Continúa el juicio contra Gabriel “Chirete” Herrera y cinco penitenciarios. Entre los testigos de ayer declaró el psiquiatra Salaberry y afirmó que el principal imputado actuó con premeditación y que en ningún momento experimentó culpa.
El juicio que se lleva contra Chirete Herrera y cinco efectivos del servicio penitenciario se reanudó ayer. Entre uno de los tantos testimonios de la jornada se encuentra el del psiquiatra Walter Rodolfo Salaberry, quien examinó a Gabriel «Chirete» Herrera horas después de haber matado a Andrea Edith Neri en una celda del penal de Villa Las Rosas.
Salaberry afirmó que no advirtió sentimiento de culpa alguno cuando se encontró con Chirete. Además el profesional contó que aquel 5 de enero de 2017, cuando el agresor fue trasladado desde la cárcel hasta la Alcaidía de Tribunales, adoptó la conducta típica del psicópata: La manipulación: «Lloraba y amenazaba con quitarse la vida, y por eso se lo intervino desde el punto de vista psicológico y psiquiátrico. En lo que compete a mi actuación, dispuse que se lo aislara, no porque el interno tuviera ideas fijas de quitarse la vida, sino por la amenaza de manipulación para obtener un beneficio secundario», sostuvo el psiquiatra y agregó que a su juicio, el llanto del sujeto no fue por un sentimiento de culpa sino porque se dio cuenta la condena que le esperaba.
El profesional dijo que lo de Chirete fue una actitud coaccionante y que no tenía ninguna conducta psicótica, como tampoco síntomas de delirios ni alucinaciones. Siguiendo este análisis, el testigo descartó la figura de emoción violenta ya que habían pasado varias horas desde el momento en que Lucas Balcarce, un interno, le mostró la foto de Facebook.
En ese sentido Salaberry fue categórico en sus expresiones al señalar que Herrera no es una persona enferma, y que tuvo plena conciencia del acto que estaba llevando a cabo.