Patricio Guanca fue el primer salteño muerto en la guerra y el cuarto argentino desde el comienzo del conflicto el 2 de abril. La mayoría de los salteños caídos tripulaban el ARA Belgrano. Otros cuatro están enterrados en Darwin.
El gobierno provincial homenajea desde hace años a 34 salteños caídos durante la guerra de Malvinas. CUARTO solo pudo identificar los nombres y apellidos de 31, como así también las circunstancias generales en la que fallecieron en combate. El primero de ellos fue el marino Patricio Guanca.
El día 4 de abril de 1982, un escueto comunicado decía lo siguiente: “La Junta Militar comunica a la Nación que la toma de Grytviken, en las islas Georgias del Sur, se inició siendo las 12.20 del 3 de abril y culminó a las 14.30. Durante la ejecución de la operación, personal británico abrió fuego produciendo tres bajas”. Un comunicado posterior del mismo día dio cuenta que entre los fallecidos estaba Patricio Guanca, un salteño de 24 años, soltero y que había nacido en Cerrillos. Guanca fue el primer salteño que cayó en la Guerra y el cuarto argentino desde el comienzo del conflicto el 2 de abril de 1982.
No obstante, la mayoría de los salteños muertos en el conflicto del Atlántico Sur eran tripulantes del Crucero ARA General Belgrano. El comandante del mismo, Héctor Bonzo, publico tras la guerra un libro al que tituló “1.093” que era el número de tripulantes de la nave. Allí destaca que fueron 323 los argentinos que murieron tras el ataque del submarino nuclear británico HMS Conqueror. Cuatro de los cuerpos rescatados eran de salteños: Bernardino Campos; Ramón Fabián; Omar Madrid; Ricardo Torres.
Otros 22 salteños quedaron sepultados en las heladas aguas del Atlántico Sur aquel domingo 2 de mayo de 1982: José Chaile, Luis Flores, Ricardo Gallardo, Juan Gómez, Ignacio González, Ramón Gutiérrez, Isaac Jira, Carlos Medina, Ricardo Paz, José Ramírez, Hilario Ramos, José Rodríguez, Jorge Ruíz, Ricardo Torres, Omar Vargas, Jorge Vélez, Martín Vetancu, José Villegas; Mario Zabala; Ramón Zalazar; Mario Vilca Condorí, Marcos Lamas.
Los dos últimos comparten una particularidad: tenían 16 años por haber ingresado a la Escuela de Mecánica de la Armada con 15 años en 1981, tal como era posible en aquel entonces. Eso dice sobre Marcos Lamas el libro de Héctor Bonzo. Sobre Mario Vilca Condorí se dijo lo mismo en varias investigaciones que incluyeron un documental que recuerda que el hombre nacido en la localidad de Los Naranjos era el más joven de los soldados caídos en el conflicto.
En las Islas Malvinas se encuentra el Cementerio de Darwin. En él yacen 238 soldados argentinos en un total de 230 tumbas. Hasta marzo del año 2018 en las lápidas de 123 de esas tumbas se leía lo siguiente: “Soldado argentino sólo conocido por Dios”. Pero desde ese mes hasta hoy, más de 100 soldados caídos ya cuentan con su respectiva identificación gracias al trabajo que llevaron adelante La Cruz Roja Internacional y un equipo de Antropología Forense que contó con el apoyo del gobierno de los dos países que protagonizaron el conflicto bélico en 1982: Argentina y Gran Bretaña.
En el cementerio de Darwin hay 4 salteños. Uno de ellos es el oranense Jorge Luis Sisterna quien cumplió 20 años en plena guerra. Era ingeniero anfibio y colocaba minas en territorio británico. “En mayo de ese año los británicos logar filtrar un campo minado en Monte Dos Hermanos lo que supone que habían logrado identificar y retirar las minas que dificultaban su paso. Entonces las fuerzas argentinas necesitan que se vuelva a colocar las minas y mi hermano se ofrece para hacerlo. En esa misión estaba cuando se enfrentan con los ingleses y Jorge y los dos compañeros de su patrulla son muertos”, relató a CUARTO su hermano César que sigue viviendo en Orán.
