El de Tartagal no logró ganar la gobernación y debió conformarse con un lugar en el Senado.
El 2019 de Sergio Leavy fue de mayor a menor. Se apagó como las estrellas fugaces que, se sabe, nunca cumplen los deseos. En este caso dejó huérfana a una militancia kirchnerista que lo elevó como el representante de Cristina en la tierra de Güemes. Leavy perdió las elecciones para gobernar la provincia en medio de una campaña errática y cuestionada que cayó por su propio peso.
La doble candidatura a senador y gobernador que Leavy impulsó no fue bienvenida. Sus explicaciones tampoco convencieron demasiado. Ya es de antología la entrevista que brindó en FM Capital, donde no supo justificar de manera correcta la decisión de estar en misa y en procesión y quedó en offside, enojado con los periodistas.
El peso de su figura dentro del propio kirchnerismo tampoco cerró demasiado, a pesar de que Leavy se colocó detrás de CFK en épocas de macrismo explícito. La militancia aceptó la máxima definida luego por el pampeano Carlos Verna (“Si hay que tragarse sapos, a tragarse sapos”) pero Leavy nunca pareció demasiado nac&pop. Su postura en contra de la legalización del aborto es apenas un detalle que lo muestra.
Después de unas PASO nacionales que parecían encaminar todo hacia el triunfo, Leavy perdió potencia. El faltazo de Cristina al Delmi a fines de septiembre fue la primera señal.
Las PASO provinciales fueron una sonora bofetada. Los 296.559 (47%) votos de Leavy en agosto como candidato de Cristina se redujeron a 162.896 (24%) como candidato a gobernador en octubre. La debacle fue aún mayor en la Capital: los 104.752 (34%) de agosto se redujeron a 38.915 (13,21%). La historia no hizo excepción alguna: el prestigio de los grandes dirigentes nacionales puede dar un empujón a terceros, pero no le transfiere las voluntades. Eso y el destrato a su rival interno –Miguel Isa– desde el momento del cierre de frentes hasta el acto en el Delmi hacían imposible que los dirigentes que respondían al ex vicegobernador se comprometieran con Leavy para las elecciones del 10 de noviembre. Luego se supo de destratos similares en el interior provincial que se pagarían caro. La suerte estaba echada y como suele ocurrir en estos casos la diáspora era un hecho.
El 10 de noviembre, Leavy perdió contra Sáenz de manera contundente y debió conformarse con su banca en el Senado, donde hoy es visto como una de las «esperanzas celestes» para evitr que la legalización del aborto se concrete. Antes de irse de Diputados, Leavy votó en contra del cumplimiento de la Educación Sexual Integral en todo el país.