Eduardo Ríos, secretario de Actas del Sindicato de Conductores de Taxis de Capital Federal, recuerda los comienzos del salteño que conquistó el sindicalismo porteño y ahora quiere ser diputado nacional.
En Caballito, cerca de la cancha de Ferro, se encuentra el Sindicato de Conductores de Taxis de Capital Federal. Al igual que en los clásicos vehículos amarillos y negros que circulan por Buenos Aires, en este edificio alcanza con levantar la cabeza para saber quién es el que conduce. El hall de entrada está decorado con cuadros que lo tienen de protagonista a José Ibarra, el salteño que en los 80 llegó a la gran ciudad desde Guachipas y desde 2004 lidera este gremio que actualmente reúne a unos doce mil afiliados.
En una de las oficinas del segundo piso trabaja Eduardo Ríos, actual secretario de Actas y Coordinación del Sindicato. Ríos acompaña a Ibarra desde el principio de la aventura sindical del salteño. “Llegué con José al Sindicato en 2004 -recuerda-. Nos conocíamos antes, habíamos estado juntos en una asociación de radiotaxis, porque él tenía una empresa y yo también. Él tenía flota de taxis y se dio la oportunidad de presentarse en elecciones acá en 2004. Esto estaba arrumbado y abandonado”.
Ríos hace más de una referencia al pésimo estado en el que se encontraba la sede del sindicato cuando comenzó la gestión de Ibarra, quince años atrás. “El edificio es el mismo pero no existían ni planos municipales. Realmente estaba en una situación muy lastimosa porque había sido prácticamente abandonado. No había socios, no tenían para pagar la luz. Nos hicimos cargo los pocos que pudimos votar y salimos electos. A partir de ahí se comenzó a trabajar con un plan de trabajo que ya tenía José en la cabeza para lo cual también sacrificó mucho de su tropa. Vendió muchos autos, transfirió licencias para poder afrontar la situación Así fuimos generando cosas, como renovación de unidades, tomar contactos con las terminales. Empezamos a generar y a dar atractivos como para que la gente viniera a asociarse”, dice.
El compañero de Ibarra se ríe cuando recuerda la escasa cantidad de afiliados que formaban el sindicato en aquel lejano 2004. “Nosotros decíamos que había cinco afiliados de los cuales tres éramos nosotros. Era de terror”, exagera. Sin embargo, la cifra no estaba tan lejos: “En ese momento tendríamos 20, 25 afiliados, que son los que votaron. Fueron años de mucho sacrificio y lucha. Yo digo siempre que José es como un tractor, es una persona que tiene sus objetivos, evalúa y le da para adelante. Nosotros acompañamos como comisión directiva, vamos haciendo las cosas que nos corresponden, pero indudablemente él es un tractor”, explica.
Antes de asumir, Ibarra hablaba de salud y viviendas para los taxistas. Ríos asegura que esos objetivos, en medio de aquel presente lastimoso, sonaban por lo menos a una situación imposible.
“En esa época muchos decían ‘éste está loco’, pero tuvimos la suerte de poder sacar la obra social. Hoy funciona, estamos en crecimiento. Estamos terminando un proyecto de cuatro torres en la zona de Lugano, donde la corporación Buenos Aires Sur nos cedió un terreno para poder construir. Estamos a un mes de firmar el comienzo de la construcción. Son cuatro torres, unos 150 departamentos. Antes el taxista no tenía acceso a una vivienda”, dice Ríos.
Para el sindicalista, el trabajo conjunto tiene el sello de Ibarra: “José es una persona que tiene mucho empuje. La prueba está en que pudimos hacer esto de la nada en un gremio atípico, donde tuvimos que convencer a los compañeros a que vengan a afiliarse, cosa que no es fácil. Porque es como un negocio: cuando usted tiene un negocio, una fábrica o una marca y se le deteriora, es mucho más difícil recomponerla que agarrar e inventar una nueva y arrancar. Acá fue algo así, tuvimos que demostrar mucho primero. Y así se fue haciendo, con empuje, con mucho aporte propio de José. Aporte propio que consta en actas. Él ha vendido autos para poder sustentar y seguir adelante y poder aguantar. Había cosas básicas que cubrir y todo eso lo sustentó José vendiendo, sacrificando, su patrimonio”.