El otro soldado salteño cuyos restos descansan en Darwin fue identificado en el año 2018. Se llamaba Humberto Blas, había nacido en Salta donde vivía con tres hijos y su mujer que estaba embarazada cuando Blas partió a las islas. Era sargento primero en la Compañía de Comando 602. Al día siguiente de haber llegado a las islas, el 30 de mayo de 1982, cayó en circunstancias nunca definidas con precisión, según explicó su viuda. El diario LA NACIÓN la había entrevistado cuando se informó que en una de las tumbas con la frase “Soldado argentino solo conocido por Dios” descansaban los restos de nuestro comprovinciano.
Marcelo Lotufo había nacido el 7 de septiembre del 1948 en nuestra ciudad, le decían Pelusa y egresó de la Escuela de Aviación Militar en 1971. En 1981 pasó a la II Brigada Aérea. Estaba casado con Alicia Brigada y era padre de Marcelo César. Ya en pleno conflicto bélico -el 7 de junio de 1982- se montó con 4 compañeros a un Leart Jet civil que debía sobrevolar la isla Gran Malvina para realizar reconocimientos fotográficos. A las 9,15 de la mañana la nave fue alcanzada por un misil AIM 9L HMS disparado desde el destructor británico Exete. Los restos de Lotufo comparten la fosa con los tripulantes del avión: Rodolfo Manuel De la Colina, Juan José Ramón Falconier, Francisco Tomás Luna y Guido Antonio Marizza, aunque publicaciones web de la Fuerza Aérea aclaran que aun cuando en la placa se inscribieran los nombres de los cinco tripulantes, en la fosa se enterraron sólo dos cuerpos por no haberse encontrado los restos de los tres restantes.
El nombre de Luis Guillermo Sevilla también está presente en el cementerio de Darwin. Había nacido en Rosario de la Frontera el 17 de septiembre de 1963 y desde entonces su vida fue una lucha constante para ayudar a su madre y hermana tras haber sido abandonado por su padre. Con ese objetivo viajó a Buenos Aires en busca de un futuro mejor hasta que el 8 de enero de 1982 ingresó al servicio militar en la escuela de Aviación Civil de Córdoba. Tres meses después estaba en plena guerra ocupando el puesto de Policía Militar en Goose Green. Murió defendiendo la base aérea “Cóndor”, el lugar donde operaban los aviones Pucará. Ocurrió el 28 de mayo de 1982 cuando tenía apenas 18 años. Fue ascendido a Cabo Post Mortem y recibió la medalla “La Nación Argentina al Valor en Combate” fue declarado “Héroe Nacional” en 1998, le otorgaron también la medalla “La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate” y una calle en Paraná y otra en Mar del Plata lo honran con su nomenclatura.
Durante años su nombre era parte de una fosa común que ocupaba con el porteño Héctor Walter Aguirre, el santiagueño Mario Ramón Luna y el entrerriano Julio Ricardo Sánchez, quienes cayeron con Sevilla defendiendo la base. El caso de Luis fue uno de los que despertaba grandes sospechas de que había tumbas de soldados argentinos mal identificadas. En agosto del 2018 un análisis de ADN demostró que el soldado Héctor Walter Aguirre no está enterrado en la tumba que la lápida decía que compartía con Luis Sevilla, de cuyos restos también hicieron pruebas de ADN. Cuando este análisis concluyo gracias a la campaña conjunta del gobierno argentino, el británico y la Cruz Roja Internacional, se pudo dar con la fosa que tienen los restos de Sevilla. A esa tumba finalmente arribaron el 13 de marzo del 2019 Cristina Lera – madre de Luis – junto a su hija Mirian que fueron fotografiadas por el portal Infobae cuando cumplían una promesa: dejar entre las piedras de la tumba una foto de la familia entera.