domingo 28 de abril de 2024
18.7 C
Salta

Escándalos nacionales y yerros locales | Cruje Juntos por el Cambio en Salta

El triunfo mundialista y el fin de año también favorecen a la oposición, que puede disimular flojos rendimientos. Debates sin saldar, facciones que quieren irse, egos encontrados, operadores porteños y chances de desgranamiento. (Daniel Avalos)

Concentrémonos en Juntos por el Cambio +, la coalición que durante el 2022 emergió como la más potente de las existentes en la provincia. En vísperas de Año Nuevo volvieron a desconcertar cuando las fuerzas que la integran (UCR, Ahora Patria y PRO) emitieron un comunicado ratificando su “vocación de Poder”, acusando a Gustavo Sáenz de alinearse con el Frente de Todos y señalando que el gobierno provincial protagoniza un desmanejo de las cuentas públicas. El documento pasó inadvertido. Era lógico. Se difundió cuando todos trajinaban de un brindis a otro o de negocio en negocio tratando de estirar el bolsillo para granjearse una mesa decorosa el sábado 31 de diciembre.

Lo central, sin embargo, pasó por otro lado. Los principales dirigentes del partido que en 2021 encabezó la fórmula de ese frente -Ahora Patria– no difundieron el texto. La huelga de “posteos caídos” no se explica por la pereza, sino por otro comunicado del mismo 30 de diciembre firmado por el Comité Capital de la UCR. El mismo destacaba que las posiciones divergentes de los ediles de Juntos por el Cambio al discutir el presupuesto municipal 2023 evidenciaban la “obsolencia” de la coalición y la necesidad de migrar o conformar otro armado electoral conducido por radicales. La invitación a la diáspora también pasó inadvertida para la población, pero desconcierta a la dirigencia de Juntos por el Cambio Salta. Algunos optan por normalizar el desaguisado incorporando el cuentrapropismo político como algo propio del espacio; mientras otros se preguntan si conviene seguir a partidos balcanizados en donde los jefes no conducen y los subordinados no llegan a ser jefes pero vetan las iniciativas de los mismos.

Es fácil pincelar lo último. La UCR que preside Miguel Nanni cobija a ese Comité Capital que pide irse de la coalición cuando restan cuatro meses para las elecciones, sector que hace años identifica al PRO como lo absolutamente otro del radicalismo y que a la luz de los escándalos que protagoniza el partido vecinal porteño a nivel nacional lo seguirá haciendo. Pero eso no es todo: la UCR cuenta también con uno de los dirigentes de mayor peso territorial de la provincia: el intendente de Tartagal, Mario Mimessi, que transita sin sonrojarse eso que Juntos por el Cambio atribuye a Sáenz: haber deshonrado los votos del 2019 para alinearse en este caso al proyecto político del propio Sáenz.

La situación del PRO no es distinta. La mitad de los dirigentes que fundaron el partido en Salta forman parte del gobierno provincial y la mitad restante se reparte entre quienes apoyan a Inés Liendo y los que desearían que la joven bendecida desde CABA retorne al porteño barrio de La Recoleta.

Semejante balcanización afecta a quienes dicen conducir esas fuerzas. Ni Nanni ni Liendo se parecen a esos ajedrecistas que desde arriba administran las contradicciones del tablero y tampoco parecen querer bajar al barro de la política partidaria para domesticarla. La lógica indica que lo primero es casi imposible y que lo segundo conlleva un peligro: que el supuesto jefe o jefa terminen siendo una contradicción más del desaguisado. Por ahora, los mencionados echan mano al atajo de la “franquicia salvadora”: quien garantiza votos es el sello Juntos por el Cambio y la potencia de tal franquicia es inmune a las imperfecciones humanas y políticas de sus dirigentes.

Allí hace su aparición la otra fuerza que forma parte de la coalición: Ahora Patria. Un partido que mantiene con Carlos Zapata la verticalidad que le otorgó Alfredo Olmedo cuando lo fundó y que descree que los “sellos” garanticen lealtades electorales por tener inscripto en su ADN una certeza: los partidos y las coaliciones son el plafón administrativo que sustenta la candidatura de quienes sintetizan ciertas aspiraciones colectivas. Alfredo Olmedo creía eso de sí mismo, Carlos Zapata también. Con esas coordenadas no debería sorprender que concluyan que la reivindicación a ultranza de la franquicia es el atajo hacia las candidaturas de dirigentes con dificultades para administrar conflictos y juntar votos, pero que pueden presumir de la condición de socios fundadores del espacio.

