lunes 29 de abril de 2024
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Vaticano y homosexualidad | Cuando “ser parte de la parroquia” es la clave para decir que un cura es gay

El sociólogo francés Frédéric Martel dio adelantos de su libro “Sodoma” que narra la doble moral en el corazón de la iglesia y denuncia la cultura tóxica del secreto. “El Vaticano tiene una de las mayores comunidades gay del mundo”, enfatizó.

El libro posee 570 páginas, su título completo es “Sodoma: poder y escándalo en el Vaticano” y estará en las librerías argentinas a partir del 15 de abril, aunque la semana próxima la versión e-book estará disponible en todo el mundo.

El periodista y sociólogo que también es un activista LGBT, adelantó que en la investigación habló con casi 1500 fuentes que incluyó a 41 cardenales, 52 obispos y monseñores, 45 nuncios apostólicos y embajadores extranjeros. De todos modos, en una entrevista que Clarín publicó hoy, Martel enfatizó que “La principal pregunta es, para mí, por qué este libro todavía no se había escrito, incluso aunque todos son conscientes de la homosexualidad en el Vaticano”. Trascribimos aquí la entrevista que ese diario el realizará al autor del libro que relató en que consiste el mismo.

C─La hipótesis de Sodoma es que el secretismo homosexual en el Vaticano tiene influencias en las decisiones que se toman. ¿Cómo sería esto?

F.M.─El libro es sobre cómo el clóset clerical distorsiona cada aspecto de la vida en la Iglesia. La homosexualidad está en el centro del sistema del Vaticano: las fuentes de los affairs Vatileaks y tantos escándalos, la renuncia de Benedicto XVI, la guerra contra los preservativos, el matrimonio homosexual y las familias divorciadas, la misoginia dentro de la Iglesia. Es también la clave que explica el encubrimiento de los abusos sexuales, pero no en un sentido en el que se podría pensar.

─¿Por qué?

─Acá hay que ser muy cuidadosos y precisos: primero, la homosexualidad no tiene una conexión directa con la pedofilia. Los abusos sexuales son principalmente en familias heterosexuales, colegios, etcétera. Pero es cierto que el 80% de los abusos en las iglesias son con chicos u hombres, no con mujeres. 80% reportado por obispos americanos, 85% en un estudio de Spotlight (la revelación del diario Boston Globe, que fue recreada en una película). Y los números son inmensos: más de 6.000 sacerdotes acusados de abusos sexuales en Estados Unidos, 2.000 en Australia, 1.700 en Alemania, 800 en Holanda, 500 en Bélgica. Es un patrón, no una cuestión de “ovejas negras”.

─¿Y de qué se trata ese patrón?

─Primero, de una cultura del secreto que fue creada desde al menos Paulo VI (Papa entre 1963 y 1978) para proteger la homosexualidad masiva en el Vaticano. Durante el paso de los años, algunos abusadores fueron capaces de actuar con esta cultura del secreto, esta ley del silencio, que no fueron creadas para protegerlos. Esta es la clave. Segundo, cuando un obispo protege a un cura pedófilo no sólo protege al cura, sino que sobre todo se protege a sí mismo. En la mayoría de los casos ese tipo de personalidades son homosexuales. Es un parámetro en la mayoría de los abusos.

El sociólogo francés, Frédéric Martel.

─En el libro se desmitifica la idea de un “lobby gay”…

─No hay tal cosa como un lobby gay: ese es uno de los primeros errores que hay que evitar cuando se habla del Vaticano. Fue inventado por los conservadores y por Benedicto XVI para tratar de evitar la discusión real en torno a la gran pregnancia de la homosexualidad en la Iglesia. El Vaticano tiene una de las comunidades gay más grandes del mundo y hasta dudo que el emblemático barrio Castro de San Francisco tenga una tan grande.

─¿Cuál es el vínculo entre esta represión de la homosexualidad en la Iglesia y las ideas como la oposición a usar preservativos o la condena de las elecciones sexuales que se establece en el libro?

─Para entender esto hay que escuchar a Francisco. Día tras día, durante las homilías de sus mañanas en Santa Marta, habla sobre los cardenales con “doble vida”, su “esquizofrenia”, “hipocresía” y “rigidez”; todas estas palabras que menciono las usa Francisco. Y sí, la homofobia va de la mano con los conservadores y, para muchos de ellos, con una homosexualidad encubierta. Hasta sugeriría esta regla: cuanto más anti gay es un cura o cardenal, más probabilidades hay de que sea gay. Cuando estás tan obsesionado y declarás tanto en contra de una idea, es más probable que tengas algo que esconder en torno a esa idea. La homofobia es casi una técnica clave para reconocer a curas secretamente gays. Y esto lo sostengo con la inmensa cantidad de testimonios que tiene el libro, muchos de ellos directamente desde dentro del Vaticano.

