Las irregularidades en el proceso de designación no impedirán la asunción del ex ministro de Gobierno a tan importante cargo. Los vínculos de Sylvester con Horacio Aguilar – amigo y operador judicial de Urtubey – pueden explicar el porqué.
Nadie duda de que la justicia pierde cada vez más prestigio. Tampoco que aquellos que ingresan a la misma lo hacen más por acomodo que por méritos. El caso de Eduardo Silvester – quien tiene el camino allanado para asumir como Fiscal de Corte en Salta – viene a confirmarlo. El proceso de designación comenzó hace más de seis meses y estuvo salpicado por un polémico concurso en donde la representante del Colegio de Abogados ante el Consejo de la Magistratura, denunció que se habían modificado los puntajes en favor de Sylvester que quedó en segundo lugar en la terna; mientras un expostulante, pidió la nulidad del proceso por esas irregularidades y porque “la entrevista había sido condescendiente”.
Nada de eso impidió que el Consejo de la Magistratura lo ternara y que a más de seis meses de iniciado el proceso, el gobernador remitiera al senado el pliego de Sylvester para que fuera designado como Fiscal de Corte. Las relaciones políticas y judiciales del beneficiado pueden explicar la situación y para evidenciarlo conviene recuperar el nombre de un poderoso operador judicial: Horacio Aguilar. Fue compañero del gobernador mientras ambos estudiaban abogacía en Buenos Aires donde compartían un departamento al que llamaban el “marcelote” (por estar ubicado en la calle Marcelo T. de Alvear).
Con respecto al paso de Aguilar por la Justicia Federal, este suele decir que ocupó el cargo de Juez Federal 2º de Jujuy entre el año 2002 y 2004. La afirmación fue refutada por la prensa nacional que presentó documentos que lo muestran en el cargo hasta por lo menos el 19 de septiembre de 2005. La controversia que originó el cruce de acusaciones tenía sentido: Aguilar había renunciado a la justicia federal para asumir la defensa del zar azucarero Pedro Blaquier, acusado de colaborar con la dictadura en 1976 y los organismos de DDHH jujeños impugnaban que Aguilar defendiera a Blaquier luego de haber accedido, como juez, a los expedientes de las causas.
¿Cuál es la relación entre éste y Eduardo Sylvester? La respuesta es fácil. En el año 2005 y con sólo 25 años, Sylvester se convirtió en Secretario de 1ª Instancia del Juzgado de 2ª de Jujuy que comandaba Aguilar. Se desempeñó en el cargo hasta el año 2006, mientras en el 2007 se convirtió en Secretario de Cámara de la Cámara de Federal de Apelaciones de Salta cuando Aguilar también era Juez Federal. En este caso, Sylvester ocupó el cargo hasta el año 2009 y la relación entre ambos era tan estrecha que maestro y discípulo fueron socios fundadores de la Fundación para el estudio del Derecho en el Noroeste Argentino – FEDENOA -, de la que Aguilar fue un gran impulsor para seguir vinculado con profesionales de Salta y Jujuy.
En ese 2009, Sylvester pegó el salto desde la justicia federal al gobierno de Salta comandado por Urtubey. Se convirtió en Director Ejecutivo de la Agencia Antidrogas de la provincia. Se trata del mismo año en que la relación entre Horacio Aguilar y el Grand Bourg dejó de depender de la sola amistad para formalizarse de otra manera: la asesoría legal de “Estudios Aguilar” al gobierno de la provincia.
Sylvester, mientas tanto, se convertía en secretario de Seguridad de Urtubey haciendo eje en un plan millonario: la ampliación del sistema 911 y el nuevo método de monitoreo que incorporará 1.100 cámaras de seguridad. Un programa que costó 54 millones de dólares a la provincia. Desde esa secretaría, Sylvester dio el salto – en diciembre del 2013 – al ministerio de Gobierno de la provincia.
Allí estuvo hasta el año 2015 cuando renunció al cargo para disputar una banca en la legislatura provincial a la que – dicen – estaba seguro de que llegaría para presidirla con el apoyo de sus poderosos contactos. El problema fue que Silvester era querido por uno o dos poderosos, mientras el conjunto del pueblo no lo tenía registrado. El resultado fue una pésima elección que lo dejó sin banca y sin ministerio.
Desde entonces anduvo penando por algunos cargos políticamente intrascendentes, pero económicamente holgados. A meses de que el gobierno del que formó parte deje la administración, Sylvester asumirá con ayuda extra en un cargo judicial de prestigio, bien pago y permanente en el tiempo.