La interna que se juega a cielo abierto se torció un poco más con el desembarco de un operador político al servicio de Horacio Rodríguez Larreta. Se trata de Antonio Demarco, una figura que a veces despierta la curiosidad de la prensa metropolitana. Estuvo imputado hasta marzo del 2022 en la causa denominada “Ruta del dinero K”, que tenía al empresario Lázaro Báez como villano principal. Por esa imputación, Macri lo habría desplazado en 2013 de un cargo que Demarco ocupaba en CABA, aunque meses después fue reciclado. Horacio Rodríguez Larreta tampoco prescindió del hombre que, como Subsecretario de Hábitat e Inclusión, alcanzó notoriedad por adquirir un inodoro de 405 mil pesos, una lámpara de 32 mil pesos, cifra que también usó para comprar un martillo. El área de Demarco fue absorbida por otra en 2019, pero las noticias volvieron a mencionarlo en 2021 como parte del equipo encargado de instalar la candidatura presidencial de Rodríguez Larreta por fuera del AMBA. Se hacen llamar los “facilitadores”, un concepto que busca reemplazar al desprestigiado “operador” aunque la función que cumplen es similar: subordinar todo a los intereses políticos y electorales del jefe al que sirven. Los “facilitadores” suelen cultivar un bajo perfil y en muchos casos provienen del peronismo. Entre ellos estaba Maxi Corach, el hijo del principal operador de Carlos Menem.

Pero volvamos a Salta. Quienes dicen conocer el periplo de los amarillos salteños, remarcan que las directivas del “facilitador” larretista colisionan con los planteos locales. Demarco es señalado como la persona que obtura el ingreso de Bettina Romero a Juntos por el Cambio y promueve la candidatura a gobernador del radical Miguel Nanni. A lo primero, el presidente de “Ahora Patria” -Zapata– lo considera un error que trasladándose a otras fuerzas políticas atenta contra la necesidad de ampliar espacio en vez de achicarlo; a lo segundo, en cambio, el olmedismo lo entiende como una imposición que prescinde de evaluaciones de otro tipo: territorialidad, nivel de conocimiento, intención de votos. Todo enmarcado en un razonamiento que convierte a los comicios salteños en herramienta táctica de una estrategia nacional que las figuras provinciales deberían acatar aun cuando no conozcan los detalles de la misma.

Difícil saber las motivaciones políticas y electorales de cada razonamiento, pero las consecuencias prácticas se adivinan: fricciones que complican aún más un proceso que ya viene chueco. Ello explica que Carlos Zapata admitiera con total naturalidad el diálogo político que mantiene y mantuvo con dirigentes del peronismo en un asado que el ministro de Gobierno de la provincia quiso desacreditar pero terminó publicitando. No es ningún secreto que en esa ronda de diálogos se destacan los que mantienen Zapata con Emiliano Estrada que no oculta su vocación opositora a Sáenz y ansias de candidaturas. Ambos llegaron al Congreso Nacional en las elecciones de noviembre de 2021. En el parlamento la relación personal se estrechó, posibilitando una serie de objetivos políticos compartidos en nombre de los intereses de Salta. En definitiva, Zapata y Estrada transitan el camino de la provincialización de la política local y parecen sentirse cómodo en ese juego que propone jugar Gustavo Sáenz para los comicios del 2023: que nadie renuncie a su identidad política, pero que se desempolve de los dogmas partidarios que favorecen al centro en desmedro de la provincia.

No parece ser un mal negocio aferrarse a esa lógica. Más aún con elecciones desdobladas y en tiempos donde la dirigencia nacional del Frente de Todos y Juntos por el Cambio se parecen a esos atletas que dan vueltas en círculo: se alejan del punto de partida por un tiempo pero solo para volver allí más transpirados y desgastados.

De allí que la incerteza también sea la regla en la oposición salteña a solo cuatro meses de los comicios. No hay que descartar que la coalición que parecía la más potente durante todo el 2022 termine desgranándose. Habrá que seguir con atención al interior de la UCR y al partido Ahora Patria. Una cosa es segura: si alguno decidiera darle la espalda a la coalición, podrán decir que solo reeditan algo que el actual presidente de la UCR hicieraen varios turnos electorales: reivindicar autonomía para las provinciales y garantizar apoyo a Juntos por el Cambio cuando sea el turno de las presidenciales. Horacio Rodríguez Larreta estaría dispuesto a perdonar lo primero y recibirlos con los brazos abiertos para lo segundo.

Archivos

Otras noticias