miércoles 15 de mayo de 2024
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Un granadero y dos maestras | Salteños muertos en el bombardeo a Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955

Un día como hoy de hace 68 años, la Marina y la Fuerza Aérea se sublevaban contra el gobierno de Juan Domingo Perón y deciden eliminarlo arrojando 14 toneladas de bombas que dejaron más de 350 muertos y 2000 heridos.

Por un lado crecía un frente opositor compuesto por la Iglesia católica, la Sociedad Rural y sectores de las Fuerzas Armadas, principalmente la Marina; pero por otro los resultados electorales de un año antes mostraban que el peronismo se impuso con el 62,54% de los votos y quedaba claro que Perón no podría ser derrotado en las urnas.

En abril del 55, unos 200 mil católicos se movilizaron a Plaza Mayo en el marco de la celebración de Corpus Christi, un hecho político que entusiasmó a los golpistas que concluyeron que se podían deshacer del «tirano». Durante la concentración se quemó una bandera argentina y el gobierno decidió que la insignia patria fuese «desagraviada» el 16 de junio con una parada militar en Plaza de Mayo. Era jueves, estaba nublado, hacía mucho frío y una multitud contemplaba el desfile militar de desagravio. A las 12.40, el cielo fue surcado por 40 aviones de la aviación naval y de la Fuerza Aérea que comenzaron a dejar caer bombas sobre la Plaza de Mayo y la Casa Rosada. En la primera oleadas, una de las bombas impactó de lleno contra un trolebús repleto de pasajeros.

El bombardeo cesó a las 17.40 y los atacantes huyeron a Uruguay, donde fueron recibidos por el presidente Luis Batlle que les concedió asilo político. Aquel día más de 350 argentinos civiles perdieron la vida. Entre los identificados había al menos tres salteños que en junio del año 2022 fueron reseñados por un informe de la periodista Analía Brizuela publicado en la sección local del diario Página 12.

Uno de ellos era el granadero Mario Benito Díaz, un joven nacido en Metán y que aquel 16 de junio de 1955 tenía 21 años. Fue uno de los muchos granaderos que defendían al presidente constitucional de los argentinos ante el ataque de los golpistas. Mario Benito terminó con heridas graves e internado en el Hospital Ramos Mejía, según relató a la periodista mencionada un ex granadero que fue compañero del salteño en aquel entonces. Brizuela también recogió testimonios del entorno familiar de Benito Díaz. “¿Por qué quiso ser granadero?”, preguntó la cronista durante la entrevista. “Su sueño era ser granadero y custodiar a Perón, las dos cosas”. Muy jovencito participó en la Juventud Peronista de Metán. “Era el presidente”, contó la hermana Emma que tenía 15 años cuando Mario murió.

Los familiares relataron que de los hechos se enteraban por la radio, los telegramas y por teléfono. “Cuando se enteraron que él pedía verlas, la hermana mayor y su madre no dudaron en subir al tren rumbo a Buenos Aires. Recibieron la noticia por Deán Fúnes (Córdoba) en un escueto telegrama: ‘La Patria perdió a un soldado y una madre perdió un hijo’, resalta la nota citada. “En Metán, a 140 kilómetros al sur de la Capital salteña, está el barrio Granadero Díaz, la plaza principal tiene placas en su memoria, un grupo de granaderos clase 1934 (como Mario) visitaron el pueblo en 2008, y el Concejo Deliberante declaró su tumba patrimonio.

Ema Nelly (quien sostiene la foto de su hermano, el granadero Mario Díaz) junto a su prima hermana Alicia Martín. Foto: Página 12.

Otras dos víctimas salteñas son Viola Sara Bun y Pilar Inés Amezua. Ambas eran salteñas de 28 años, habían egresado de la Escuela Normal y estaban en Buenos Aires cursando materias en el Instituto de la Nutrición, cerca de la Facultad de Medicina. Para recrear la historia de estas mujeres, Analía Brizuela contactó al historiador bonaerense Héctor Daniel D’Arriba quien realiza una investigación sobre los muertos en Plaza de Mayo durante el siglo XX y que por supuesto incluye el bombardeo del 16 de junio de 1955. D’Arriba relató a la periodista que trato de contactarse con los directivos de la Escuela Normal de Salta, pero le respondieron que estaban ´ocupados’ y que luego abrirían el archivo. “Nunca me enviaron información”.

Brizuela hizo un hallazgo importante cuando elaboraba ese informe. Cuando revisó entre las placas que se encuentran en las paredes de la entrada principal del establecimiento, encontró con el nombre de Néstor Bun, uno de los hermanos de Viola Sara. El mediodía del bombardeo, salieron de la residencia donde se alojaban rumbo a Plaza de Mayo. Néstor trabajaba en una compañía de seguros ubicada por entonces, en la calle Bolívar y la Avenida Hipólito Yrigoyen. Buscaban un permiso escrito por su puño y letra, para que las religiosas de la residencia Santa Felicitas las dejaran salir a conocer la ciudad. Según la reconstrucción realizada, el hermano de la maestra las encontró horas más tarde en la morgue del Hospital Argerich.

“Una ráfaga de metralla de la marina terminó con sus vidas ‘cuando subían alegremente las escaleras del subte (el A en Plaza de Mayo), ignorando que agazapada, las esperaba la muerte’” resalta el informe.

Fotos de las maestras publicadas por el diario El Tribuno en 1955. Foto: Página 12.

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