miércoles 15 de mayo de 2024
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“Tan sólo el monte lo sabe” | La obra de teatro que se desarrolla en Anta, al este de Salta

En las publicaciones anteriores, la autora menciona autores que refieren al Este provincial. En este cierre, se detiene en Carlos Matorras Cornejo cuyo aporte para el conocimiento de la región y su historia son fundamentales. (Raquel Espinosa)

Si bien el autor está incorporado en el volumen I de Cuatro Siglos de Literatura Salteña, valiosa recopilación de textos y autores de nuestra provincia a cargo de Walter Adet, las obras de este escritor, poeta y dramaturgo no son demasiado conocidas. Entre sus textos figuran:  Cuando Zeus está ausente y El escaparate, mencionadas en la antología de Adet y Tan sólo el monte lo sabe, editado por Artes Gráficas en 1991, con Prólogo de Leonor Arias Saravia e ilustrada en la tapa con una viñeta de Luis Preti.

Más recientemente, esta última pieza, así como El campamento de los cobardes fueron incluídas en 40 años de teatro salteño por las compiladoras Marcela B. Sosa y Graciela Balestrino. Creo que sería muy interesante la reedición de estos textos por el valor literario que tienen y por la posibilidad que dan de reconstruir los imaginarios sociales de la época en que fueron diseñados. El autor también escribió Eso que se llama Patria(inconclusa), Sacha o la represa del diablo, El fuego robado y La vida no se detiene.

El campamento de los cobardes tiene un fondo histórico y refiere a las tiendas que un día se alzaron a orillas del río Bermejo, en épocas en que los mocovíes acostumbraban aún celebrar su tradicional “Fiesta del Tigre” y tiene como texto referencial el Diario de la expedición hecha en 1774 a los países del Gran Chaco por Jerónimo Matorras, Gobernador del Tucumán.

La obra teatral transcurre, pues, en el Gran Chaco Gualamba, en 1774. Entre los personajes principales están el Gobernador de Tucumán, El Comandante, El Capitán, Fray Antonio, misionero, Lachirikín, cacique mocoví y Francisca de Paula, hermana de Lachirikín. El tema principal es la conquista del Chaco, la extensión de la frontera y los diversos problemas que derivan de esta empresa. Aunque es una obra muy interesante prefiero detenerme más en Tan sólo el monte lo sabe. Compuesta en tres actos, sus personajes son: José Manuel, dueño de la estancia en la que se desarrollan los hechos, Zenón, el puestero fiel, Tomasa, la mujer de éste y Amelia, su hija. Completan el reparto, Pancho, un indio mataco, Máximo, un peón de campo, un capataz y, destacándose entre todos, Magre del Monte, dios tutelar de la selva.

La acción se desarrolla en Anta, Provincia de Salta, y no tiene fechas precisas por lo que los tiempos del relato se pueden reconstruir a través de otros tipos de referencias contextuales (sabemos que está ambientada en el siglo XX por la presencia de autos, las sierras de los aserraderos, etc.)

El acto I comienza describiendo el paisaje de la selva anteña y sus habitantes. También inaugura uno de los temas alrededor del cual girará la obra: la oposición campo/ciudad al tiempo que surgen otras oposiciones: hombre/ mujer y las diferencias de clases sociales. Como un tema interesante, por la vigencia que aún tiene, debe mencionarse el referido a la propiedad de las tierras en la zona. En este acto el patrón aparece en escena porque llega al rancho de Zenón para hablar con el gaucho sobre un pleito y adiestrarlo en su declaración ya que deberá ser su testigo. Se trata de la zona de Barrialito y su aguada que José Manuel y sus puesteros ocupaban desde hacía mucho tiempo pero sin documentación que avalara sus derechos. Otro tema que se esboza será el romance entre el patrón y la joven hija del puestero. Finalmente, la aparición del indio Pancho instaura los problemas de convivencia entre los habitantes de la zona y, específicamente, del drama de los pueblos aborígenes.

El título, “Tan sólo el monte lo sabe” alude al espacio y sugiere cosas no dichas, no conocidas, no descubiertas. Resuenan en él secretos o temores. En él está presente el mito pero también las leyendas, los agüeros, las creencias, las supersticiones… Es decir, que aquí resuena toda la literatura oral de la zona, lo popular y colectivo. La escritura del autor, es una forma de racionalizar este conglomerado o polifonía de voces y sensaciones para darles otro sentido.

