Karen Ibarra recibió hace unos días una puñalada en el pecho de su expareja Walter Orellana Flores, con quien tiene cuatro hijos. La pareja estaba separada hacía un año y medio y en febrero Karen había denunciado a Orellana.
Karen Ibarra está internada en terapia intensiva en el hospital Castro Rendón con un gravísimo cuadro de salud producto del ataque femicida que Orellana Flores perpetró en el sector El Trébol, detrás de la planta de gas de la empresa YPF en el Parque Industrial de Neuquén.
“El hombre la apuñaló en el pecho y lesionó su pulmón. Ella escapó, él la persiguió, la alcanzó: estaba herida y por la lluvia había mucho barro. Cayó en un zanjón, comenzó a golpearla con sus puños en el rostro y en la mandíbula. Regresó a la casa, donde viven los cuatro hijos que tienen en común, se llevó una llave francesa y un martillo. Fue hasta donde había quedado la mujer en estado de inconsciencia y absoluta indefensión, y continuó lastimándola en la cabeza. Los vecinos de la zona avisaron a la policía. Cuando lo encontraron, Orellana intentó huir, pero fue atrapado. Los elementos que se usaron para la agresión fueron secuestrados” resumieron los medios neuquinos sobre el brutal ataque.
El hombre está imputado y la fiscal de la Unidad de Violencia de Género y Doméstica, Carolina Mauri, dijo que los hijos tienen 11, 9, 7 y 6 años, y que el mayor intentó defender a su mamá, y el imputado lo golpeó en el rostro y en el brazo. Aseguró que el hecho se originó en la casa en la que vivían los chicos, pero Karen no permanecía allí, sino que iba a verlos mientras él no se encontraba. Habían estado en pareja 11 años.
El 25 de febrero de 2022, hace nueve meses, la mujer lo había denunciado en comisaría. Allí Karen contó que Orellana la amenazó: «llamá a la policía y vas a ver lo que te va a pasar». Relató que le tenía mucho miedo porque ejercía violencia de género desde que vivían en Salta, e incluso la había golpeado mientras estaba embarazada.
La pareja estaba separada hacía un año y medio. El ataque no fue un hecho aislado, sino que se encadena en otros episodios de violencia de género física, psicológica y económica. La mujer no tenía donde vivir, y en ocasiones dormía en una despensa cercana a la casa, ya que trabajaba en ese comercio.