Marcelo José María Flores, quien se desempeñaba como sargento de la Policía de Salta, en noviembre pasado fue sorprendido transportando estupefacientes, miles de dólares y armas de guerra. Hoy espera el juicio oral.
La frase de Flores emitida a unos gendarmes cuando vio que estaba hasta el cuello y no podía hacer otra cosa que confesar, fue: “Jefe hágame la gauchada, estoy cagado”. Incluso medios nacionales como Clarín se hicieron eco de la noticia que tenía a este sargento salteño transportando 130 paquetes que contenían 135 kilos de clorhidrato de cocaína, con una concentración promedio superior al 83,8%. Además de 4500 dólares y dos armas de fuego, una de ellas robada a las fuerzas de seguridad y otra catalogada como “arma de guerra”, para las cuales, por supuesto, el entonces sargento, no contaba con autorización para portar.
El 23 de noviembre de 2017 Flores portaba el uniforme azul que identifica a la policía salteña manejaba su Chevrolet Corsa Classic por la ruta nacional 34, en Salvador Mazza, cuando llegó al control vial ubicado en el kilómetro 1485. En la requisa descubrieron que llevaba cuatro cajas de color marrón con la inscripción “Querubín” (como el conocido detergente doméstico) y en ellas la mercancía. El valor de la droga incautada fue estimado en poco más de 2,1 millones de dólares.
El sospechoso fue detenido por personal de la Sección Vial Caraparí, dependiente del Escuadrón 61 Salvador Mazza de Gendarmería Nacional. Luego puesto a disposición del fiscal federal de Tartagal, Carlos Hernán García, quien requirió la elevación a juicio de la investigación. Flores, que trabajaba como chofer en la comisaría 42° de Tartagal, fue imputado por «tráfico de estupefacientes en su modalidad de transporte, agravado por su calidad de funcionario público». Al mismo tiempo, por «tenencia de arma de guerra en concurso ideal» y «encubrimiento en la modalidad de receptación de cosas provenientes de un delito».