquisaca (Bolivia) y doctorarse en la Universidad de Buenos Aires volvió a Salta donde fue diputado y convencional constituyente y, además, empresario periodístico como fundador del diario El Comercio. Años después ocupó un puesto en la embajada argentina en Bolivia, pero regresó al país y luego de ejercer el cargo de ministro de Gobierno fue elegido diputado nacional.
Como presidente de la Cámara de Diputados mostró condiciones políticas y fue convocado por el gobierno de Bartolomé Mitre para ser ministro de Justicia e Instrucción Pública. También fue procurador del Tesoro de la Nación y juez Federal de Salta hasta que fue nombrado embajador en Bolivia dónde integró una misión de mediación sobre las consecuencias de la Guerra del Pacífico y fue árbitro entre Bolivia y Chile donde más tarde también cumplió tareas diplomáticas.
“En 1892, tras una complicada negociación entre Julio Argentino Roca y Bartolomé Mitre, fue nombrado candidato a la vicepresidencia, acompañando a Luis Sáenz Peña” indica Horacio Guido en su libro “Secuelas del unicato” y explica que la incapacidad del presidente para “resolver la complicada política de su tiempo que incluyó la revolución de 1893 lo llevó a la renuncia, por lo que Uriburu debió asumir la presidencia el 23 de enero de 1895”. En efecto, hasta el 12 de octubre de 1898 ejerció la primera magistratura y entregó el bastón de mando al tucumano Roca.
En su paso por la presidencia dejó algunas importantes obras públicas como el Museo Nacional de Bellas Artes, el primer edificio de la Facultad de Medicina de la UBA, la Escuela Industrial de la Nación hoy llamada Otto Krause, y el comienzo de las obras para la construcción del nuevo palacio del Congreso Nacional. Sofocadas las revoluciones radicales y las campañas contra los pueblos originarios del sur, Uriburu organizó las fuerzas militares bajo las hipótesis de conflictos bélicos con Chile y Brasil. Siendo senador para el período 1901-1910, ocupó interinamente y durante unos pocos días la presidencia en 1903. Un año después fue candidato a presidente pero lo derrotó Manuel Quintana.
El vice del Centenario
En 1910, otro salteño llegó a la vicepresidencia: Victorino de la Plaza (1840-1919). El abogado y militar nacido en Cachi acompañó a Roque Sáenz Peña en el binomio del Partido Autonomista Nacional. Su historia anterior es singular. Hizo la escuela primaria en una institución pública y junto a su hermano Rafael, que llegó a ser gobernador de Santiago del Estero, vendió diarios, jabones y empanadas hasta que fue becado por el gobierno de Justo José de Urquiza para cursar en el Colegio del Uruguay, Entre Ríos, dónde fue compañero de Julio Argentino Roca.
Ya en Buenos Aires y como estudiante de filosofía comenzó a trabajar en la Contaduría Nacional pero abandonó todo y se sumó a los batallones que participaron de la infame Guerra de la Triple Alianza siendo galardonado por el gobierno de Uruguay por su desempeño en los combates de Estero Bellaco y Tuyutí y ascendido al grado de capitán por el presidente Bartolomé Mitre.
Su promisoria carrera militar se frustró por problemas de salud, pero de nuevo en Buenos Aires y como estudiante de abogacía fue apadrinado por Dalmacio Vélez Sarsfield y participó de la redacción del Código Civil. Después fue abogado de bancos y diplomático apostado en Londres donde, en 1890 y por encargo del presidente Carlos Pellegrini, renegoció la deuda externa del país.
Ya como vicepresidente debió reemplazar a Sáenz Peña que solicitó una licencia por enfermedad de la que nunca pudo volver. En su breve gobierno creó la Caja Nacional de Ahorro Postal, impulsó la sanción de las leyes de Accidentes de Trabajo y de Casas Baratas para empleados y obreros, y reglamentó la ley de voto universal secreto y obligatorio que posibilitó la llegada de los sectores populares al gobierno. Además, declaró la neutralidad argentina en la Primera Guerra Mundial.
Sin hijos que lo hereden dejó dineros, libros y mapas a la UBA, a los hospitales de Salta y a la Biblioteca Pública de Cachi. Es considerado el último presidente del período conservador y, de hecho, entregó la banda presidencial a Hipólito Yrigoyen en medio de una ovación.