jueves 16 de mayo de 2024
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Para académico salteño, la Universidad debe replantearse cosas sin que sea el mercado el que imponga el rumbo

A pesar de la derrota de Milei, la emergencia del libertario desliza a la política, al progresismo y al periodismo a revisar coordenadas. Franco Hessling – investigador y docente universitario – también cree que la universidad pública debe hacerlo.

Tiene libros escritos, años de experiencia como periodista, es docente en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de Salta, becario del CONICET y un apasionado de la política. Hoy habló de ello en el programa CUARTO OSCURO que se emite por FM La Cuerda (104.5). La charla giró en torno al rol de la universidad en la sociedad ante planteos proselitistas de Javier Milei – cierre del CONICET, por ejemplo – que le valieron el repudio del mundo universitario pero no necesariamente del conjunto de la sociedad.

“La universidad tiene muchas cosas que replantearse y algo muy importante es el de su relación con la sociedad y la falta de conocimiento sobre qué se produce en la Universidad. Para ser honesto, creo que también hay cosas que funcionan muy mal, que deberían funcionar de otra manera y que no ocurre por falta de recursos, pero también por impericia de quienes están en ciertos puestos de toma de decisiones ¿Cómo puede ser que no se sepa [en la sociedad] qué hace el CONICET y la importancia de lo que hace?”, se preguntó el académico.

En ese marco, Hessling reconoció que hubo dos cosas en la que hizo énfasis al involucrarse en la discusión generada por los dichos de Javier Milei durante la campaña electoral. “La primera tiene que ver con qué representaría para el presupuesto argentino cerrar el CONICET. Esto no es difícil de chequearlo. Alcanza con googlearlo: representa menos del 1% del presupuesto. Entonces, si nos quedamos con el argumento economicista tampoco es una solución a nivel económico”, sentenció.

“El segundo punto es algo si el CONICET o la Universidad debía demostrar a la sociedad si es productiva o no. Eso supone desplazar el enfoque hacia un paradigma productivista. No es así. Doy un ejemplo. Guillermo Garaventa es un investigador de la Universidad de La Plata. Empezó a estudiar el tema litio a principios de los años 90 del siglo XX. ¿Quién hablaba de litio entonces en nuestro país? Nadie. Hoy Garaventa es un consultor ineludible para la puesta en marcha de las empresas tecnológicas que está fomentando Y-TEC, la pata tecnológica de YPF. Imagina si los libertarios – con las facilidades que tienen ahora – se hubieran preguntando que investigaba Garaventa en los 90. Habrían dicho ´¿para qué investiga sobre el litio´? Bueno, treinta años después el tipo es referencia ineludible. En fin, la ciencia tiene una lógica de funcionamiento y temporalidad que escapa a la temporalidad que propone el mercado. Ese es el paradigma productivista del que hablaba. El CONICET no debe ser productivo; debe generar efectos productivos. Por eso creo que una de las cosas que hicimos mal – quienes defendemos la ciencia – fue permitir ese desplazamiento de agenda que no lo instaló Milei sino Macri”, explicó.

No obstante, Franco Hessling se mostró pesimista de que parte del mundo académico tenga vocación real de revisar y eventualmente modificar paradigmas caros al funcionamiento universitario, pero insistió en que “la Universidad tal como está debe replantearse cosas. Sí creo que la disposición al cambio es parcial”, lamentó.

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