miércoles 15 de mayo de 2024
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Ayuno cuaresmal | Ascetas por la resurrección y ascetas por la reincorporación

Mientras la feligresía católica se priva de comer carne para purificarse antes de la resurrección, los despedidos de El Tabacal que están presos por luchar continúan con su huelga de hambre para ser liberados, sobreseídos y reincorporados. Llevan perdidos unos 30 kilos. (Franco Hessling)

Desde hace dos semanas, los dos presos por luchar contra los despidos de Agroindustria El Tabacal, el ingenio de Yrigoyen, iniciaron una medida de autoflagelo, una huelga de hambre. Hace unos catorce días que Jorge Moreno y Martín «Mecha» Méndez están en ayuno por voluntad propia, como manera de ser visibilizados como presos políticos, privados de su libertad por reclamar contra deshumanizantes decisiones patronales, gustosas éstas de ver a los humanos, siempre que sean mano de obra, como recursos de los que se puede prescindir.

La semana santa obliga a notas alusivas. El ritual católico, a su vez, obliga a los creyentes a no comer carne los días viernes de la cuaresma, época de preparación para el paso de la muerte a la vida, la resurrección. En cambio, Moreno y Méndez se encuentran obligados por un imperativo material antes que ritual: libertad para seguir luchando por la reincorporación al ingenio.

Prueba de ello es que ambos formaron parte de listas que disputaron esta semana la conducción del sindicato, que volvió a quedar en manos de Martín Olivera. Ninguno de los dos acompañaba la lista verde de éste, Moreno encabezó la Naranja y Méndez integró la Roja.

La empresa fue aceptada por la Justicia como querellante contra los manifestantes que, impelidos por la desesperación de perder el trabajo, emprendieron medidas de fuerza, para nada cómodas para El Tabacal, ciertamente, aunque no menos arriesgadas para ellos mismos. Pusieron el cuerpo. Luchan con su cuerpo.

En común con los católicos, los detenidos por luchar tienen el ayuno como problema ético. Revisemos las divergencias en la mirada ética de los católicos, cuando no incurren en hipocresía, y los luchadores.

El ascetismo cristiano fue una de las manifestaciones jóvenes de la ética occidental fundada en la epimeleia (cuidado y conocimiento de si). De acuerdo a las indagaciones de Foucault, dos grandes corrientes éticas se desprenden de aquella noción hallada en la tradición greco-romana: epimeleia en el trabajo del alma, conocer y conocerse (physiké), y epimeleia en la práctica de la vida verdadera (bios). En los primeros sitúa a la tradición neoplatónica, entre los segundos, pone primero a los cínicos, escandalosamente verdaderos para vivir, y luego a los cristianos de la alta edad media, afectos a las técnicas corporales sobre sí, a la renuncia como forma de ascesis.

Pero Foucault discute con el concepto de ascesis vinculado a la renuncia cristiana, para él la ética es el proceso por el cual cada quien busca la vida de virtud, la vida bella: «Es lo que se podría llamar una práctica ascética, dando al ascetismo un sentido muy general, es decir, no el sentido de una moral de la renuncia, sino el de un ejercicio de sí sobre sí por el cual uno intenta elaborarse, transformarse y acceder a un determinado modo de ser» (*).

Méndez y Moreno, para ponerlo en términos concretos, no están renunciando a alimentarse, como hacen los católicos, para mostrarse aptos al escudriño divino, están convirtiendo sus cuerpos en un determinado modo de ser, el modo de ser luchador. Ponen el cuerpo, lo emplean como instrumento de combate.

Presos desde el 4 de marzo último, la huelga de hambre es prácticamente su única manera de manifestarse contra los despidos de los que forman parte. Entre los dos van perdiendo unos 30 kilos.

Su ascesis es voluntaria, igual que la de los católicos que cumplen a rajatabla el ayuno cuaresmal, pero además tiene un aliciente: no renuncia a nada, no teme a ninguna deidad. Su ascesis es un hambre decidido para exclamar urgencia. Para solicitar preeminencia.

El rasero ético acecha a cualquiera, ahora en primera persona: me llegó al celular un audio que salió desde la celda 1 de la Comisaría 20 de Orán, que tiene capacidad para seis personas pero que aloja a una docena, entre ellas Moreno y Méndez. El primero de ellos toma la palabra y cuenta. ¿Lo publico? Lo decidí por esta frase con la que el trabajador despedido, en huelga de hambre y preso por luchar, cierra su discurso: «Espero que alguien pueda escuchar este mensaje y pueda hacer o gestionar algo para que mínimamente podamos estar en buenas condiciones».

En las antípodas de las y los doble-moral de la resurrección, están los de moral infranqueable que buscan reincorporación.

JorgeMoreno PresoPorLuchar DespedidoElTabacal

(*) Cita extraída de una entrevista que Helmut Becker, Raúl Fornet-Betancourt y
Alfredo Gómez-Müller le realizan a Foucault en enero de 1984, pocos meses antes de su fallecimiento. Disponible en: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/NOMBRES/article/viewFile/2276/1217

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