En el libro El palacio y la calle, Miguel Bonasso recuerda los momentos previos al estallido.
El periodista Miguel Bonasso relató en El palacio y la calle los detalles internos y externos de una crisis de gobierno que derivó en la última crisis social profunda de la Argentina. La caída de Fernando de la Rúa y el avance del peronismo en un 2001 convulsionado por la crisis, las deudas, el hambre y el empobrecimiento de la población.
El libro, publicado en 2002, relata casi en caliente los sucesos de aquel fin de año terrible para los argentinos y que hoy muchos temen volver a vivir. Bonasso relató que el viernes 30 de noviembre de 2001 se escaparon más de mil millones de dólares de los depósitos bancarios.
«Demasiado dinero para un solo día. La fuga durante noviembre rondaba los 3000 millones. El total de los depósitos sumaba casi 63.000 millones, de los cuales 22.000 millones estaban en pesos y 41.000 millones en dólares. Los depósitos en plazo fijo totalizaban unos 45.000 millones. Los teléfonos de Presidencia, Jefatura de Gabinete y Ministerio de Economía se pusieron al rojo vivo con las llamadas de los banqueros exigiendo una medida drástica», escribió.
«A las nueve de la noche, Cavallo reunió a su plana mayor y a Roque Maccarone, presidente del Banco Central, en el salón de acuerdos del Ministerio de Economía; allí les anució el embargo de los depósitos, la medida que aún se conoce con el tierno mote de ‘el corralito’. En un súbito arranque de amor por la banca pública, planteó la imperiosa necesidad de ‘no dejar caer’ al Nación y al Provincia. El viceministro Daniel Marx salió a cruzarlo con la insolencia del que se sabe de salida:
– Esta medida me parece una barbaridad, Mingo. Si hay algo que debemos preservar es el sistema de pagos. Vos sabés cómo pienso. Así que si el Nación y el Provincia se tienen que caer, que se caigan», siguió Bonasso en el libro.
«Tal vez pensaba en la compra ulterior por parte de algún grupo extranjero -seguía el autor-. Cavallo lo miró con esa sonrisa entre conmiserativa y fronteriza que solía obsequiar a sus contradictores diez segundos antes de estallar. Luego comenzó a esbozar con Liendo las medidas más urgentes que debían tomar, como anunciar un feriado bancario y cambiario para el lunes».
«El técnico que había proclamado la ‘intangibilidad de los depósitos’ estaba decidido a ‘pisarlos’ para salvar al sistema financiero de una inminente bancarrota», concluía Bonasso.