El espacio es referido y acotado en distintas oportunidades según el desplazamiento  o el discurso de algunos personajes: Paso de la Cruz, Las víboras, El Yeso,  Simbol y Ojo de Agua, pasibles de ser localizadas en la cartografía de la época. Sin embargo, el lugar más importante, “La hoyada de Magre del Monte”, sólo podrá ser localizada con la ayuda de la imaginación de los ocasionales lectores.

El espacio anteño se impone en la obra: la cuestión de la propiedad de las tierras disputada por hacendados, criollos, pueblos originarios, nuevos colonizadores o extranjeros oportunistas es de vital relevancia. Las estancias, los puestos, las taperas, los campamentos, los aserraderos y las lejanas ciudades de Metán y Salta, adquieren características simbólicas. Estos microespacios ostentan las desigualdades: étnicas, de género, económicas, sociales, religiosas, generacionales… Y así irrumpe el tiempo que busca dejar “el atraso” para dar la bienvenida al “progreso”, aquí materializado en los nacientes aserraderos y preanunciando la pérdida del paraíso: “¡Oí! ¡Ha empesao a trabajar el aserradero! Dice Máximo y luego agrega: “Aún está lejos; pero poco a poco se irá acercando, mientras vayan cayendo los árboles del monte. ¡De nuestro monte! Y en vez del canto de los pájaros y el mugido de los novillos nos despertará todas las mañanas ese bramido´e Mandinga. Ese ruido transformará estos campos, Amelia, y ya no tendremos lugar donde cobijarnos, ni un árbol que nos dé sombra, ni un pájaro que nos cante, ni un animal que nos mire…”

En el minucioso estudio preliminar que realizó para esta obra, Graciela Ballestrino alude a la posición excéntrica de Carlos Matorras en el campo intelectual y teatral y habla de un “fluctuante posicionamiento fronterizo- localizado entre el cosmopolitismo y el regionalismo, entre la adhesión a los valores de su clase social de pertenencia y a los valores del “otro”, el sujeto cultural aborigen”. Habla de una pertenencia simultánea a diferentes espacios culturales.

A esta lectura pueden sumarse otras. Desde distintas perspectivas  y en diálogo con otros textos, “Sólo el monte lo sabe” ostenta la existencia de seres humanos cuyo horizonte visual está limitado por múltiples factores (su complejo enclave físico, su acotado desplazamiento por otros espacios, su desconocimiento de la información científica, etc.). Estas circunstancias en las que están inmersos los habitantes de esta zona del Este los lleva a explicar los hechos observados a través de leyendas, narraciones o mitos.

 

Los parlamentos de los personajes rememoran sus pasados, esbozan sus presentes y adivinan sus futuros con un determinismo innegable. Los que nacieron en el monte no podrán salir de él. A esto se suma el deseo de mantener las creencias y no imponer la desmitificación de un orden que presentado como “natural e inevitable” sólo refuerza la reproducción  de las relaciones de poder. Son necesarias también otras lecturas que analicen  “las sucesivas entradas al chaco” que, a modo de encerronas, llegaron para lograr beneficios para ciertos sectores perpetuando la ilusión de un progreso que para otros jamás podrá materializarse y que dejará, en sucesivas etapas, sólo ruinas o simplemente, “escombros”, tal como lo planteara Gastón Gordillo en el libro que usamos como punto de partida para este catálogo y que Matorras, consciente o inconscientemente, también preanuncia en su obra. Así, a través del espacio y el tiempo dos autores y sus obras dialogan. En ese diálogo encontramos  ciertas coincidencias como la confluencia fluctuante y tensa entre la gente criolla y el fantasma de su pasado indígena que emerge para dar testimonio no sólo del pasado sino del presente y del futuro del suelo anteño y, por ende, de la provincia y del país. Son los fantasmas o espectros del pasado un tema interesante para trabajar interdisciplinariamente la historia y la geografía del Este y, tal vez, de toda la provincia y la región del noroeste argentino. De esta manera cierro parcialmente este catálogo, incompleto y abierto, que dejo como propuesta para seguir construyendo.

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