En 2015, el sacerdote Jorge Crespo fue suspendido por Mario Cargnello.
Es curioso cómo la Iglesia Católica se toma su tiempo ante denuncias de abuso en contra de sacerdotes pero reacciona inmediatamente cuando uno de ellos intenta realizar acciones que van por fuera del control eclesiástico. Es lo que sucedió en 2015 con Jorge Crespo, el cura salteño que se lanzó en una carrera electoral que no le gustó nada al Arzobispado.
«El sacerdote Crespo no tiene permiso para ser candidato», titulaba La Gaceta a fines de febrero de 2015. El artículo informaba que la Arquidiócesis de Salta consideraba que como Crespo había decidido «unilateralmente» presentarse a las elecciones provinciales de ese año como candidato a diputado, carecía de la correspondiente autorización canónica, por lo que se le urgía a renunciar a las aspiraciones políticas y a reintegrarse al ejercicio sacerdotal.
«Como cristiano comprometido con los más pobres, con treinta años de sacerdote, creo que debo aportar con mi presencia y palabra a afianzar la democracia, la justicia social y la inclusión de los marginados a la vida de mi país», decía Crespo a través de las redes sociales y se dirigía a los curas: «Les pido que sepan comprender mi decisión. Es el momento justo para que yo me juegue el todo por los más necesitados que habitan en el corazón de Tata Dios, la Iglesia servidora de la humanidad debe aportar lo suyo para garantizar el bienestar de los más pobres”.
Crespo buscaba una banca en la Legislatura como diputado provincial dentro del espacio de Urtubey.
En mayo de ese año, poco antes de las elecciones generales, el arzobispo de Salta, Mario Cargnello, publicó otro comunicado en el que mostraba «la relación que enseña la Iglesia Católica entre el sacerdote y la política».
«Como fue informado oportunamente a la comunidad, frente a la decisión unilateral tomada por el Pbro. Jorge Crespo de presentarse como candidato a diputado provincial, le he pedido que renunciara a la misma y regresara a su ministerio que había abandonado sin haber informado previamente. No hubo una respuesta positiva. Seguí el procedimiento señalado por la Iglesia y tuve que tomar la dolorosa decisión de suspenderlo en el ejercicio de su ministerio», escribía Cargnello.
El arzobispo quería que se prohibiera el uso de distintivos eclesiásticos en la propaganda electoral. Luego Cargnello explicaba que la Iglesia «no se confunde en modo alguno con la comunidad política ni está ligada a sistema político alguno», algo que provocó risas que todavía se escuchan en algunos pasillos de la ciudad. Para colmo, monseñor fue más allá para decir que «el sacerdote ha de estar por encima de toda parcialidad política».
«Los presbíteros hemos de ser hombres al servicio de todos en clave de fraternidad espiritual. Tomar partido tiene el riesgo de dividir, por ello no debemos intervenir directamente en la acción política ni en la organización social», agregaba Cargnello, en una postura por lo menos hipócrita de su parte, teniendo en cuenta la innumerable cantidad de veces que él mismo se ha entrometido en causas políticas y sociales, como la educación religiosa en las escuelas públicas o el derecho al aborto, algo que Crespo apoya.
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