La “cholocracia” que despinta los pañuelos de las Madres de Plaza de Mayo en nombre de la “tradición”, alquila el local para fiestas en donde el licor y la prepotencia de casta produjo excesos y hasta un abuso sexual. (Daniel Avalos)
La historia del lugar estuvo atravesada por internas gauchescas y terminó en junio del 2015 tras cinco años de idas y vueltas. Fue entonces cuando el entonces presidente de la Agrupación Tradicionalista Gauchos de Güemes – Carlos Díez San Millán – concretó la venta de un predio que la solemnidad poseía en La Isla para construir un salón de fiestas que el 1° de enero pasado fue el escenario de la Fiesta «Frida» que terminó con denuncias por la ausencia de servicios que supuestamente estaban incluidos en la entrada, una concurrencia masiva que superaba lo permitido y hasta la denuncia por la violación de una menor de 17 años por parte de un joven de 18 que ya está detenido.
Evitemos detenernos en lo último por razones episódicas y conceptuales. Lo primero se relaciona con una conducta recurrente en una provincia que detalle hechos e identifica con nombres, apellidos y alias a los detenidos por un delito cuando estos son pobres; mientras resguarda tales datos cuando los detenidos se hallan amparados por apellidos tradicionales. Lo conceptual, en cambio, tiene que ver con la convicción que ante hecho tan aberrante, es la Justicia quien debe escuchar las voces para producir las evidencias que permitan establecer lo ocurrido y administrar las penalidades contempladas por la ley.
De lo que sí podemos hablar es de ese predio que los tradicionalistas gauchos salteños juraron que iba a convertirse en todo un símbolo de las destrezas gauchescas. La historia de ese predio, insistamos, comenzó en febrero de 2010 cuando algunos miembros de La Agrupación Tradicionalista Gauchos de Güemes impugnaron una asamblea convocada en marzo de ese año y que debía autorizar la venta de una propiedad de 5 hectáreas en La Isla. Con el dinero de la operación, el oficialismo “güemesiano” proponían construir una escuela de destrezas en el predio que la Agrupación posee en Lomas de Medeiros. Iniciativa que se frustró cuando algunos socios argumentaron que al predio de La Isla asistían chicos con síndrome de down y autismo para hacer equinoterapia, que el lugar era el preferido del gauchaje del interior y que las cifras de la venta eran irrisorias.
Dos años después, el entonces presidente de la entidad, Carlos Diez San Millán, retomó la iniciativa. Rubricó un edicto en agosto de 2012 convocando a una asamblea general extraordinaria para el 9 de septiembre con el objetivo de “transferir a título oneroso el predio de propiedad de la Agrupación, sito en el Departamento Capital camino a la Isla, Ruta 26, Km 2, consistente en un lote de terreno, con todo lo en él edificado, plantado (…) al mejor postor con el único fin de destinar los fondos a la realización del salón de eventos y accesorios conforme a plano presentado con presupuesto, en el predio Lomas de Medeiros…”.
La ofensiva volvió a generar la reacción de otros gauchos encabezados por uno de apellido más plebeyo -Víctor Hugo Campos- quién en el 2012 puso el grito en el cielo. Empezó entonces una disputa gauchesca que aggiornándose a las características del siglo XXI, consistió en que Campos y Diez San millán acumularan coraje para enfrentar judicialmente al adversario. La cuestión económica fue central en la disputa: Campos aseguraba que el predio de La Isla – según los cálculos optimistas – valía entre 12 y 15 millones de pesos mientras los cálculos pesimistas estimaban un valor que era de entre 10 y 12 millones.
Pero lo cierto es que Carlos Diez San Millán concretó la operación por precios más modestos y para ello fue rodeando al adversario con su tropa tradicionalista en la que revestían algunos personajes poderosos quienes en la Asamblea del 9 de septiembre de 2012 aprobaron la venta o permuta del predio. La venta se concretó en septiembre de 2014. Según el boleto de compra-venta el “precio único, total y definitivo” fue de $5.994.252, monto que en vez de pagarse en efectivo se haría por medio de un conjunto de obras en el predio de Lomas de Medeiros y que en el plazo de un año debía incluir: un salón de fiestas de 1.263 mts2; un edificio de 162 mts2 que hiciera de depósito de forrajes, herrería, carpintería y guarda de herramientas; otra construcción de 182 mts2 que incluyera casa habitación para un empleado; y finalmente y sobre la torre del tanque de agua, una construcción que se asemeje a Finca la Cruz para darle un toque enteramente güemesiano al lugar.
