domingo 28 de abril de 2024
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De película/ De la segunda rotonda de Tres Cerritos a New York

Reza Salazar nació en Lima y creció en Salta, lugar de nacimiento de su madre. Su currículum destaca su paso por el Teatro de la Fundación de nuestra ciudad. Acá rememora sus días de juegos en la “segunda rotonda de Tres Cerritos” mientras triunfa en Nueva York, donde trabaja en teatro, cine y consagradas series televisivas. (Andrea Verdún)

«…su nombre es Reza Salazar, como él no hay igual, peruano argentino con cabellos tan divinos se destaca en el trabajo teatral» dice el beatbox que le regalaron al actor sus compañeros de la obra Oedipus el Rey. El actor peruano-argentino relata como nadie ese momento en que tuvo su primera audición en Nueva York y le pidieron un resume (curriculum). Él lo armó citando como primeras experiencias al Teatro de la Fundación de nuestra ciudad -el de la General Güemes al 400- y a sus profesores Rafael Monti y Claudia Mendía.

Después de ese día se encontró siendo el protagonista de uno de los episodios del mega show televisivo “La Ley y el Orden” y maquillándose al lado de Chris Noth (Big de la serie Sex and the City). Cuenta que estaba chocho porque había un catering lleno de comida deliciosa y que cuando estaba a punto de abalanzarse sobre esa mesa, alguien le dijo que eso era para los extras, que él podía elegir a la carta.

Prefirió quedarse comiendo con los extras y aprovechó el momento para preguntarle en confianza a uno de los actores cuál era el personaje que estaba interpretando. «Soy tu doble», le respondieron; «tenía un doble, podes creer?», enfatiza Reza con la misma emoción que habrá sentido en ese momento.

Una de película

Tahiri Salazar, oriunda de Tartagal, fue quien inició a Reza en el arte. «Mi madre es monumental. Un personaje de Shakespeare, es una Macbeth, una Bernarda Alba, esa forma de ser nos ha traído muchas aventuras, dificultades, aprendizajes y la posibilidad de vivir en muchos países de Latinoamérica,» relata.

Estaban en Colombia cuando Tahiri se vio en la necesidad de pensar en una manera de generar dinero junto a su hijo de 4 años. Allí surgió la idea de trabajar de payasos: ella se maquilló, también lo hizo con el pequeño Reza, buscaron ropa descoordinada y salieron a la calle a payasear. «El primer día no nos fue nada bien. La idea era vender unos platitos de acrílico que ella había conseguido y pensó que vestidos de payasos venderíamos más.»

El plan B fue inventar un show: el espectáculo de Honey y Bingo con el cual empezaron a animar fiestas infantiles. Allí comenzó todo. Sin ninguna educación ni experiencia previa. «Ahí aprendí lo que ni el mejor profesor de teatro te puede enseñar, a reaccionar con el público, la energía de los ojos de la gente que esta silenciosa mirándote y el poder de esa energía.»

El sueño de Tahiri era regresar al lugar donde nació. Lo recordaba con mucho orgullo y siempre le contaba a la gente de donde era. Cuando Reza tenía 8 años llegaron por fin a Salta y él comenzó las clases en la escuela Joaquín Castellanos. Vivieron en la casa de unos amigos y alquilando cuartos en la zona de la segunda rotonda de Tres Cerritos, aunque también en Castañares.

Caminando por las calles de Salta pasaron por el Teatro de la Fundación. Tahiri quería que su hijo tomara clases de actuación para niños pero el cupo estaba lleno. Entonces la que se inscribió fue ella mientras él la esperaba sentado en las butacas. Desde allí, hacía los mismos ejercicios que los adultos hasta que lo incorporaron a las clases y luego a la Compañía Teatral con quien pudo hacer su primera obra de teatro profesional.

Reza Salazar niño en el Teatro de la Fundación.

El país del norte

El salteño, llego a North Carolina, al sur de los Estados Unidos, a los 14 años y para entonces ya había aprendido tres himnos nacionales. No era la primera vez que iba a ser el nuevo de la escuela pero si la primera vez que sería el estudiante que no hablaba el idioma.

