lunes 29 de abril de 2024
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«Los salteños son opas presuntuosos»

Conocé la particular teoría que tenía el Cuchi Leguizamón sobre las distintas tonadas provincianas y su relación musical con los animales.

En una entrevista realizada hace unos cuarenta años, en noviembre de 1978, en el diario porteño La Opinión, el Cuchi Leguizamón desarrollaba su particular teoría sobre las tonadas de las provincias. 

«Los riojanos hablan esdrújulos: dicen, por ejemplo, ‘¿Cómo té va ñañito?’. Los tucumanos, en cambio, parecen en su hablar un suburbio de Buenos Aires. Los salteños son opas presuntuosos. Los cordobeses hablan a los barquinazos. Creo que todo se debe a un problema del paisaje, ya que el paisaje hace que la tierra sea nombrada, expresada en formas diferentes«, contaba el Cuchi en la entrevista.

Además, en la entrevista el Cuchi desarrollaba su relación musical con los animales. «Hay un pájaro que aquí en Buenos Aires suena casi tan afeminado, es el benteveo. En Córdoba adquiere un barquinazo y suena: bichofeo, y en Salta hasta cambia el nombre y se llama quitupí y suena abagualado. Recuerdo que, hace años, la casa de Manuel Castilla estaba rodeada de descampados que alquilaban los aserraderos para descargar maderas, y en las cuevas que formaban los troncos se metían los rococos. Cuando llovía había montones de ellos. Cuando iba a la casa de Manuel me ponía a llamarlos, imitando su croar, entonces de repente había alrededor mío más de cien, y era como si de golpe hubiera bajado la batuta y se ponían a cantar«.

«Tengo gran comunicación con los animales y me doy cuenta de que responden a su geografía, cantándole«, decía el Cuchi. Y agregaba: «Es un secreto extraño. Fijate en la baguala, que forma parte del cancionero trifónico. La baguala tiene un do-mi-sol, y el do a la octava, que es la misma nota una octava más arriba. Bueno, la tonada de los viejos salteños es abagualada. Y también los toros lo son. Por eso creo que a la naturaleza hay que decirla, y también los animales lo hacen. Y ellos también deben tener alma».

«Otro animal que me maravilla es la llama. La llama es muy extraña, casi como una mujer. Si se enamora del coya, lo busca, lo olfatea, y luego es muy capaz de hacer el amor con él. La cueca está inspirada en el amor del gallo y la gallina. Si hasta los preincaicos tenían tumbas para sus perros. Por eso me pregunto, a veces, qué sería del cristianismo si se aceptara el hecho de que los animales tienen alma«, agregaba, ya suelto en plena charla.

«Creo que los animales no están lejos de sentir el asombro, los valores poéticos, el hallazgo, la creación -insistía-. En los bichos de América está la gran música nuestra, que no es tonal ni convencional. Y está muy bien que sea así, porque estamos rodeados de tanta convencionalidad que hasta los teléfonos son convencionales -tonales- y suenan en sol mayor. Todo ese deseo de coherencia que hay en la mayoría de las personas me parece una estupidez, y debe ser por eso que la mayor aspiración del hombre actualmente es la de ser prestamista, y se busca coherencia en la usura, de la que todo el mundo vive pendiente. Pienso que la forma de salir de esta crisis es atendiendo más la cultura».

«El mundo está pleno de cosas hermosas que no podemos reducir a la estúpida burguesía convencional. El paisaje es una verdad que la música puede traducir. Claro que es difícil, porque el hombre tiende a querer explicarlo todo, y hay cosas que todavía no tienen explicación, sólo hay que sentirlas y decirlas de la manera en que se sienten», finalizaba.

 

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