El candidato quedó a un paso de la presidencia. La injerencia en nuestro país.
El triunfo de Jair Bolsonaro no alcanzó para convertirlo en el nuevo presidente de Brasil pero lo deja muy bien parado de cara a la segunda vuelta del 28 de octubre. El candidato de la ultra derecha podría asumir el gobierno y profundizar el vuelco represor neo liberal que avanza en América Latina y en Argentina tiene a Mauricio Macri como representante.
Según informó Página 12, Bolsonaro, como Donald Trump en Estados Unidos, logró presentarse como el candidato ideal de la antipolítica, como el postulante ajeno a las elites. A pesar de mantener un discurso repleto de sexismo, racismo y misoginia, Bolsonaro fue ganando votos al colocarse como el otro extremo de los políticos y, sobre todo, como el otro extremo del Partido de los Trabajadores y del propio Lula da Silva.
La antipolítica también fue lo que posicionó a Mauricio Macri en la presidencia nacional. El discurso de una gestión alejada de los vicios clásicos de los representantes argentinos, centrado estratégicamente en el peronismo como mal a combatir, provocó que millones de personas confiaran en un candidato que posteriormente no hizo nada de lo que había prometido.
La relación de Macri con Bolsonaro podría estar en el embajador argentino en Brasilia, Carlos Magariños, un ex funcionario de Domingo Cavallo ligado históricamente a las automotrices, con buenos vínculos empresarios en una industria clave para Brasil, para la Argentina y para el ensamble de autos y partes entre los dos países.
El matutino porteño aseguró que los contactos empresariales de Magariños fueron revelando un acercamiento cada vez mayor a Bolsonaro, que aparecía como el voto útil frente a la candidatura de Haddad. Si Bolsonaro resultaba ganador, la conveniencia de los grandes empresarios era no retacearle apoyo. De ahí surgió también la definición que hizo de Bolsonaro el canciller argentino Jorge Faurie cuando lo calificó como un político “de centroderecha”.