El diputado nacional militó la anticuarentena y ahora rechaza las vacunas que puede adquirir el Gobierno.
Martín Grande llegó al Congreso de la Nación con la promesa de ser «el cadete de los salteños». Sin embargo, desde que asumió en 2017 su actividad legislativa y su comportamiento fuera del recinto parecieran decir lo contrario.
«Voy a ser un cadete de lujo de todos los salteños haciendo trámites y gestiones que le ayuden a resolver sus problemas. Voy a contratar a estudiantes salteños que vivan en Buenos Aires para que sean gestores de todos los pedidos que me lleguen», decía Grande cuando estaba en campaña. Pero su cadetería se quedó sin motos.
No sólo es uno de los diputados que menos discursos realizó durante las sesiones sino que presentó pocos proyectos de su autoría. Se podría decir que Grande tiene más actividad en Twitter que en el Congreso. El año pasado Amnesty International lo mostró como uno de los cinco diputados argentinos que realizaron discursos poco serios y desinformados durante el debate por el aborto legal de 2018. En septiembre de 2019 no fue a la votación de la Emergencia Alimentaria porque acompañó a su mujer a peregrinar por el Milagro.
Este año Grande militó la anticuarentena, realizó marchas y se mostró sin respetar las medidas sanitarias. Ahora llegó otro elemento más en la cadena de posturas similares: se opone a las vacunas rusas que podría adquirir el gobierno de Alberto Fernández y, como Viviana Canosa, fomenta el uso del dióxido de cloro, una sustancia que no cuenta con estudios que demuestren su eficacia ni posee autorización del Ministerio de Salud para su comercialización y uso.
«Solicitamos junto con otros compañeros diputados, que el Gobierno realice investigaciones científicas sobre el Dióxido de cloro para determinar su posible utilización, antes que nos obliguen a vacunarnos con vacunas de dudosa efectividad», escribió Grande en Twitter.
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