La joven viajó en enero al vecino país para iniciar una nueva etapa vinculada al arte. Un accidente doméstico fatal truncó todo. Mientras luchaba por su vida, su niño quedó solo en medio de una pandemia que obstaculizo el reencuentro con sus abuelos.
Lucía Alejandra Walter tenía 33 años, era una maestra salteña que en enero pasado partió junto a su hijo a Chile buscando mayores posibilidades de trabajo. Según declaró la madre de la docente –Gabriela Ortiz– al sitio Infobae, su hija amaba el cine, era profesora de Artes Plásticas y el vecino país había montado un atelier.
Eso fue en la ciudad de Calama, ubicada a 1.530 kilómetros al norte de Santiago de Chile. Fue en esa ciudad donde ocurrió la desgracia. “Los primeros antecedentes indican que producto de la explosión de recipientes con un líquido inflamable, el que aparentemente se utilizaba para la limpieza de pisos, la mitad de su cuerpo resultó quemado”, resaltó el medio citado, a partir de los testimonios de la madre.
La gravedad de la situación hizo que la joven fuera trasladada desde el hospital de Calama al de Antofagasta –también al norte de Chile– y que luego el consulado argentino gestionara otro traslado: a la capital del país.
Mientras Lucía luchaba por su vida, su familia salteña no podía viajar para acompañarla. “No hubo forma, buscamos por todos lados, pero a todos los trámites normales se sumaba el aislamiento obligatorio. El consulado gestionó que la trasladaran a Santiago. Llamábamos todos los días al hospital para recibir los partes médicos”, sostuvo su madre.
Tras agonizar dos semanas, Lucía falleció debido a la gravedad de sus lesiones. Tras el deceso, su hijo quedó varado en la ciudad de Antofagasta, sin ayuda familiar directa. El cuadro se complicaba más de lo normal, debido a que el menor tiene asperger, por lo que necesitaba urgentes atenciones especiales.
Por lo anterior, la familia de la mujer inició las gestiones para realizar un viaje rápido a Chile para repatriar al menor al país natal. Fue un trámite muy difícil por los cierres de frontera ocasionados por la segunda ola de la pandemia que golpea duro a Chile desde hace varias semanas. De allí que el traslado del niño recién se pudo concretar tras una serie de insistencias y tratativas, las que concluyeron con una autorización de viaje para que el padre de la mujer se trasladara hasta Chile desde la provincia de Salta.
Según declaró la abuela del menor fue un viaje rápido: su marido voló a Chile, en el aeropuerto ya estaba su nieto, se reencontraron y volvieron. Todos vivieron y viven en una pesadilla. “Fue horrible. Lo peor es que no pude consolarla, acompañarla por la maldita pandemia. Ahora nos encontramos todos juntos en Salta rezando, sin saber qué hacer. Nos resta seguir esperando”, concluyó la madre.