Casi la mitad de los adultos admite que durante la cuarentena su ingesta de alcohol aumentó. La contrapartida son los jóvenes: el 38% asegura tomar menos y los que no toman nada son cuatro veces son más que antes de la cuarentena.
El análisis fue realizado por sociólogos del Instituto Gino Germani del Conicet. Comenzó en mayo con encuestas a 4 mil personas de distintos rangos etarios en el AMBA. El 45% admitió que su consumo personal aumentó desde que se inició la cuarentena, mientras la cantidad de personas que tomaban todos los días se triplicó con respecto a antes del confinamiento.
El informe revela que siempre hay un factor recurrente: el efecto de la pandemia sobre las rutinas ha sido un factor clave. “La rutina nos ayuda a encubrir ciertas situaciones o ciertos conflictos que en el diario vivir, los podemos dejar en el freezer”, opina Sandra Schmunk, psicóloga especialista en adicciones. “El no poder seguir adelante con la rutina hace que el individuo empiece a descubrir aquellos conflictos que no estaban resueltos. Por lo tanto, quedan dos caminos: enfrentarlos y resolverlos, o refugiarse en el consumo de sustancias para seguir dejando en el freezer aquella situación no resuelta”.
Otro dato que destaca el estudio es cómo caracterizan los individuos sus hábitos de consumo. Entre aquellos que notaron un incremento en la ingesta, el 90% “no consideró problemático” su nivel de consumo alcohólico. “Es una respuesta lógica”, dice Fabián Soto, operador socioterapéutico especializado en adicciones. “La adicción hace que la última persona en darse cuenta sea quien la padece”, explica. “Pero el consumo regular y hasta diario resulta en un acostumbramiento del organismo que va a sufrir síndrome de abstinencia una vez que retomen actividades normales, que se vuelven cada vez más difíciles de cumplir. Es ahí cuando empiezan a aparecer los primeros rasgos del consumo problemático de sustancias”, asegura el experto.
Entre los más jóvenes la situación es distinta: el consumo ha disminuido, sobre todo entre 18 y 25 años. De ellos, el 38% reportó tomar menos alcohol y la cantidad de encuestados que sostuvieron que no toman en absoluto es cuatro veces más que la de antes de la cuarentena. Los sociólogos que realizaron el estudio atribuyen la baja a una falta de salidas y reuniones sociales. Otros actores de la industria productora de bebidas en el país aseguran que, además, el control de los jóvenes por parte de los adultos responsables en los hogares hace que ese consumo esté contenido o sea menor.