Pasados más de 2 años desde el inicio de la pandemia sigue siendo sospechosa la ausencia de debate, precisión y complejidad en cuanto a la información en relación con los productos experimentales llamados “vacunas”. (Sandra Carral Garcín).
Mientras que no impiden la infección, replicación, contagio, enfermedad, hospitalización, muerte de los inyectados, razón por la cual no se han cumplido ninguno de los postulados que se habían difundido como propaganda, así como no se ha logrado gracias a ellos la inmunidad de rebaño prometida. Es un hecho que en los países con más vacunados, se ha producido un incremento de casos y decesos en oposición con lo preconizado, además de un aumento de la sobremortalidad en comparación con el período 2016-2019.
Esto no es ninguna novedad para quienes han considerado los aspectos ya conocidos de este tipo de productos así como del fenómeno infeccioso por coronavirus. Es de preguntarse si los responsables de las medidas aplicadas a la población desconocían estos aspectos previos (la decisión debe ser tomada con conocimiento y no es justificable ninguna desviación por emergencia, si hay aspectos conocidos en situaciones similares como en efecto hubo).
Múltiples publicaciones de las cuales no se habla en los medios masivos han salido a la luz, con anterioridad, y sobre todo ahora ya con un análisis de los hechos ocurridos durante estos años de pandemia, que ya lleva suficiente tiempo como para desmantelar los postulados iniciales de quienes han dictaminado unilateralmente a favor de los laboratorios productores de estos fármacos, todo tipo de aprobaciones de uso de emergencia, flexibilización de regulaciones, prohibición de medicamentos conocidos para tratamientos tempranos, etc.
No obstante, va llegando el tiempo del necesario debate y análisis independiente al respecto, puesto que los postulados de organizaciones que han desconocido e incluso agraviado voces sensatas del mundo científico, sin otra motivación que la consolidación de un imperialismo mundial sanitario a costa de las soberanías nacionales, han fracasado.
El 5 de junio de este año fue publicado en The Lancet un artículo* del doctor Kenji Yamamoto (Department of Cardiovascular Surgery, Okamura Memorial Hospital, Shizuoka, Japón). En su abstract menciona otro estudio publicado en la misma revista que mostraba que la función inmune entre los individuos vacunados con dos dosis, 8 meses después era más baja que la de los individuos no vacunados. También señala las conclusiones de la EMA -European Medicines Agency- sobre los refuerzos frecuentes: pueden afectar adversamente la respuesta inmune. La disminución de la inmunidad puede ser causada por factores varios tales como el nucleósido N1-metilpseudouridina, la proteína Spike (del virus SARS-CoV-2, causante de la COVID-19), las nanopartículas lipídicas, ADE -Antibody Dependent Enhancement-, y el estímulo antigénico original. Según este resumen, estas alteraciones clínicas pueden explicar la asociación entre la vacunación COVID y el herpes. Así aconseja que, por medidas de seguridad, se debe discontinuar la aplicación de refuerzos además de considerar ciertas medidas de prevención en estos efectos, concluyendo que esta vacunación es un factor de riesgo mayor de infecciones en pacientes enfermos críticos.
En el cuerpo de la nota, el doctor Yamamoto expresa que el uso generalizado de vacunas genéticas (incluyendo vacunas ARNm y de vector viral) que se produjo con la pandemia COVID, que dio lugar también a los refuerzos, demostró que su efectividad con la altamente mutada proteína Spike de las variantes Omicron es limitada. En efecto, abundando sobre la referencia utilizada, menciona que esto ha sido decisivo para que en ciertos países se recomiende la cuarta dosis sólo a ciertos pacientes, lo cual recae en lo que inicialmente expertos independientes aconsejaban al respecto, es decir, realizar el balance riesgo/beneficio en oposición a la vacunación masiva.
Como causales en la disminución de la inmunidad, menciona varios factores. El primero, que el nucleósido N1-metilpseudouridina es usado como sustituto del uracilo en el código genético. Esta proteína modificada induce la activación de las células reguladoras T, resultando en inmunidad celular disminuída. Con lo cual las proteínas Spike no decaen luego de la administración de las vacunas ARNm. Así las proteínas Spike presentes en los exosomas circulan a través del cuerpo por más de 4 meses. Además, estudios in vivo demostraron que nanopartículas lipídicas (LNPs) se acumulan en el hígado, bazo, glándulas adrenales y ovarios, y que el ARNm encapsulado en LNP es altamente inflamatorio. Anticuerpos de la proteína Spike recién generados dañan las células y tejidos que están preparados para producir proteínas Spike, y células endoteliales vasculares son dañadas por proteínas Spike en el torrente sanguíneo, lo cual puede perjudicar a órganos del sistema inmune como las glándulas adrenales. Puede ocurrir además ADE, cuando anticuerpos facilitadores de la infección atenúan el efecto de anticuerpos neutralizantes de la infección. La memoria inmune residual de la vacuna tipo Wuhan puede impedir que la vacuna sea efectiva contra variantes del SARS-CoV-2 (efecto conocido como el pecado original antigénico). Estos mecanismos pueden estar involucrados en la exacerbación de la COVID-19.
Algunos estudios relacionan las vacunas COVID-19 con la reactivación del virus que causa herpes (situación referida como síndrome de inmunodeficiencia adquirida por vacuna). En el Departamento de Cirugía Cardiovascular del Okamura Memorial Hospital se encontraron casos de infecciones difíciles de controlar, por ejemplo, varios casos de infecciones probablemente ocasionadas por inflamación luego de cirugías a corazón abierto. Los pacientes mostraron signos de estar inmunocomprometidos, resultando de esto algunos decesos. El doctor Yamamoto afirma que el riesgo de infecciones de este tipo puede aumentar, con lo cual podría ser necesario revisar los algoritmos médicos para evaluar la prognosis postoperativa. Los medios ocultan hasta ahora los efectos adversos de esta vacunación, como la trombocitopenia trombótica inmune inducida por vacunación (VITT). Muchos casos ocurridos en esta institución, por olas, no se habían resuelto a pesar de las medidas implementadas para analizar sistemáticamente a los pacientes admitidos para cirugía (prueba de anticuerpos HIT -Heparin Induced Trombocitopenia-). Hubo casos fatales de VITT posteriores a la vacunación COVID-19, así como positivos para la prueba de anticuerpos HIT (evento muy raro antes).
Como otras medidas de seguridad, el doctor Yamamoto recomienda que los refuerzos vacunales deben ser interrumpidos, que la fecha de vacunación debe figurar en la historia clínica de los pacientes, que se tenga en cuenta el tiempo pasado desde una última vacunación antes de considerar procedimientos invasivos, que otras medidas deben ser aplicadas para prevenir la disminución de la inmunidad (por ejemplo, medidas de control y en relación con la no indicación de ciertos medicamentos).
Concluyendo que la vacunación COVID-19 es un factor de riesgo mayor para pacientes enfermos críticos, afirma que las secuelas vacunales serán más evidentes a medida que se controle mejor la pandemia y que deben realizarse más ensayos controlados aleatorios para confirmar las observaciones clínicas. Además, que habrá que considerar la hipótesis del aumento de enfermedades cardiovasculares, por ejemplo los síndromes coronarios agudos causados por las proteínas de punta en las vacunas genéticas, a lo cual hay que agregar el riesgo de infecciones por disminución de las funciones inmunitarias y el riesgo de daño orgánico en el sistema circulatorio, que pueda permanecer oculto sin manifestaciones clínicas aparentes.
Traducción de:
*Adverse effects of COVID-19 vaccines and mesures to prevent them