─¿Y cómo se traduce esto en la vida cotidiana del Vaticano?

─Es interesante, porque de todo esto no infiero que cualquier cura conservador sea gay. Lo que seguro sé por mi investigación: en el Vaticano tenés 50 sombras de Gay. Tenés curas homófilos, que son homosexuales pero que no practican y se mantienen castos. Y hay curas con amores regulares, algunos incluso deprimidos por su mentira y su doble vida. Y hasta hay curas que tienen novios.

El libro estará disponible en Argentina el próximo 15 de abril.

─¿Qué significa “ser parte de la parroquia”?

─Es un código para decir ser gay. Es una vieja fórmula en francés, italiano e inglés para decir las cosas sin decirlas. Me encanta este tipo de fórmula que parece salida directamente de una novela de Jean Genet o Marcel Proust.

─La primera parte del libro está dedicada a Bergoglio y explora sus orientaciones políticas, desde su peronismo hasta sus visiones de la Teología de la Liberación. ¿A dónde condujeron estas investigaciones?

─Diría que Francisco es un producto de su generación. Él tenía 23 años en el momento de la Revolución Cubana liderada por el Che Guevara, una figura clave para él como argentino. Fue mucho más influenciado por la Teología de la Liberación que lo que creemos, estaba en contra de la violencia pero también de la lectura estrictamente marxista de los problemas sociales y de los curas pro-guerrilla. Como me dijo un asesor clave del actual gobierno argentino: “Es un cura peronista de 82 años, ¿cómo querés que sea moderno y progresista? Está principalmente con la izquierda en los problemas sociales y con los conservadores en asuntos de familia y morales”. Creo que este juicio es duro y severo, pero creo que, dada su edad, Bergoglio es más progresista que lo que la gente suele pensar.

─El libro tiene una postura bastante favorable con las políticas del Papa en el Vaticano. ¿Por qué?

─Mi libro es muy favorable respecto de Francisco, como decís, incluso aunque yo no sea un católico practicante. Sé que el cardenal Bergoglio ha sido criticado en Argentina, pero es un Papa más eficiente ahora en Roma. Y cuando entendés la guerra que se organizó contra él por los cardenales de derecha –muchos de ellos siendo secretamente gays–, es casi inevitable no tomar partido por él. Este Papa es amigable, corajudo y realmente dedicado a hacer su trabajo.

─Y, según cuenta, no se opone a las uniones civiles del mismo sexo.

─Él fue un gran opositor al matrimonio gay en Argentina y en Roma, pero fue más empático con las uniones civiles en ambos países. En el libro está la información de dos charlas secretas entre él y el primer ministro de Italia, Matteo Renzi, sobre uniones civiles en Italia. Básicamente, él se quedó callado y… ¡para un jesuita el silencio dice mucho!

─La investigación lo llevó por muchos países de Latinoamérica. ¿Qué descubrió en esta región?

─En ningún otro ámbito es tan grande el rol de la homosexualidad como en la Iglesia. En Argentina, México, Chile, Perú, Brasil, Colombia y Cuba la Iglesia está muy homosexualizada. Los cardenales que organizan la batalla contra la Teología de la Liberación –por nombrar sólo algunos, principalmente el cardenal López Trujillo de Colombia y Sebastiáno Baggio de Italia– son homosexuales. Entrevisté a los curas que encontraron a personas vinculadas a la prostitución para López Trujillo en Medellín. Y por supuesto, él era extremadamente conservador, y organizó la guerra contra el uso de los preservativos y las uniones civiles, y era histéricamente homofóbico.

–¿Esto puede cambiar?

–En el corto plazo, no estoy seguro de que mi libro tenga efectos positivos en la Iglesia. En el largo, creo que sí porque después de 50 años de la liberación gay de Stonewall, ha llegado el momento de tener curas gays. Mi objetivo no es cambiar a la Iglesia. Soy un sociólogo, un periodista y sólo quiero explicar una realidad y escribir lo que podemos llamar un libro de narrativa de no ficción. Trato de explicar «una» verdad. Y mi búsqueda de esa verdad se equipara a la del Papa Francisco.

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