lunes 29 de abril de 2024
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En Salta y el país | Juntos por el Cambio sin destino visible

Con un armado que se fue deshilachando tras las PASO, un proselitismo que sólo atino a proponer el fin del kirchnerismo y una Patricia Bullrich que hizo agua cuando concentró las luces de las cámaras, se quedó afuera del balotaje.

A los votos que los candidatos de Juntos por el Cambio habían cosechado en las PASO, Patricia Bullrich debía sumarles otro porcentaje para acceder al balotaje. La candidata macrista ni siquiera pudo retener la totalidad de los votos que ella y Horacio Rodríguez Larreta habían cosechado el 13 de agosto: un 28,27% (6.698029) que era el resultado de la suma de los sufragios de ella 4.022.466 y los 2.675.563 del alcalde porteño. Este domingo Bullrich logró retener 6.075.103 voluntades que representaron el 23,85% que la dejaron en un (in)cómodo tercer lugar.

El fenómeno ocurrió en todos los distritos del país. También en Salta, donde sumaron entre ambos 111 mil votos, un 17,19 por ciento. De ese total, 61.155 provinieron de la capital (20,47 por ciento). Los números se redujeron a 104 mil votos (casi el 14 por ciento). Ocurrió lo mismo en la capital salteña -56.096 (17.19%)- que siempre fue un bastión del antiperonismo provincial.

Los números de las PASO ya eran preocupantes con respecto a elecciones anteriores y por ello el modelo que Bullrich imaginó para recuperar sufragios fueron las caravanas del “Sí se puede” que protagonizó Macri tras las PASO de 2019. Caravanas que no le alcanzaron al ex presidente para ser reelegido, aunque al menos le permitieron recuperar votos.

La misión nunca se puso en marcha. Porque Javier Milei le arrebató al macrismo la condición de opositor; también porque Bullrich carecía del control del Estado nacional que sí tenía Macri hace cuatro años para articular intereses y evitar las disgregaciones internas que Bullrich no pudo evitar. Lo último se evidenció con la conducta de los principales dirigentes de JxC. Mientras los de origen PRO como Macri coqueteaban desvergonzadamente con Milei; los de origen radical evitaron despliegues generalizados.

Las características personales de la candidata también jugaron en contra de esa fuerza. Ni bien se impuso a Rodríguez Larreta las luces de las cámaras dejaron ver que estábamos ante una figura incapaz de otorgarle objetivos estratégicos a su espacio político. La única propuesta de campaña que exponía sin confusiones era el deseo de terminar con el kirchnerismo. En el resto de sus propuestas, el denominador común era las exposiciones obtusas en donde las palabras se le atoraban o atropellaban para desconcierto de los periodistas que a veces hasta se animaron a corregirla en los conceptos.

Los resultados marcan el ocaso de una Patricia Bullrich que alcanzó cierta fama al final de una carrera que se caracterizó por migrar de una fuerza política a otra con entera liviandad: Montoneros en su juventud, dirigente peronista de CABA con el retorno de la democracia, partido propio durante el menemismo, funcionaria de Fernando de la Rúa en el fallido gobierno de la Alianza y el PRO ahora. En el discurso de ayer dejó entrever lo obvio: que se estaba despidiendo.

El fracaso de este domingo también hiere de muerte a Juntos por Cambio. Con dirigentes que desenfundarán acusaciones para explicar el fracaso, sin sucesores a la vista y con una tropa desmoralizada, la coalición por ahora agoniza. No hablamos de una muerta política a secas, sino de la necesidad imperiosa que deberán hacer para no morir. En las próximas semanas se sabrá el final de esa historia.

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