La cita es parte de una carta que el Virrey Cisneros remite al salteño Nicolás Severo Isasmendi en noviembre de 1809. La misma fue citada por el historiador Miguel Ángel Cáseres al repasar la situación de Salta en el proceso emancipador.
Caracterizar la revolución, ver cómo se manifestó en Salta y resaltar figuras descollantes de la historia nacional como Belgrano, San Martín o Güemes son algunas de las pasiones a las que se entrega el Profesor Miguel Ángel Cáseres. Sobre ello habló hace un tiempo en el programa CUARTO OSCURO (FM La Cuerda 104.5) en virtud de la fecha patria que hoy se conmemora. En ese marco, Cáseres fue consultado sobre la opinión de no pocos intelectuales que evitan darle la categoría de “revolución” al proceso por considerar que supuso un cambio de mano en la administración del gobierno, pero no una transformación de las estructuras económicas.
“Con todo el respeto que me merecen esos intelectuales, esa no es mi opinión porque creo que se estuvo ante una clara revolución” manifestó el historiador. “Hay que partir de una base: el desapego a cumplir lo que establecían las Leyes de Indias que en principio establecían que las colonias no podían defenestrar a un Virrey que era representante de un Rey que, a la vez, argumentaba su reinado en la voluntad divina y que se decía dueño de las posesiones coloniales. Si no se entiende ese proceso pierde sustancia el análisis de lo que ocurrió en mayo de 1810. Porque el planteo central es el siguiente: ¿Dónde está la autoridad de la que devenía la autoridad de los revolucionarios para detener al Virrey y armar una Junta de gobierno? La respuesta fue que si en España se conformaron Juntas Revolucionarias para reemplazar al rey cuando éste estaba prisionero de Napoleón, los criollos podían hacer lo mismo con la convicción de que el Poder que provenía de Dios iba al pueblo que delegaba ese poder en sus representantes, algo que contradice por completo la teoría de la monarquía divina por la cual los españoles decían que el Poder del Rey provenía directamente de Dios y con ello exigían subordinación. Mayo rompe esa forma de pensar la soberanía. De allí que la Revolución de Mayo es la toma del poder político por parte de la burguesía nacional, aunque en ese momento no se hablara de ‘independencia’ porque Inglaterra que había financiado por lo bajo el accionar de algunos revolucionarios, en ese momento es aliada de España en su lucha contra Francia”, destacó.
La charla radial de aquella vez también se detuvo en el rol de Salta en ese proceso. Allí destacó que algunos aspectos dejan en claro que la revolución estuvo lejos de ser un quiebre súbito porque documentos históricos muestran cómo ya en el año 1809 el rey advertía a las autoridades locales de figuras que agitaban la insubordinación contra el rey y lo ejemplifico con la figura de Francisco de Gurruchaga: un salteño nacido en el seno de una de las familias más ricas del virreinato y que a los 7 años partió a España para retornar cuando los franceses invadieron ese país y fomentar lo que luego sería el proceso emancipador.
“En Salta se hacían actos públicos en favor de la libertad, la independencia y la revolución en las principales esquinas. Un ejemplo es Francisco de Gurruchaga. Y le digo más, cuando el Virrey Baltasar de Cisneros se entera de toda esta movida a través de sus servicios de información, le manda una carta a Don Nicolás Severo Isasmendi fechada el 27 de noviembre de 1809 en donde le decía ‘he tenido noticias de que en esa ciudad hay ciertos números de abogados que vierten públicamente especies subversivas contra los supremos derechos de nuestro Augusto Soberano’. Parece un poema, pero hablaba de subversivos”, sentenció Cáseres quien luego fue detallando cómo muchos intelectuales de la revolución se formaron en Europa como el propio Gurruchaga, que incluso desde allá aportó dinero para repatriar a muchos que luego serían protagonistas del proceso revolucionario”, como el propio Gurruchaga que luego terminaría enfrentado políticamente al propio Güemes y siendo parte de las conspiraciones que terminaron con la emboscada al héroe gaucho.