El condenado cumplía funciones en la Unidad de Investigaciones de Delitos Complejos y Procedimientos Judiciales. Le impusieron ocho meses de prisión condicional y 3 años de inhabilitación para ejercer cargos públicos.
El delito que le imputaron al cabo Aníbal Alegre fue el de “violación de secreto”: avisó a un jefe de un escuadrón de la zona de frontera que lo estaban investigando sospechado de participar del contrabando de granos. Por las pruebas que la fiscalía aportó, Alegre buscaba una retribución económica a cambio de revelar datos de la investigación.
Lo mostraron las conversaciones vía WhatsApp que Alegre tuvo con el gendarme sospechado, cuyo teléfono estaba intervenido. “Che tigre, tirame una moneda”, le dijo en el primer mensaje. La prueba fue ratificada por testimonios de otros gendarmes, tanto compañeros como jefes de las unidades investigativas, quienes explicaron cómo se descubrió que los mensajes de advertencia provinieron del teléfono de Alegre.
Por su parte, el comandante Rafael Sanabria, responsable de la UNIPROJUD y jefe inmediato de Alegre, subrayó el carácter secreto de esos datos, a la vez que aclaró que la subordinación se debe hacia los jefes y la unidad en la que se desempeña y no solamente por el cargo.
“Al momento del hecho Alegre cumplía funciones en la UNIPROJUD, unidad que llevaba adelante diversas tareas de inteligencia criminal, entre ellas el análisis de información extraída de intervenciones telefónicas, cuyos datos, sostuvo la fiscalía, eran de alta sensibilidad para el éxito del caso. El cabo primero provenía del Escuadrón 54 de Aguaray de Gendarmería, unidad que era investigada por las maniobras ilegales en el paso de camiones con granos, de las cuales participaba un comisionista que, a la postre, fue imputado y condenado por ese delito” destacó en su edición de hoy la sección local del diario Página 12.