Según el presidente de la institución y teniendo en cuenta que el metro cuadrado de construcción ascendía entonces a $6.000, la transacción comercial supondría casi $11.000.000 a favor del gauchaje. La estimación aparecía en el resumen de la Asamblea Ordinaria que la institución realizó el 7 de diciembre del 2014, aunque, a decir verdad, la multiplicación de los 1.607 mts2 de construcción por los $6.000 de cada metro daba por resultado $9.642.000. Cifra más cercana a la que apareció en el “contrato de locación de obras” firmada por Diez San Millán y los compradores del predio de La Isla.
Según el mismo, estos últimos harían una obra por $9.990.420 para quedarse con el predio tasado en casi seis millones. La idea de cambiar predio por obras fue de otro socio “ilustre” y poderoso: el exministro de Educación Leopoldo Van Cawlaert, el mismo que se hizo famoso por declarar que los alumnos de Salta eran “todos porros” o que el reparto de preservativos generaría un “revolcadero sexual” en la Salta gauchesca; aunque en la asamblea de septiembre de 2012 expuso que había que tener cuidado con la desvalorización del dinero y “que lo ideal sería el cambio por obra”.
Escuela de la Tradición
Entre los poderosos aliados de Carlos Diez San Millán se encontraba el propio gobernador Urtubey que además de ser socio de la institución, había designado a Diez San Millán (decreto 2.867 de septiembre de 2012) en un cargo político nivel 1 de la Secretaría de Ingresos Públicos del Ministerio de Economía. Eso no era todo: Urtubey también había otorgado subsidios por $627.000 para que Diez San Millán montara una escuelita de la tradición (Escuela Puesto) en el predio de Lomas de Medeiros.
Los objetivos de la escuela incluían “brindar al gaucho algunas técnicas de manejo animal…”, “enseñar técnicas de conservación de alimentos, utilizadas en el campo que fueron perdiéndose por la aparición de nuevas prácticas”, “estimular la aplicación de nuevas tecnologías apropiadas que permitirán, sin romper con las tradiciones, hacer más eficientes los sistemas de producción para adaptarlos a los requerimientos del hombre de campo actual”, o “favorecer el arraigo poblacional en las zonas rurales”. Por aquel entonces hubo un problema sensible para gauchos que abandonaron el nomadismo para volverse sedentarios: la escuela carecía de agua por lo cual los aprendices tomaban las clases en la exquisita sede de la avenida Uruguay al 700 de nuestra ciudad.
La dependencia que la institución posee de los subsidios estatales generó sablazos entre gauchos solemnes. Es lo que aparece en el citado resumen de la asamblea en donde podía leerse que el gaucho Jorge Gianella pidió la palabra para manifestar su preocupación por la ineficiencia en la generación de recursos y la dependencia de los subsidios. La reacción de Carlos Diez San Millán fue rápida y propia del gaucho cantor que retratara Domingo Sarmiento en su libro “Facundo”: ejecutó un letal ataque dialéctico en el que le recordó a Gianella que él también era parte del sistema que tiene “paladar de bebida fina y bolsillo de bebida cola” (sic), dejando en claro que ninguno de los presentes era casto en eso de ser parte de una agrupación cuyos pretéritos blasones dependía del dinero del Estado.
Diez San Millán también dijo “que el proyecto en marcha apunta la generación de recursos”. Se refería al salón de fiestas que se construirá en Lomas de Medeiros cuyo costo era de $7.827.147 según el presupuesto de entonces y que ahora se alquila a terceros que organizan fiestas que en nada se parecen a las pulperías del siglo XIX, salvo en lo referido a ser el lugar donde la combinación entre licor y prepotencia de clase potencia los impulsos que Sarmiento consideraba exclusivo de las montoneras federales a los que solía animalizar para resaltar las supuestas virtudes de la civilización.