Se hizo amigo de una chicana (así le dicen a los hijos de mexicanos nacidos en los Estados Unidos) que lo llevó a audicionar para la obra de fin de año. Su desmesurada aspiración era ser el personaje principal aun cuando no hablaba inglés. En la segunda audición ocurrió lo asombroso: la profesora cambio el personaje principal y lo hizo mudo y así fue como Reza se quedó con el personaje del rey. Cualquiera que haya visto una película norteamericana sabe de la magnitud y la competencia en esas obras, que se popularizaron en películas como High School Musical o series como Glee.

Desde muy joven le fascinaba la idea de vivir en una de esas clásicas ventanitas neoyorquinas que son parte de los cientos de edificios que rodean la zona de Washington Heights, el área más alta de la isla de Manhattan, donde se escucha mucho el español. La ilusión finalmente se hizo realidad y hoy ese es el barrio donde el actor vive con su esposa colombiana.

Pero antes de que eso ocurriera, pasaron otras muchas cosas. Sabiendo que no podría ir a la universidad porque no tenía papeles, se graduó de High School, tuvo tres trabajos al mismo tiempo, ahorró y a los 19 años llegó a Nueva York. Un amigo, de un amigo, de un amigo lo conectó con otro amigo y llegó a Brooklyn para dormir en el sillón de un apartamento. La idea del latino actor, (como habló de él alguna vez el New York Times) era transitar el camino de aquellos artistas que hicieron su carrera desde el underground de la gran manzana.

Allí conoció a un director de teatro con experiencia dirigiendo en Broadway con quien comenzó a estudiar mientras, paralelamente, trabajaba con un grupo de ecuatorianos tocando la zampoña, la guitarra y el bombo en el subte usando como vestuario los atuendos de los pueblos originarios. Cuando llegaba la noche se iba a Unión Square Park y tocaba con otros músicos. Pero todo el esfuerzo del mundo parecía no alcanzar y por eso en el medio de todo ello se quedó sin casa para convertirse en un sin techo que, como caso todos, debía esperar que cerraran las tiendas para dormir en las veredas aunque lo increíble volvió a suceder a los cinco meses de haber llegado a Nueva York: estaba filmando episodios de la serie La Ley y el Orden que gozaba de una enorme éxito de audiencia.

En un mundo donde la posibilidad de ser actor solo cuenta como hobby, el half argentino – half peruvian (mitad argentino mitad peruano) logró hacer de esa profesión su fuente de trabajo. Lo logro en un espacio híper competitivo y donde los actores latinos, asiáticos y negros siguen siendo estereotipados en los personajes de gánsteres, delincuentes o narcotraficantes aunque hoy puede elegir qué trabajos y qué personajes prefiere aceptar. Reza Salazar, en definitiva, llegó a Broadway y su trabajo captó la atención del New York Times y el Washington Post que debieron hablar de él.

No obstante ello, cuando uno le pregunta por su experiencia actoral más importante, Reza responde: «el día en que entré al Teatro de la Fundación». Asegura que en ese lugar encontró un propósito para su vida y que mantiene con alegría y nostalgia el espíritu de ese salteñito que jugaba en la segunda rotonda de Tres Cerritos. También retoma la experiencia en la Ley y el Orden, porque con ese antecedente pudo tener la tarjeta del Círculo de Actores que es la que le permite vivir de la actuación. «Hay actores que pasan años atrás de esa tarjeta y algunos nunca llegan a conseguirla», dice este artista al que hoy recurren los actores más jóvenes para preguntarle como hizo para llegar y porque algunos nunca llegan aun cuando aceptan las reglas de esa frenética y prometedora jungla de cemento que es New York.

Su último trabajo fue en el legendario Teatro Público de Nueva York, un espacio con cuatro salas por donde pasan los mejores directores y guionistas. Un templo del teatro donde conseguir una entrada para una obra puede resultar imposible, donde la gente va en el marco de una cita, un cumpleaños, como si fuera un recital de una banda muy importante.

Allí Reza Salazar hizo ocho funciones por semana de la obra Oedipus el Rey. «Una parte de mi corazón sabe que este sueño lo hago por los dos, por mi madre y por mí. Porque ella ama el arte, las tablas, el público, pero yo fui forjando mi propio camino. No quiero ser un actor, quiero vivir la vida de un actor. «

Reza Salazar. Foto de La Ley y el Orden.

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