El historiador dio una larga entrevista a un medio nacional para hablar del gaucho que protegió la frontera norte durante la guerra de la independencia y sufrió el ostracismo de los porteños.
Fue en el diario Pérfil. Allí Felipe Pigna reflexionó sobre la vida del prócer recluido por el ostracismo impuesto por Buenos Aires: Martín Miguel de Güemes, el hombre que concitó el apoyo gaucho y el desprecio de los poderosos. Toda la entrevista estuvo atravesada por la siguiente pregunta: “¿cómo es posible que un héroe de su talla haya sido rechazado por la historiografía oficial y que su muerte hay provocado festejos entre criollos poderosos que lo detestaban políticamente?”. “Era un personaje peligroso, extraordinariamente popular”, indicó Pigna en comunicación con PERFIL.
En su último libro, “Los Güemes y la guerra de los infernales” Pigna recupera los orígenes del salteño, su personalidad, sus vínculos, el contexto sociopolítico, la difícil construcción de un Poder Ejecutivo, la resistencia a nueve invasiones realistas, el apoyo para la liberación de Sudamérica, la ya clara lucha entre unitarios y federales, los caprichos de Buenos Aires y la oligarquía norteña, y hasta una guerra civil entre Salta y Tucumán.
Felipe Pigna brinda una clase magistral con una investigación rigurosa y una narración marcada por la pedagogía y chistes internos que construye con su lector. Dinámico, atrapante y necesario, Los Güemes y la guerra de los infernales tiene vocación docente porque parte de una matriz profunda de autenticidad: la memoria emotiva del autor. El padre de Pigna, director de Cultura de la municipalidad Azul, lo introdujo al mundo del folklore y, por lo tanto, al la mística de Güemes.
A continuación reproducimos el extracto de la entrevista de PERFIL a Felipe Pigna:
Para quien no leyó el libro, ¿cómo adelantarías la capacidad política de Güemes? Ese que pertenecía a una familia ilustrada y sin embargo se reconocía entre sectores populares o el pueblo oprimido, ¿cómo podés explicarlo? ¿Era carisma?
Sí, carisma, compromiso. La gente lo veía haciendo las mismas cosas que ellos, poniendo el cuerpo a la par de ellos, estando siempre atento a las necesidades de la gente, con mucha presencia. Eso es algo que se aprecia mucho, que no se trata de discursos, sino de acciones concretas, de estar adonde hay que estar y cuidar a la gente personalmente. Yo creo que el mano a mano que tenía Güemes era muy importante para ese reconocimiento.
Además era un tipo de una gran capacidad organizativa, porque la verdad que San Martín, que es nuestro militar más experimentado, que había tenido más de veintipico años en los ejércitos europeos, queda deslumbrado con el mecanismo que arma Güemes, de 6.600 combatientes repartidos en pelotones de 60 a 70 como máximo, con una capacidad de combate y eficiencia que San Martín no puede creer. Entonces además de todo era una persona muy eficiente en lo organizativo, te diría un obsesivo en ese sentido.
¿Por qué aún hoy Güemes es un personaje negado? A pesar de que ahora la educación primaria lo retoma como un defensor de la frontera norte y tiene su feriado, sigue sin ser reconocido al nivel de otros patriotas.
Yo creo que tiene que ver con lo que venimos hablando, porque era un personaje peligroso, extraordinariamente popular, llamado “el padre de los pobres”, porque además de todo fue un gran gobernador, se ocupó de su gente, incluso en términos jurídicos, crea lo que se llamó el «Fuero Gaucho», que tenía que ver con la defensa de los campesinos, los gauchos que iban a pelear por la patria y que eran enjuiciados por abandono de tareas, una cosa increíble.
Entonces Güemes crea este fuero que los defiende de acusaciones insólitas. Así que se trata de una persona tremendamente popular, querida, muy carismático y que convocaba con su presencia a toda esta gente que iba a jugarse la vida todos los días por la patria. Y yo creo que eso le causaba una profunda preocupación a Buenos Aires, que ya tenía el dolor de cabeza de Jose Artigas, el caudillo federal, que además tenía un programa social muy radical, entonces no querían saber nada con que aparezca una nueva fuente de conflictos en el norte. Por eso terminaban refiriendo abiertamente la presencia española que la presencia de Güemes.
Me llamó la atención que lo llamen subversivo, autoritario, montonero, populista. Parece que la historia argentina es un bucle, ¿no?
Sí, sí sí, aunque las calificaciones ligeras, rápidas, no dicen nada de fondo, ¿no? Pero “subversivo” era un término muy común en el lenguaje colonial. En los textos españoles, los bandos españoles hablaban de “subversivos, levantiscos, insolentes”. Hubo una cantidad de cosas para describir a los patriotas, todas palabras que luego uno resignifica como positivas, ¿no? Ser subversivo en la época colonial era altamente positivo, ser rebelde, ser insolente, faltar el respeto al rey de España era lo mejor que podía suceder.
