El arzobispo de Salta se mostró furioso porque quitaron el crucifijo de la Legislatura durante la conferencia de Horacio Verbitsky y pidió que se deje de agredir a la religión.
El arzobispo de Salta, monseñor Mario Cargnello, se mostró furioso después de que se quitara el crucifijo de la Legislatura provincial durante la conferencia del periodista Horacio Verbitsky, realizada la semana pasada.
“No puedo callar una cosa dolorosa: vino un periodista conocido y en la Legislatura sacaron el crucifijo que preside nada menos que el aula donde debaten la layes de la provincia senadores y diputados. Sacaron el crucifijo por decisión de él. Cuando yo voy a una casa, respeto lo que una casa me da. Más allá del dolor porque saquen una imagen de Jesús -que no ofende a nadie, eso lo dice incluso la jurisprudencia internacional- pero cuando voy a una casa y pido que saquen un cuadro, me retiro por educación», dijo Cargnello el sábado en la catedral.
“Me molestó la falta de hombría de los diputados que lo habían invitado. ¿Nos representó a la gente de Salta? Creo que no», insistió Cargnello, quien agregó un pedido y luego emitió una sentencia que para muchos sonó a burla o a manotazo de ahogado: «Por favor dejemos de reaccionar estúpidamente con toda esta agresión que en estos días se suma una tras a otra, haciéndonos creer que Salta es una provincia retrógrada porque cree, si la fe ha sido siempre el impulso del progreso«.
¿Qué progreso?
Las palabras de Cargnello sonaron curiosas debido a que si algo fue la Iglesia Católica es haber sido un obstáculo gigante para el avance de causas y ampliaciones de derechos. En nuestro país, la Iglesia se opuso constantemente a diferentes iniciativas. En 1853 se opuso a la abolición de la esclavitud, en 1884 a la educación común, obligatoria y gratuita, en 1888 al matrimonio civil, en 1947 al voto femenino, en 1987 al divorcio, en 2006 a la Educación Sexual Integral, en 2010 al matrimonio igualitario y este año al aborto legal.
«No reaccionemos así, aprendamos a defender la dignidad de un pueblo que por ser creyente es un pueblo de pie y por ser creyente sabe recibir con elegancia a la gente, pero espera ser tratado de la misma manera», finalizó el religioso.