Los números del Indec representan el impacto del ajuste y la devaluación en la economía real. El comercio, la construcción y manufactura fueron las más afectadas.
El gobierno de Cambiemos sumó otro récord para mal: la actividad económica se desplomó un 7,5 por ciento en noviembre pasado frente a igual mes de 2017. Se trata del peor registro desde 2009, cuando estalló la crisis mundial, y se complementan ocho caídas consecutivas.
Los sectores más afectados fueron el comercio con una merma de 17%; la industria con una contracción de 12,6%; y la construcción en el orden del 11,4 por ciento. No es casual: la depreciación del salario y la alta inflación provocaron una fuerte caída en el consumo, las altas tasas de interés minaron toda posibilidad de recuperación en la industria y el recorte a la obra pública afectó la actividad en la construcción.
De hecho, los pronósticos del FMI acuerdan que la economía argentina seguirá en picada y estiman una caída del 2,8 por ciento para 2018 y de 1,7 por ciento para 2019. Por el momento el acumulado se ubicó en 2,2% y diciembre promete empujar la recesión. Sin embargo, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, adelantó- erróneamente- que la actividad caería 2% de forma anual.
“Ni siquiera con promociones y cuotas se despertó el ánimo de consumo de la gente, que se mantuvo extremadamente cauta. Incide el elevado stock de deudas que acumulan las familias con las tarjetas de créditos y las subas de intereses, que provocan un desplazamiento de masa de dinero que debería ir a consumo hacia el sistema financiero”, detalló la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME) en un informe.
El mejor equipo de los últimos 50 años no logra frenar la recesión y el aparato productivo nacional está en crisis. Los desempleos prometen agravar la situación ante la caída de demanda. El gobierno deposita fichas en el agro y la exportación.
