Hallaron los cuerpos el sábado pasado. Tras la autopsia los investigadores apuntan a un infanticidio seguido de suicidio.
El sábado pasado, al costado de la Ruta 34, hallaron dos cadáveres en el interior de un automóvil. Eran los cuerpos de Raúl Eduardo Pereyra y su hija de 8 años. Ambos tenían heridas de bala.
En el auto, que quedó varado entre las localidades de Coronel Cornejo y General Ballivián, encontraron un arma larga. Tras realizar las pericias y la autopsia a los cuerpos, determinaron que lo sucedido fue un asesinato seguido de suicidio.
Horas después del suceso, fiscal penal de la Unidad de Graves Atentados contra las Personas de Tartagal, Pablo Cabot, informó a la prensa que tanto padre como hija presentaban “cada uno una herida de arma de fuego sin orificio de salida en la zona del cráneo”.
Cabot además detalló que tras comunicarse con la madre de la menor supo que la mujer estaba separada del padre, y precisamente ese fin de semana “no había restituido a la niña de ocho años como habían acordado”.