Una vez afianzado en el sindicato, Ibarra empezó a mirar hacia el norte y a realizar trabajos sociales destinados a niños y jubilados de nuestra provincia. Fue el paso previo a dar el salto a la política activa. Ríos formó parte de ese comienzo.
“En la política de Salta venimos trabajando hace bastante -dice-, pero no con la idea de ‘hacer política’. José ama su pueblo, entonces se dieron cosas para coordinar y poder hacer y las fuimos haciendo. Hemos traído una cantidad innumerable de chicos a conocer el mar en distintas etapas durante distintos años. Después lo pudimos hacer extensivo a los abuelos, que pudieron viajar a Embalse Río III. Todo esto surge de la observación, de la coordinación y de la bajada a Salta de un grupo con José a la cabeza que le planteaba cosas a los distintos intendentes y a los colegios. Desde la Federación Nacional de Conductores de Taxis, que también conduce José, pudimos trabajar y hacerlo. Hubo una temporada que llevamos 32 micros. Después hemos tenido mucha ayuda social: la fábrica Granix nos donó una cantidad enorme de galletitas y fuimos todos para allá a repartir. Había confiscaciones de ropa deportiva que entraba de contrabando y los jueces tenían todo el derecho de hacerlo legalmente y donarlo a alguna institución, así que ahí también conseguíamos algo y llevábamos para allá”.
El paso a la política activa fue casi natural. La práctica social fue destapando necesidades mayores que no se podían cubrir sin una mayor participación. “De pronto nos dimos cuenta que muchos de los intendentes que a lo mejor colaboraban con una parte del micro quedaban como que eran ellos los que efectuaban todo. Capitalizaban políticamente eso y el aporte de José Ibarra se diluía. Entonces un año dijimos ‘vamos directamente nosotros a hablar con los padres’. Se armó una delegación con José a la cabeza y fuimos colegio por colegio a contarles cómo era la cuestión, cómo había que hacer. A partir de ahí se tomó más contacto con la gente, por eso también se fue haciendo más conocida la figura de José y de lo que hemos hecho. Ese fue el comienzo. Después hubieron inquietudes que ya había que llevarlas a otro plano, porque para cambiar la realidad creo que la herramienta mejor es la política. Y es ahí cuando José comienza a meterse”.
Ríos describe a Ibarra como “una persona joven con un archivo limpio”, algo que considera como inusual dentro de la dirigencia nacional: “Es un simple salteño que tuvo que venirse a buscar el laburo acá, como tantos provincianos de otros lugares, que pudo crecer acá en base a mucho trabajo y sacrificio. Agarró una época en la que tuvo la inteligencia de saber invertir y poder crecer y después puso eso a disposición de lo social. Entonces creo que es una persona que tiene lo que yo llamo ‘peronismo natural’. Lo tiene metido en el hacer. Lo lleva adelante naturalmente porque piensa así. Cuando yo lo conocía tenía una flota de taxis con 84 peones. No tenía conflicto con ninguno, cumplía con todo lo que había que cumplir. Por eso digo que naturalmente lo ejerce, lo lleva y lo trata de practicar”.
Por esas características, Ríos considera que Ibarra, quien actualmente es senador provincial por Guachipas, podría desempeñar un buen papel como diputado nacional, siempre y cuando gane la interna del 11 de agosto contra Miguel Nanni. “Para el cargo de diputado tiene un don muy especial porque tiene mucha llegada en Buenos Aires y como dicen que Dios está en todos lados pero atiende acá, así como hemos conseguido cosas y las llevó para allá, va a poder hacer lo mismo para su provincia. Es el gran motor de él”, dice.
Ríos piensa que Ibarra quiere “devolverle a su provincia, a su gente”, la educación recibida que le permitió avanzar en Buenos Aires. “No tengo dudas de que él va a trabajar para la gente. Estará a disposición del gobernador de turno para gestionar cosas y buscar todo lo necesario para poder favorecer a la provincia. José sabe lo que quiere, tiene mucha fuerza y puede hacer mucho por su Salta querida”, finaliza.
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