“Zona contaminada. Prohibida su permanencia o paso. Cuide su salud”, es el cartel que advierte a los visitantes el drama de ese poblado que alguna vez celebró la instalación de la fundidora Metal Huasi, aunque hoy la sufre.
Fue fundada en 1883 a 3500 metros sobre el nivel del mar, esta ubicada a la vera de la ruta 9 y se la bautizó como la Siberia Argentina debido a su aspecto desértico, la intensidad de su clima y su lejanía con los centros metropolitanos del incipiente estado nacional a fines del siglo XIX.
Sobre ella publicó un artículo el pasado sábado en el diario Página 12 el periodista Juan Ignacio Provéndola quien precisó que la región había sido históricamente habitada por quechuas y aymaras conquistados por el Imperio Inca en tiempos prehispánicos. “De esas comunidades originarias aún se conserva la celebración de corridas de toros sin agresión al animal, ya que el rodeo no se basa en matarlo sino en sacarle de sus cuernos una vincha con monedas·, aclara el escrito que sin embargo destaca que la historia gruesa del pueblo comenzó a partir de 1950 cuando allí se afincó la fundidora Metal Huasi. “Así, Abra Pampa empezó a desarrollarse como municipio, con los comercios y las instituciones que ofrecían las necesidades de vida y sociabilidad indispensables para cualquier poblado”, enfatiza la nota.
Durante décadas Metal Huasi trabajó elementos provenientes de minas jujeñas cercanas aunque en 1985 la fundidora se declaró en quiebra y cerró. Sus propietarios se llevaron las maquinarias (y los millones que quedaron del negocio minero), pero no los residuos tóxicos de la fundición de metales que según diversos estudios quedaron a la intemperie del pueblo unas diez mil toneladas de escoria y otras 600 de humo blanco.
Con el tiempo se supo que en los días de crudo viento norte los pobladores solían sentir un olor espeso en el aire que resultaron ser las cenizas de esos desechos, “las cuales se adhieren con facilidad a la piel e incluso ingresan directo a los pulmones, afectando también a órganos como los riñones y alojándose en los huesos”. En el 2006 un informe de la Universidad de Jujuy señaló que ocho de cada diez chicos de Abra Pampa padecían saturnismo, una enfermedad que genera malformaciones, trastornos en el apetito, retrasos en la pubertad, daños en las funciones motrices y problemas en el desarrollo mental. “Otros horrores también empezaron a salir a la luz”, precisa el artículo publicado en Página 12 que resalta la construcción del Barrio 12 de Octubre sobre estos desechos tóxicos o la utilización de la escoria sobrante para relleno de pavimento.
Para tratar de paliar esas enormes consecuencias, el BID había concedido un crédito de 50 millones aunque el dinero fue utilizado para la construcción de un anfiteatro en la entrada del pueblo que nunca pudo ser utilizado. Un cartel en Abra Pampa alerta: “Zona contaminada. Prohibida su permanencia o paso. Alta contaminación de plomo. Cuide su salud”. El mensaje, en formato de telegrama, es bastante claro, aunque irremediablemente llegó demasiado tarde.