Efectivamente, una cantidad de calificativos que después también son adquiridos por los unitarios que gobiernan en Buenos Aires, todos esos personajes que, por ejemplo hacen que el house organ del gobierno unitario rivadaviano diga en el año 21, cuando muere Güemes, “ya murió el abominable Güemes. Ya tenemos un cacique menos”. El lenguaje despreciativo, además. Fijate, en una sola frase todo lo que tenés: desprecio por Güemes, por los pueblos originarios, por la lucha de la independencia, todo eso en una sola frase.
Como historiador, ¿cómo llegás a reconstruir la personalidad de Güemes?
Indagando mucho el acervo documental, yo creo que una clave está en su correspondencia. Hay muchos elementos interesantes de su personalidad, de sus gustos, de sus preocupaciones ahí. Los vínculos familiares, que eran muy fuertes en el caso de Martín Güemes, tanto con su madre, con su hermana, con su querida compañera Carmen Puch.
Allí se aprecia una persona afectuosa, una persona preocupada por sus vínculos, por sus hijos, en medio de una situación tremenda, de un combate que no daba tregua. Pensá que en los años que él fue gobernador, entre 1815 y cuando lo matan, en el 21, hay nueve invasiones españolas. Más de una por año, y de ejércitos que venían de ganarle a Napoleón. Así que aquello era un territorio en permanente disputa, arrasado. Gobernar, vivir, criar a los hijos, todo eso en este contexto fue muy complejo y está dentro de las cosas que él escribe, que cuenta.
También estaba la oposición férrea del gobierno porteño, que demuestra que ha sido una persona muy decidida de que estaba haciendo lo que tenía que hacer, a pesar de ir contra viento y marea. Eso se ve en la capacidad de convicción, porque hay que convencer a un pueblo de que se disponga a luchar durante años, porque fíjate que realmente fue todo un pueblo a la guerra. Lo que se llama la Guerra Gaucha es un dispositivo militar y social que implicó a todo el pueblo de Sala y parte de Jujuy también.
¿Cuál es la herencia política de Güemes? No te pido un árbol genealógico hasta el siglo XX o la actualidad, pero quería saber qué lectura tenías sobre la continuidad de ese pensamiento desclasado o revolucionario.
Yo creo que es un pensamiento que sobrevive, aparece y desaparece, pero existe en distintos momentos en la historia argentina. Ese pensamiento de poner primero la patria, antes que todo a la defensa de lo nacional, que tiene que ver con una identidad y un espíritu claramente rebelde y libre.
Alguien que no quiere estar sometido a nada: yo creo que eso es lo que se aprecia en Güemes, no quiere estar sometido ni al poder español ni a los caprichos de Buenos Aires, es una persona libérrima, que tiene sus descendientes quizá inorgánicos. No se representa en un solo movimiento, o en un solo sector político, pero sí individualmente seguramente mucha gente adhiere a sus ideales.
A mi criterio, Los Infernales tienen el mejor nombre colectivo de la historia argentina. ¿Se te ocurre algún otro grupo que esté a la altura de esa mística?
Sí, hay otro que me gusta mucho que es la Legión Infernal, que es un poco el antecedente del grupo de choque de la Revolución de Mayo que encabezaban French y Beruti. Pero bueno, Los Infernales tiene un origen interesante porque por un lado es el color de sus ponchos colorados, y por otro lado lo que decían los oficiales españoles, como García Camba, que hablaba de que la vida de ellos era un verdadero infierno, que nunca sabían cuándo iban a ser atacados, que los volvían locos y que vivían en ese infierno.
Entonces ahí viene también el nombre de Los Infernales que sí, a mí me parece de una potencia extraordinaria. Por eso me gustó ponerle como subtítulo “y la guerra de Los Infernales». Casi parecía que estábamos hablando de Game of Thrones. Sí, me pareció re potente.
Me impacta mucho al hablar sobre historia argentina, lo borrada que quedó la relevancia que tienen las provincias del norte.
Yo creo que está bueno ir al norte, porque ahí sentís la patria como en pocos lugares, vas caminando y decís “acá se dio tal batalla, por acá pasó Belgrano, por acá estuvo Güemes, acá estuvo San Martín”. Es un nivel de presencia de la historia impresionante, es un paisaje muy potente y son lugares con muchísima historia que, increíblemente, han sido recortados o no mencionados en esta idea tan caprichosa de lo que es la “historia nacional” y qué es “historia regional”.
La historia nacional parece ser únicamente aquella que tuvo que ver con Buenos Aires, y la regional es la que sucedió en las provincias donde realmente pasaron las cosas. ¡La historia argentina se escribió mucho más en las provincias, que en Buenos Aires! En todo caso, en Buenos Aires se decidían cosas, se firmaban decretos, pero las batallas, los combates, hasta el Congreso de la Independencia se celebró en San Miguel de Tucumán, la declaración de la Constitución se hizo en Santa Fe.
Sin embargo, parece ser que todo pasó en Buenos Aires cuando claramente no fue así, y me parece muy importante no caer en esta trampa de la “historia nacional”. Toda historia es nacional porque somos un solo país, entonces esta cuestión de que Guemes es un héroe salteño nada más, sería tan ridículo como decir que San Martín es un héroe correntino. La verdad es que es un recorte muy miserable, me parece a mí, de la historia.